A veces parece que las cosas de concienciación medioambiental se perciben como abstractas. A estas alturas, casi todos sabemos que el plástico es malo para la salud del Planeta pero no terminamos de entender por qué. Quizás, me temo, es que no nos interesa mucho entenderlo. Si es así, lo siento, pero voy a concretar y a estropear la digestión de más de uno. Estas (muy desagradables) foto muestran bien claro que el plástico mata. Mata animales. Mata ecosistemas. Mata biodiversidad. Nos mata a todos. Tiro de tópico: una imagen vale más que mil palabras. O, más apropiado, más vale pájaro envenenado por plástico que ciento volando.
Las imágenes son de un fotógrafo llamado Chris Jordan y retratan albatros muertos en las islas Midway. Tal y como se los encontró, sin manipulaciones de ningún tipo. Real como la muerte misma. Las crías son alimentadas por sus papis con lo que éstos piensan que es comida; comida asesina que encuentran flotando cerca de los nidos. Y miles de ellas acaban muriendo de esta forma miserable. Ocurre, como ya he dicho, en las islas Midway, en medio de Pacífico Norte, a tomar viento de las civilizaciones más consumistas. Quiero decir con esto que no es un problema local, que no es que los Midwaianos tiren plástico al mar, sino que es un asunto global: fabricamos con plásticos que luego deshechamos mal y eso, aunque lo hagamos en un pueblo de Zamora, acaba teniendo consecuencias en la otra parte del mundo (por cierto, hoy mismo hay un buen artículo con información sobre reciclaje en El País).
Ninguno de nosotros puede individualmente dejar que esto siga pasando. No podemos evitar de un día para otro que se usen plásticos para todo. Pero sí podemos tratar de consumir menos plástico. Sí podemos tratar de reciclarlo bien. Y si podemos exigir a las empresas y a las administraciones que reduzcan hasta eliminar la fabricación con materiales que se cargan la casa en la que vivimos todos. Podemos, sí. Pero, ¿queremos?
Mientras no se suprima la tiranía y dictadura del dinero y se disponga del mismo libremente como bien universal, como medio e instrumento de intercambio, no habrá progreso posible ni solución a las causas de la crisis y los problemas implícitos con el sistema económico que se trata de sostener a costa del sufrimiento de millones de personas.
El nuevo modelo productivo debe de procurar «la motivación por el progreso del ser humano» como paradigma e ideal, sin la división y exclusión de las personas por cualquier causa, ya sea por discriminación de raza, sexo, clases o castas sociales, creencias, ideas o cualquier otra.
La propia sociedad de consumo y sistema productivo deben ser remplazados por la «motivación de un mundo de abundancia» en armonía y equilibrio con el entorno en que todas las personas puedan acceder y disfrutar activamente de los derechos humanos en libertad y libre elección, sin más condicionante que el conocimiento y la disponibilidad de cada cual con los medios de producción, transformación de la propia naturaleza y los recursos.
Así, las diferencias deben de sobrevenir por la propia naturaleza y el esfuerzo del intelecto, no por las cosas y medios creados por el hombre. Lo creado por el hombre debe estar al servicio del ser humano y no al revés, porque entonces sólo se benefician unos pocos privilegiados a costa de los demás.
¿Se puede publicar un artículo titulado «África se abre poco a poco a los transgénicos» en el periódico presuntamente más prestigioso de España sin incluir en el texto ni un sólo punto de vista contrario a los cultivos genéticamente modificados? Sí se puede porque El País lo ha hecho hoy. ¿Se debe hacer? Pues yo creo que no. A la autora del texto, Lali Cambra, y a los responsables de editarlo les ha importado un carajo esa máxima periodística de tratar por igual las dos caras de una moneda. Incluso se han hecho poco caso a sí mismos, puesto que en el texto sí se admite que «el debate sobre los GM (alimentos genéticamente modificados), como el nuclear, está polarizado». La cosa habla de un congreso sobre los beneficios de los transgénicos celebrado en Uganada el mes pasado (¿?) y las únicas matizaciones a la propaganda pura son las de Kanayo Nwanze, presidente del Fondo Internacional para el Desarrollo Afrícola (IFAD). «Los GM no son la solución a todo», se atreve a decir el hombre y se digna a publicar el periódico.
Así, en el texto se dan como buenas afirmaciones que provocarían infartos a ecologistas, comprometidos varios y hasta algún que otro Premio Nobel. Se dice, por ejemplo, que los transgénicos son estupendos contra el cambio climático, que benefician a los pequeños agricultores y que van a ayudar un huevo al desarrollo de África. Justo lo contrario que piensa la gente que piensa lo contrario. Incluso aparece en el texto la corporación Monsanto (para muchos, uno de los grandes demonios del mundo actual) como un benefactor social sin el Mon delante, junto a otra multinacional, BASF, y la familia Gates. Con un par.
Hace poco, en el mismo El País -¿se nota que es el periódico que leo y en el que a veces hasta escribo?, ¿se entiende, por eso, que le dé tanta cera?-, publicaba una columna Miguel Ángel Aguilar que ahora no encuentro en la Red pero que venía a decir que un diario no debe ser abanderado de ningún movimiento, que simplemente debía dar información contrastada, diversa y tal. Pues eso. No creo que lo de hoy sea un maniobra orquestal en la oscuridad de Monsanto. Creo que es un ejercicio de incompetencia. Y eso es lo grave. Los periodistas y los medios cada vez nos lo curramos peor y así no van a mejorar las ventas ni el prestigio ni la inversión publicitaria. Cada vez más, los que formamos la audiencia nos sentimos insultados por los que hacemos la información. Y con este ejemplo de mi esquizofrenia de cada día, me retiro a mis aposentos.
Suena Fela Kuti, Teacher Don’t Teach Me No Nonsense.
Conozco a un tío que es capaz de mover las vías de un tren de alta velocidad. Algo parecido a lo que hizo Supermán en una de sus pelis, sólo que este tipo no viste pijama azul sino que tiende a la elegancia. Mi amigo Ángel no es un superhombre. Es una persona como todas, con defectos y hasta virtudes. Sobre todo una, que es la que le hace estar en estas líneas. Ángel es de los que cree que se pueden cambiar las cosas y actúa en consecuencia. Si se entera de que las vías del tren van a pasar por encima de su casa, encarga un estudio que demuestra que ese recorrido no es el más adecuado, lo presenta y las vías acaban pasando un poco más allá sin atropellar su existencia. Y si se siente preocupado por lo del cambio climático y toda esa pesca, se empapa del asunto, se hace apostol de Al Gore y se propone montar en Madrid un festival de cine dedicado al asunto. Y lo consigue.
Tras más de tres años trabajando en el proyecto, el viernes fue la inauguración de Emisión Cero, semana de cine y debates para una vida sostenible. Hay un montón de películas y documentales interesantes, debates, conferencias, una exposición de ecodiseño… Hay ún montón de información para todos. Sólo hace falta un pequeño esfuerzo. El de acercarse a La Casa de Vacas del Retiro, los cines Ideal, La Casa Encendida o el IED. Poca cosa. No hay que mover las vías de un tren. Ángel y su equipo ya las han movido para que pase por esta ciudad. Hay que cogerlo.
Hoy hace un año y un día que nació este blog. Y la verdad es que está encantado de haberse conocido. Yo también estoy encantado de haber conocido al blog, aunque a veces mantenerlo sea un poco condena. Lo normal en estos casos, por lo que he visto por ahí, es dar un montón de datos de visitas y demás y hacer una recopilación de búsquedas bizarras a través de las que ha llegado la gente al lugar. Mis datos no están mal y las búsquedas que acaban aquí son de lo más psicodélicas. Normal, puesto que a veces me dedico a hablar de BDSM, intercambio de parejas, alargamiento de pene y cositas de ésas que no interesan a casi nadie en Internet, qué va. Pero como soy un tío discreto, paso de publicar tales cosas. En cambio, prefiero felicitar al blog y agradecer sus visitas a los lectores. Por cierto, si alguien quiere regalar algo al querubín, que me lo mande a mí y yo se lo hago llegar.
El vídeo lo dice todo. Yo sólo añado que estoy detrás de esto pero que la iniciativa es para todos. Y de todos. No se trata de hacer campaña contra nadie sino de reflexionar sobre un asunto importante. Es una oportunidad de dar a una palabra clave el significado que queremos. Y de creérnoslo y asumirlo. Es momento de participar, de colaborar, de aportar. Es hora de cambiar. Es mi opinión pero espero que sea la de muchos.
Mientras seguimos gastando titulares en los coches que se regalan unos a otros, hay noticias que pasan desapercibidas y que deberían estar en primera página. Dicen las estimaciones publicadas ayer que la población mundial crecerá un 50% en la primera mitad de siglo. Éramos pocos y parió la ONU. En 2050 seremos más de 9.000 millones. Teniendo en cuenta que, ahora que somos unos 6.500 millones, ya estamos más que apretados y eso pone en duda nuestra supervivencia, va a estar curioso lo que viene. Nos preocupa el medio ambiente, nos preocupa la energía, nos preocupa el consumo, nos preocupa la economía. Hacemos bien en estar preocupados. Pero, ¿no deberíamos ocuparnos también de este asuntillo? ¿Acaso no tiene que ver con todo lo anterior y con muchas más cosas? ¿Alguien, persona, animal, cosa o líder, ha dicho algo últimamente al respecto? De momento, estas preguntas parecen ser retóricas. No deberían. El tiempo pasa.
Claro, que está la excusa de la crisis. Como la cosa está muy chunga, pasamos de pensar en el entorno para centrarnos en nosotros mismos. No le pasa sólo a Zapatero. Le pasa a mucha gente. Nos puede pasar a todos. Ayer, precisamente, hablaba de esto frente a unos botellines y unos torreznos (todo muy sostenible) con Jose y con Luis. Jose decía que era como si el mundo tuviese cáncer y andase más preocupado por una gripe pasajera. Una buena manera de plantearlo. El caso es que no son problemas distintos. No se puede pensar en uno mismo sin pensar en el entorno. No se puede enfrentar uno a la crisis sin reflexionar sobre lo que nos han llevado a ella. Estamos como estamos por esa actitud de buscar el máximo beneficio sin pensar en las consecuencias, el dinero fácil y rápido, la acumulación de riqueza a costa de lo que sea. La codicia.
Hace un mes, Trendwatching.com colgaba uno de sus informes y decía que estábamos llegando a la Generación G. G de generosidad y no de codicia (greed, en inglés). Se trata de olvidar palabras como «acaparar», «poseer», «ganar» y aprender otras como «compartir», «dar», «crear», «colaborar». El informe es la mar de interesante y se puede leer aquí. No creo que Zapatero lo haya leído, que estará muy ocupado el hombre con sus cosas. Pero debería. Igual así se daba cuenta de que no todo en esta vida es ganar unas elecciones y salir sonriente en la foto. De que se trata de comprometerse y cumplir los compromisos. De que la economía no es ajena a la preocupación medioambiental (y viceversa). Y de que es complicado pasar a la historia como un buen presidente quedándose de brazos cruzados a la espera de que le hagan el trabajo Obama y Brown.
Aunque lo del hielo derretido no sea digno de portada, parece que la cosa se va a convertir en hábito y nos va a tocar adaptarnos a ello y, por tanto, cambiar de vida. Porque si sube el nivel del mar y por eso hay movimientos de población o si cambia el régimen de lluvias y por eso hay cosechas que van y vienen, por poner dos ejemplos, vamos a tener que ponernos en marcha para gestionar nuevas experiencias vitales. O no. Igual decidimos subirnos a uno de esos trozos de hielo y esperar a que se derrita con el índice y el pulgar apretando los orificios nasales para que no nos entre agua al hundirnos.
Lo mismo pasa con la crisis financiera que, por cierto, es mucho más que financiera. El sistema se resquebraja y sus cimientos se funden mucho más rápido de lo previsto. Y nosotros podemos esperar su hundimiento apretándonos la nariz, esta vez por protegernos de los malos olores. O podemos, también, tratar de adaptarnos a ello. Comprender que la sociedad ya nunca va a ser como la hemos conocido y buscar nuevas maneras de gestionarla.
Claro que, para eso, es necesario que haya líderes que tomen decisiones y yo últimamente no he visto ninguno. En España, la analogía que me pilla más a mano, el Estado da pasta a los bancos sin quedarse a cambio con acciones mientras que las empresas financian a un buen montón de Ayuntamientos por la vía del impago público y el asunto de cobrar en cualquier curro se ve impedido por una morosidad que se contagia sin que el poder trate de buscar una vacuna. Y luego dicen que el caos sólo campa por Somalia.
Este castillo de naipes se está cayendo porque las cartas no estaban bien colocadas. Necesitamos un nuevo tipo de construcción para nuestra sociedad. Si esperamos a los que hemos colocado como croupiers, lo llevamos claro. Necesitamos arquitectos, aparejadores albañiles, fontaneros, electricistas… ¿Quién dice que no hay trabajo? Queda todo por hacer. Hagámoslo.