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Archive for mayo 2009

el-poder-de-los-libros

¿Por qué las editoriales (de libros) dicen que no hay crisis para ellas cuando están frenando lanzamientos, recortando adelantos y, básicamente, parando una actividad que, por otra parte, estaba salida de madre teniendo en cuenta lo (poco) que siempre se ha vendido?

(Y que conste que no he venido aquí a hablar de mi libro… De momento).

Suena Parálisis Permanente, Autosuficiencia.

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Me gusta la entrevista/almuerzo de la contra de El País de hoy. De Carmen Pérez-Lanzac a Pablo Motos. Sospecho que a Motos igual no le ha gustado tanto. Imagino que habrá alguna llamada de queja. Pero retrata al personaje. No conozco personalmente al presentador pero me ha quedado claro que si eres de los que consideras que un tío es guay porque tiene un programa que gusta a grandes y pequeños, un secreto inconfesable para sustituir la traducción simultánea y una productora para gastarse 150.000 euros en traer de Australia un dinosaurio, Pablo Motos te parecerá un tipo de lo más guay. Y si, en cambio, eres de los que creen que un soplapollas es aquél que separa la grasa del jamón ibérico para no probarla porque estropearía su tableta abdominal, que confiesa que su única excentricidad es hacer colección de relojes de 20.000 euros aunque come a diario en un sitio de 70 euros el cubierto (sin vino) y que va varias veces al día al gimnasio desde hace un par de años por una apuesta con una revista y presume de ello haciendo como que no quiere presumir, pues Pablo Motos te parecerá un soplapollas.

De eso tratan las entrevistas. De acercar al lector no sólo las respuestas del entrevistado, sino la percepción del entrevistador sobre el personaje. Recuerdo que ago así pero más bonito dijo García Márquez sobre el género en alguno de sus cursos de periodismo. El problema es que eso ya es la excepción. La mayoría de las entrevistas son promocionales, citas en las que el periodista es el último eslabón de la campaña de marketing de una editorial, discográfica, distribuidora, cadena, equipo de fútbol o lo que toque. Y ahí todos los entrevistados tiene que ser los más listos, los más guapos y los más simpáticos. Y no.

Servidor ha hecho unas cuantas entrevistas. Cuando escribía sobre música en ABC, tenía tres o cuatro por semana, por ejemplo. Entendía a lo que me dedicaba y no trataba de ganar un Pullitzer en cada charla con un grupo. Y a pesar de eso, tuve algún problemilla. Recuerdo una entrevista con Rosario que acabó siendo portada de Blanco y Negro. La hija de Lola me recibió en su casa, muy amable. Acababa de ser madre y de montarse un pifostio de campeonato por eso y por la exclusiva que había vendido a ¡Hola! después de tirarse meses quejándose (con razón) de la persecución de la canalla del corazón. Además, sacaba disco. Parecía, pues, un personaje la mar de interesante. Y, sin embargo, no lo fue. No hubo manera de sacarle una respuesta reflexiva. Todo su discurso era pequeñito, lleno de tópicos y simplón. Así que eso retraté: su amabilidad, mis esfuerzos por conseguir respuestas decentes y sus respuestas.

Nada más publicarse la cosa recibí una llamada de Olga, de lo que entonces era Epic. «¿Tienes las cintas?». Me contó que Rosario y Rosa Lagarrigue, en aquel tiempo su manager, estaban que trinaban y querían denunciarme. Pues vaya. Yo tenía las cintas y estaban transcritas casi tal cual así que no me preocupé mucho. Mi jefe de entonces, Tomás Cuesta, mucho menos. No hubo denuncia. No tenía por qué haberla. Donde verdaderamente se gana la vida Rosario es sobre un escenario y en un estudio. La promoción es importante pero su trabajo no es ser una tía reflexiva que epate a sus interlocurres. Mi trabajo, por otro lado, era retratarla como la vi en ese momento. Eso hice.

Del mismo modo, Pablo Motos se gana muy bien la vida haciendo un programa de tele. Sea bueno o malo (a mí no me gusta), lo ve un cojón de gente, así que no debería preocuparse por la imagen que haya dado en esta entrevista. Tiene el jamón ibérico asegurado para mucho tiempo. La que debería estar orgullosa por lo que ha hecho es la periodista. Gracias a ella conocemos un poco mejor a Motos. Y, entre nosotros, un poco soplapollas sí parece.

Suena Obús, Yo sólo lo hago en mi moto.

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La noche antes de la tarde de ayer, Morante no podía dormir. Llamó al empresario. Le pidió las llaves. Abrió la puerta de Las Ventas a las dos de la mañana y se plantó en los medios. A torear de salón. A sentirse torero. A soñarse torero. Unas horas después, con la plaza llena, se hizo el toreo.

La foto es de Manon y la anécdota sería bonita incluso como leyenda urbana, pero resulta que es cierta.
Gracias, Juan.

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Por si alguien pasó por aquí y movió su kuduro al ritmo de Buraka Som Sistema, que no se vaya todavía, que aún hay más.

Suenan, desde Luanda, Os Mais Potentes, Vem Ca.

Visto en AudioPorn Central, claro.

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Resumen de la corrida de ayer:

Pues eso, como tocar rock and roll con un cacho de plástico sin cuerdas: apasionante.

Suena Last Guitar Hero, de los mitiquísimos Side Effects, que sí que tocaban (tocábamos) con guitarras de verdad.

02 Last Guitar Hero

Gracias, Juan.

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Como la influencia del electorado en la selección de sus representantes es manifiestamente escasa, ahora se intenta potenciar la relativa importancia del ya cercano trámite electoral argumentando que de él pueden derivarse trascendentales consecuencias de política interior. Resulta así que lo que debiera ser la elección democrática de unos representantes pierde toda su significación para convertirse en una competición entre dos absorbentes caudillos. Gane quien gane, pierde la democracia.

Habría que promover una gran campaña a favor del voto nulo, para ver si tachando algún que otro nombre se alarman los partidos y se deciden a practicar la democracia interna o a modificar la ley electoral, desbloqueando las listas».

Un par de párrafos del artículo de Fernando Suárez González titulado A vueltas con las listas electorales y publicado hoy en El Mundo. Que quede claro que esto no lo dice un «antisistema» de ninguno de los dos lados, sino un «demócrata» de manual, con capítulo propio en la dichosa Transición, y  miembro, por cierto, de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Dos detalles: habla de caudillos, él que conoció bien al último. Y quiere promover el voto nulo, o sea, algo parecido a la acción directa. Toma ya.

Vienen las europeas y análisis y opiniones como ésta van a quedar enterradas bajo toneladas de inservible propaganda electoral pero por aquí siempre habrá tiempo y ganas para buscar en la basura. Aunque sean de gente sin tanto postín. Antisistema que es uno.

Suena Ya no quedan más cojones, Eskorbuto a las elecciones.

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La vida, tal y como la conocemos, se parece bastante al Monopoly. No sólo porque nos hayamos dedicado los últimos años a comprar y vender terrenos y a construir edificios y a meter a promotores (pocos) en la cárcel. Tampoco porque los billetes que nos han prestado sean de palo. Sino porque el dinero que se reparte en el juego es el que hay. Si uno gana es porque los demás pierden. Si uno acapara billetes es porque otro se queda sin ellos. Si todos se repartiesen el dinero más o menos equitativamente y se dedicasen a jugar no por el placer de ganar sino por la satisfacción de entretenerse, el juego podría durar para siempre. Como la vida misma, o sea.

Semejante cosa se me ocurrió el otro día leyendo una noticia que hablaba de los sueldos de los altos ejecutivos del Ibex. Los muchachos cobran una media de 915.000 euros. Sólo un poco por encima del salario mínimo interprofesional. El caso es que recordé los sectores en crisis. Pensé en los medios de comunicación, que reclaman ayudas al Gobierno para sobrevivir. Medité sobre las constructoras, que piden puesto que están a punto de derrumbarse. También en los bancos, que ya han recibido dinero para seguir conduciendo en la misma dirección que nos ha traído hasta aquí. No voy a entrar esta vez en lo extraño que es obligar a la sociedad a pagar dos veces: una por un servicio (periódico, piso, cuenta o hipoteca) y otra por la posibilidad de que ese servicio no se pueda seguir llevando a cabo (quiebra). Pero sí me apetece pararme a pensar sobre qué pasaría si los grandes empresarios y sus directivos repartieran un poco sus billetes del juego.

No se trata de que se rebajen hasta el salario mínimo interprofesional ni de que dejen de tener la misión de ganarse la vida (y ganar dinero) con su actividad. Nadie pretende devolver a la vida a Stalin. Se trata de alargar el juego. Resulta que la Prensa está en crisis, los medios están cerrando y echando gente pero los directivos siguen llenándose la bolsa como siempre (salvo excepciones). Lo mismo con la construcción o los bancos. Su forma de vida peligra, el juego se acerca a su fin, pero no se les ocurre alargarlo renunciando a algunos ingresos sino pidiendo que les ingrese el Estado (ergo nosotros). No es ya un asunto de justica. El problema es que el Estado también es parte del juego. Tiene el fajo de billetes que se le repartió al principio y, si se queda sin él, la partida se acaba de la peor manera posible.

El cuento se puede aplicar a todos los demás sectores. A la sociedad en general. Al sistema. No hablo del reparto de la riqueza por decreto, sino de su distrubución inteligente por acuerdo. Puesto que vivimos en comunidad y está visto que la avaricia de unos supone la pobreza de otros, convendría poner las herramientas para limitar esa avaricia y, así, paliar la pobreza.  Está claro que la acumulación de riqueza por parte de unos supone el fin de la partida para todos, incluso para los que tienen la pasta. Así que lo suyo sería que tuviesen claro que sólo reinvirtiendo esa riqueza en los demás podrán seguir jugando. Viviendo. Así sería un Monopoly sostenible, una vida sostenible.

Ojo: este texto y otros del estilo se pueden leer también en ¿Y por qué no…?

Suena Cicatriz, Esto saldrá bien.

La imagen retrata a Mr. Monopoly y está sacada de aquí.

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Se ve que los milagros tampoco existen en fútbol. He gastado algunos créditos de fe en creer en la victoria de mi equipo. Pero no. Tampoco pasa nada. Estoy acostumbrado. Ayer, en el descanso, me preguntaba Guille: «Oye, y tú, ¿por qué eres del Athletic?». No supe contestar. Menos mal. No creo que la afición a un equipo de fútbol tenga que estar sujeta a la razón. De hecho, el fútbol en general es un asunto bastante poco razonable. Y el Athletic, en concreto y en estos tiempos, una locura. No sé por qué me hice de este equipo, pero me va al pelo (en singular, en mi caso). La opción b y tal.

De muy pequeño tenía el uniforme completo del Atleti. Con el 9. El de Gárate. Un día me fui a dormir y me desperté siendo del Athletic. Antes de las dos Ligas y la Copa de Clemente, Zubi, los Salinas y Sarabia. Mi tío Pedro siempre fue del Athletic. Por mi casa circula un ascendente vasco de boquilla porque, en realidad, es más bien navarro. Mi madre me trajo un día, ya aficionado león, autógrafos de mi equipo firmados en el hotel Mindanao: Endika, De Andrés, Gallego… Hechos que no son razones suficientes para creer en San Mamés. Porque la fe, para serlo, ha de ser irracional. Algunos me dicen que lo hice por llevar la contraria, por joder. Puede que tengan razón. Llevar la contraria es ser una especie en peligro de extinción y no extinguirse. Llevar la contraria mola.

Esto no va de fútbol. Después del partido nos quedamos hablando cuatro amigos sobre el mundo. Todos estábamos de acuerdo en que, tal como vamos, vamos muy mal. Todos estábamos de acuerdo en que el sistema económico no puede seguir basándose en la codicia y la rapiña y en que el sistema político no debe seguir dirigido por políticos vampiros de votos. Todos estábamos de acuerdo en casi todo pero algunos decían que no se podía hacer nada para remediarlo, ni siquiera poniendo a otros como nosotros de acuerdo. Otra vez me tocó llevar la contraria. Mola ser una especie en peligro de extinción y no extinguirse.

La razón nos dice que este sistema capitalista y esta democracia no se ocupan de nuestro futuro. Lo razonable, por eso, es cambiarlos. Quizás haya que tener un punto irracional para creer que se puede cambiar de dirección. Pero lo que sería una auténtica locura es no intentarlo. ¿Qué es lo peor que podría suceder? ¿Perder? Tampoco pasa nada. De ahí partimos. Desde la derrota… hasta donde haga falta.

Ah, y… ¡Aúpa Athletic!

Suena Loser, de Beck.

La imagen de Amorebieta después de tragarse una copa de aguarrás es de Marca.

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Athletic

Como no gasto fe en Dios, puedo invertir algunos de los créditos que me sobran en creer que mi equipo puede ganar al todopoderoso Barcelona. No sólo me daría una alegría de cojones, es que sería muy romántico que una escuadra formada por habitantes de una pequeña aldea ganase a la millonaria legión extranjera. Y si con esto me prohiben la entrada en el cielo, me da igual. Pensaba ir con calcetines (roji)blancos.

¡Aúpa Athletic!

Suena M.C.D., Himno del Athletic Club de Bilbao.

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¿Cómo es posible que la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), trabajando un asunto tan bonito como es la creación, haya conseguido ser la organización más odiada de España? ¿No será, entre otras muchas cosas, que más  sociedad general de editores que de autores?

(Por cierto, interesante artículo de Manrique en El País sobre los conciertos benéficos y los beneficios de los conciertos).

Suena Crazy Cavan, Teddy Boy Boogie.

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