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Archive for the ‘Tierra’ Category

cielito

Me tiene un poco perplejo la forma de tratar la noticia del informe sobre cambio climático de la Casa Blanca por parte de los medios de aquí. Básicamente, lo que viene a decir el informe es que la cosa está realmente hecha cisco y que la vida en los Estados Unidos no va a ser lo que era si no se ponen real y seriamente en marcha y ni por esas. Lo cual viene a ser una puesta en marcha en sí misma. El Gobierno de la (ya) segunda potencia del mundo reconoce oficialmente la magnitud del desaguisado y moviliza a sus agencias y ciudadanos a ponerse a arreglarlo. No tengo ni idea de si serán más palabras sin acción o de si realmente supondrá un cambio en la forma de hacer las cosas. Se supone que los segundos mandatos de los presidentes gringos son los que aprovechan para dejar su legado y hacer lo más parecido a la política que realmente quieren y no la que le exigen y pagan los grupos de presión. Por eso, y porque creo que falta nos hace, deseo que esto vaya en serio y tengo cruzados hasta los dedos de los pies.

Pero lo que me maravilla —y a uno algo le puede maravillar para mal o muy mal— es la actitud de los medios de comunicación de aquí. Aparte de los que han ignorado por completo el asunto, buena parte del resto de los que he podido ver lo han tratado con una condescencia que da bastante risa. O miedo. Como si nosotros estuviéramos mejor y lo de las sequías, las tormentas y los aumentos del nivel del mar fuese un problema de los cerdos de allí, que contaminan una barbaridad. Como si nosotros lo tuviésemos todos claro y estuviésemos actuando en consecuencia más allá de repetir eso de las tres erres y apagar la luz una hora en el Día del Planeta. Como si Rajoy, Zapatero o cualquiera de nuestros siempre estupendos gobernantes hubiera dicho o hecho algo al respecto. Como si los medios de comunicación, los mismos que de alguna manera se chotean de la noticia, hubiesen adoptado alguna medida interna para reducir seriamente sus emisiones o tuviesen una línea editorial claramente enfocada a poner luz sobre este asunto que nos está trayendo serios problemas ya mismo, aquí y ahora. Como si fuesen unos absolutos ignorantes de cuál es la realidad que se supone que tienen que retratar. Bueno, esto último es mejor leerlo sin el como, que ya es evidente que no es una hipótesis.

A estas alturas está también claro que el asunto medio ambiental es uno de los grandes asuntos de nuestro tiempo. Ya nos está afectando aunque los medios de comunicación —y, detrás de ellos, los partidos, las empresas y los ciudadanos— sigan sin entenderlo, sin unir los puntos que dibujan el retrato de la realidad. Por supuesto, inundaciones y sequías tenemos en todo el mundo y cada vez más, pero es que uno puede seguir el rastro del problema en noticias de todas las secciones. Desde el vino que ahora se hace en Gran Bretaña a, otra vez, sí, las personas que saltan cada día la valla o cruzan el mar para llegar aquí.

Vivimos un pifostio económico y social bien gordo y es como si el tema del cambio climático hubiese quedado relegado en las reuniones de redacción a lo que viene después del crucigrama. Como si ya no fuese importante. Como si no tuviese todo que ver en el pifostio. Como si no fuese parte de lo mismo. Los medios siguen replicando teletipos de otros medios que replican teletipos de otros medios que replican notas de prensa; siguen viendo la vida pasar antes sus ojos sin contarla lo mismo que la mayoría de nosotros seguimos leyendo, escuchando o viendo por la tele o Internet nuestra vida pasar sin entenderla ni hacer nada por transformarla. Y eso es empeorarla. Unos tienen que llamar a la acción y todos tenemos que actuar. Y luego nos reímos de Obama, si eso.

Suena el Shake Some Action de Flamin’ Groovies.

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No te quedes con las ganas.

De protestar, de cambiar, de querer, de que te quieran, de pensar, de crear, de hacer, de dejar de hacer, de moverte, de mover, de emprender, de aprender, de apostar, de jugar, de arriesgar, de ganar, de perder, de besar, de follar, de montar, de gritar, de callar, de analizar, de comprender, de entender, de sentir, de escribir, de leer, de que te lean, de pintar, de que te pinten. De vivir.

En eso estamos

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Mi madre estuvo ayer en la manifestación del #15O. Mi madre nunca ha okupado un hotel.

Merlín, el hijo de mi amigo Nacho, también estuvo conmigo ayer en Cibeles. Por eso sé que Merlín no rompió nada en Roma… y eso que es un niño muy revolucionario, que nació el #19J de 2011.

Los medios hablan de decenas de miles de asistentes a las concentraciones en España. Efectivamente, 500.000 manifestantes en Madrid son 50 decenas de miles. Todos los demás en el resto de poblaciones, igual son otras 50 más. Lo que viene a ser un millón de personas, más o menos. Más las de todo el mundo.

Seguramente, buena parte de esas 100 decenas de miles de seres humanos estén bastante indignados. Obviamente, llamar “los indignados”  a un millón de ciudadanos es bastante reduccionista.

Sin duda, desde el #15M no se ha podido percibir ningún cambio a mejor ni en la política ni en la economía y, por tanto, hay quien cuestiona el éxito de las movilizaciones. Sin embargo, es incuestionable el éxito de un movimiento que, con sólo cinco meses de vida y, a diferencia de la política y la economía, sin ningún recurso más que el poder de la gente ha conseguido sacar a la calle a 100 decenas de miles de personas.

Por supuesto, hay un montón de críticas que se pueden hacer al #15M, comunicación, funcionamiento, ciertas actitudes… Por descontado, son muchísimas menos que las que se merecen por eso mismo y por cosas muchísimo más profundas los partidos, los mercados, los bancos, la policía y demás organizaciones de presunto bien.

Es un hecho, que el #15M como tal no ha llevado ninguna propuesta concreta a los órganos de poder. Es una verdad como un templo, en cambio, que no hay nada más poderoso y concreto que la voz de un millón de personas proponiendo un cambio político, económico y moral.

Claramente, no era la misma situación la que originó las primaveras de Túnez o Egipto que la de España y por eso había quien no quería compararlas. Ciertamente, la movilización mundial del #15O demuestra que, aunque pueda haber diversidad de situaciones, existe una ambición de cambio global en millones de personas.

El calendario dice: llevamos cinco agotadores meses en la calle. La intuición dicta: esto acaba de empezar.

Dormíamos. Despertamos.

Suenan Lenine y Maria Bethânia, Nem o Sol, nem a Lua, nem eu.

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Hoy hace una semana que se anunció que el planeta entraba en déficit de recursos, o sea, que nos hemos pulido los recursos de 2011 en nueve meses y el resto, desde lo que gasto de luz para escribir esto hasta todo el papel que se desperdiciará en la campaña para el 20N, es fiado. La noticia, que salió en todas partes para que todos nos la pasásemos convenientemente por el forro, contenía detalles de interés. Por ejemplo, que España consume 3,35 veces por encima de su capacidad y que, a nuestro ritmo y con nuestros recursos, habríamos terminado con la despensa el 19 de abril. Un poquito después de Estados Unidos y al mismo ritmo que todos los países de este lado del desarrollo.

O sea, que los que nos declaramos como civilizados nos estamos comiendo la tarta de todos los demás. Y, sin embargo, no les dejamos participar de nuestra fiesta. Vivimos como vivimos porque gastamos sin freno los recursos de gente que no tiene para vivir porque hemos frenado su desarrollo. Y cuando esa gente viene a vivir para currar aquí, no les dejamos. Leyes de inmigración, detenciones, deportaciones, discriminación…. Todo eso que parece que sólo hacen los demás, los poderes, los políticos, las empresas. Todo eso que hacemos todos. Nos cruzamos con un nigeriano, un paki o un bolita y pensamos cualquier estupidez, desde que vienen a quitarnos el trabajo hasta que deberían vestir como nosotros, cuando lo único cierto es que nos estamos tragando su parte del mundo. Vamos, como si el vecino viene cada día a saquearnos la nevera y vamos nosotros a ver si nos da de comer algo a cambio de poner la mesa, hacer la comida o fregar los platos y nos echa diciendo que necesitamos un visado y que nos afeitemos el bigote. Vamos, que seguimos somos una gente muy maja. Hala, a seguir bien.

Suena Alpha Blondy, Jah Houphouet Nous Parle.

La foto es de una máscara colgada en el restaurante La Isla del Tesoro, Madrid.

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Se ve que a la gente le parece que la boina está pasada de moda salvo la que está causada por la contaminación. Se ve que la culpa es siempre del gobierno y que la responsabilidad es algo que exigimos a nuestros hijos pero no a nosotros mismos. Se ve que es más limpio cagarse en un alcalde que cagarse encima. Se ve que las señales de la gastroenteritis y las gripes, los vómitos, diarreas, mocos y esputos, son combustible para los vehículos ahora que la gasolina está cara. Se ve que nos molesta el humo en los bares pero no en la calle. Se ve que coger el coche es una necesidad de esas primarias, como mear o follar, que hay que hacer todos los días y de forma casi inconsciente. Se ve que ir en bici por la ciudad es muy peligroso porque la ciudad está llena de coches conducidos por gente que piensa que ir en bici es muy peligroso. Se ve que correr fuera del gimnasio es de cobardes y andar, de pobres. Se ve que si los españoles tienen que elegir entre respirar y conducir, lo tienen claro. ¿Se ve? Yo no veo nada más que gente que se queja. Y eso también contamina.

Suena, en bici, Goat Hurt, de No Age.

La imagen es de aquí.

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Ya se habló por aquí de lo desapercibido que pasó el desastre del verano en Pakistán. Ahora se puede ver la comparación más obvia, la que ya se hizo en su día con el de Haití, en este bonito cuadro hecho a medias entre Good y The Guardian. No soy yo el tío más partidario de monetarizar todos los asuntos de la vida, pero llegados a este punto, igual es que es el único idioma que entendemos.

Suena Nusrat Fateh Ali Khan, Must Nazron Se Allah Bachaye.

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No existe cambio climático, es que Al Gore se ha dejado la calefacción puesta.

Suena Faith No More, We Care A Lot.

La imagen ha sido vista aquí.

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Uno lee noticias como ésta que recoge hoy El País y se le vienen muchas imágenes cómicas a la cabeza. A saber: las grandes petroleras del mundo están metidas en una carrera a codazos por explotar yacimientos de petróleo y gas en el Ártico a los que ahora se puede acceder debido al calentamiento provocado, entre otras cosas, por la quema de combustibles fósiles como el petróleo y el gas por parte de las grandes petroleras. O sea, que ya es primavera en la costa oeste de Groenlandia por cortesía de una civilización basada en el uso de los hidrocarburos y a esta civilización no se le ocurre otra cosa que, en vez de cambiar de energía, ir a ver si acaba: a) con los pocos hidrocarburos que quedan y b) con el frío que pueda quedar allá. Pues vaya civilización, ¿no’

Y decía lo de las imágenes cómicas al principio porque es como un gol en propia meta decisivo y torpe, como un tiro en el pie de un pistolero en prácticas o como una bomba marca ACME preparada por el Coyote para atrapar al Correcaminos que acaba estallándole en los morros. Todo muy gracioso si no eres el equipo perdedor, el pistolero en prácticas o el Coyote. Que es lo que somos nosotros.

Suena Esta noche me voy a bailar, de Los Coyotes (¡sin entrada en la Wikipedia!).

La imagen la he encontrado aquí pero los derechos deben ser de allí. Y la entrada también se puede leer acá.

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Ninguna de las diez noticias más leídas en ElMundo.es y ElPais.es tiene que ver con Pakistán. Tampoco se han inundado los informativos con ríos de vídeos solidarios y emotivos. Ni han surgido por generación espontánea acciones de todo tipo y condición destinadas a recaudar dinero para el país. Esta vez no es culpa de los medios sino de todos, del desinterés general ante la noticia. La ONU no sabe qué hacer para conseguir pasta y nadie, ni gobiernos, ni instituciones, ni ONG, ni ciudadanos, parece dispuesto a levantarse de la siesta por cuatro gotas.

Bien, pues sentimos interrumpir las vacaciones del personal pero en Pakistán ya han muerto casi 2.000 personas. Ah, que la cifra de muertos no es muy alta. ¿Qué tal dos millones de personas que se han quedado sin hogar? ¿Nada? Bueno, pues probemos con 3,5 millones de niños en peligro de contraer enfermedades mortales. ¿Tampoco? Vaya, pues nada, supongo que 20 millones de afectados por el asunto será moco de pavo.

Hay varios motivos que pueden tener que ver con este pasotismo generalizado ante una catástrofe de las gordas. Los menciona casi todos David Jiménez, ese estupendo corresponsal que tiene El Mundo en Asia en este artículo llamado La tempestad y la indiferencia. Pueden ser las vacaciones, claro. Aquí no hay nadie y en las playas sólo escandalizan los precios de las paellas del chiringuito. También es verdad que una inundación conmueve menos que un terremoto, por poner el buen ejemplo de Haití. Y que 1.600 son pocos muertos comparados con los cientos de miles del tsunami.

Pero es que, además, la solidaridad es un ejercicio muy humano y, como tal, caprichoso de narices. Y resulta que Pakistán es, a nuestro occidental entender, un nido de islamistas radicales, cantera de terroristas, fábrica de armas nucleares, cuna de conflictos con la India por un pedazo de tierra… Tengámoslo claro, nuestro despiste, el pasotismo general y algún que otro quesejodan viene también de todas las cosas malas que pensamos que sabemos de Pakistán. Que no es lo mismo ayudar a un negrito que nunca ha tenido nada y que, quizás por eso, no ha hecho nunca nada malo a nadie (Haití) que dar la mano a un hindú que peleó por dejar de serlo y luego se dedicó a recitar el Corán en una madraza hasta que le salieron coches bomba por las orejas (Pakistán).

Lo de Pakistán, como lo del tsunami, es, a decir de muchos científicos y gentes que saben más que yo, una pequeña muestra de lo que se nos viene encima. Desastres naturales que provocan desplazamientos de millones de personas cambiando para siempre las formas de vida no sólo de los epicentros, sino de los lugares de recepción. Nuestra reacción ante estos sucesos también vale de modelo para lo que pasará después. A veces nos sentiremos solidarios pero cada vez menos y no con todo el mundo. La solidaridad tiene derecho de admisión, como las discotecas. Y eso no ayuda a generar distensión.

Por no hablar de lo que pasará si un día nos pasa algo así a nosotros. Imaginemos que se inunda España y hay 20 millones de desplazados que vamos, es un poner, a Marruecos. Y ahí nos quedamos, con la mano en el aire sin que nadie nos la coja porque somos esos blanquitos que con la Biblia en un sobaco y las obras completas de Friedman en la cartera invadimos Afganistán e Irak, cerramos nuestras fronteras a los trabajadores honrados, nos negamos construir mezqu¡tas en la Zona Cero y sopoticientas barrabasadas más que no me caben en ese texto. Ah, que tú no has hecho nada de eso. Pues tampoco los de la foto y otros millones más. Y ahí están. Esperando a que alguien les eche un mano.

Suena Solidarity, de Angelic Upstarts.

La imagen es de aquí y el texto también se puede leer acá.

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Mucha gente me dice que es contradictorio ese rollo ecologista que me traigo con mi afición a los toros. Yo, obviamente, no lo creo. No soy animalista. No pretendo ni soy capaz de imaginar la total liberación animal, la convivencia de seismil y pico millones de personas con el censo al completo de bichos vivientes sin que haya un mordisco o un yugo de por medio. Soy consciente de que el hombre ha hecho su camino, entre otras cosas, a base de someter y utilizar a los animales y no concibo que ahora pueda ser de otra manera. Otra cosa es que ese sometimiento y esa utilización se deba hacer de una forma sostenible y responsable. Somos parte de un ecosistema que contempla nuestro carácter omnívoro pero al que le afectan cada vez más nuestras ansias de consumo desatado. Así pues, creo que el sufrimiento animal, como el humano, es parte de este juego que llamamos vida. Dentro de un orden.

Como trato de ser consecuente, cada vez como menos carne y casi nada de pescado. Tiendo hacia lo vegetal pero sigo siendo aficionado a los toros. No soy el único. Tengo una buena amiga que es prácticamente crudívora y sigue yendo a la plaza. ¿Y qué eso de la afición? Pues, como pasa muchos otros mejores y más sabios aficionados, no lo sé explicar muy bien. La mía, como ya he contado por aquí alguna vez, surge sin antecedentes familiares. Supongo que atraído por ese encontronazo con la vida que es una corrida de toros. Un encuentro a través de la muerte. La segura del toro y la posible del hombre que se enfrenta a él de una forma que, a veces, muy pocas, consigue una plasticidad y una emoción que no encuentro en ningún otro espectáculo. Y mira que voy a espectáculos de todo tipo.

¿Que está mal hacer de la muerte un espectáculo? Puede ser. A mí, en cualquier caso, me parece mucho peor hacer una virtud del ocultamiento de esa muerte. Sometemos a los animales, los hacemos sufrir y los matamos pero, como con casi todo lo feo, está bien mientras no lo veamos. En mi humilde opinión, comerse un huevo frito es una atrocidad kármica mucho más chunga que ir a los toros. Hay mucho más negativo en ese pollo criado y cebado en una jaula que en un toro que vive libremente cuatro o cinco años en el campo para luego pelear durante quince minutos en frente de una cuadrilla y un montón de gente en el tendido. Pero, ¿a que no hay huevos a prohibir los huevos?

Dicho lo cual, a mí en realidad me la trae al pairo, aunque me molesta un poco que haya sido como ha sido, lo que ha pasado en Barcelona. Ya está muy dicho, pero lo cierto es que Cataluña ya no era tierra de toros -la Cataluña de este lado de los Pirineos, que en la otra la afición no para de crecer-. Y también es verdad que en el resto de España, con perdón, la cosa tiene pinta de ir por el mismo camino. Ya sea por la vía legal o por desidia, la Fiesta es algo en peligro de extinción. De hecho, merece extinguirse por cómo se gestiona y por el estado deplorable en que se encuentra. Acabará, como sea, y no pasará nada. La vida seguirá. Eso sí, cada vez más alejada de la muerte y del sufrimiento. Para que sigamos todos encantados de habernos conocido, tan buenos, tan sensibles, tan respetuosos con esos animales a los que seguiremos haciendo sufrir y matando para nuestro propio beneficio y, también, por puro placer. ¿O es que el sashimi de toro es un artículo de primera necesidad? Y un cuerno.

Por supuesto, no he escrito todo este chorizo para convencer a nadie. Lo he hecho porque tenía tiempo libre y me apetecía expresarme. Que para eso tengo blog.

Suena Porom pom pero, de Toreros After Olé (ya no hay antitaurinos como los de antes).

La foto es de Juan Pelegrín, de su libro Un día en Las Ventas. Editado por una editorial catalana, por cierto.

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