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Archive for enero 2011

El Gobierno, o lo que sea eso, saca adelante una ley* en contra del criterio de los que intenta proteger con ella y, por supuesto, en contra de todos los que piensan que esa ley les afecta o, simplemente, es un atropello a sus libertades. Para hacerlo, una vez vio que por el Congreso no podía, ha dado un rodeo por el Senado. Quiere esto decir que al Gobierno se le ha puesto en las narices hacer una cosa y la ha hecho a pesar de lo que piensa la opinión pública y algunos partidos. Luego se extrañará el Gobierno de que el internauta de rodeos para bajarse series o que el fumador aspire humo en lugares prohibidos o que el contribuyente se escaquee de pagar impuestos. Pues que no se extrañe. Es el Gobierno el que da ejemplo. El Gobierno, o como se llame eso, invita a la desobediencia.

Suena The Righteous Path, Drive By Truckers.

*De todos modos, me inquieta un poco que la gente se soliviante tanto por la Ley Sinde y tan poco por todo lo demás. A veces pienso que algunos se conformarían con series gratis. Me gusta ‘Mad Men’ pero no sé si para tanto.
La imagen la he pillado de aquí.

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Fue el año pasado, hace siglos. En el Experimentaclub. Tocaba E.A.R., o sea, Experimental Audio Research, o sea, Sonic Boom, o sea, Peter Kember, o sea, la mitad de Spacemen 3. Desde que descubrí a los hombres del espacio, he sido seguidor de toda su estela. A Jason Pierce sí le había visto haciendo de Spiritualized, pero me quedaba por ver al (más) raro de la expareja. Fui y flipé. Han pasado muchos meses y muchas cosas. Pero no sé si es que no tengo nada más que decir o que tengo que decirlo. Me da igual. Aquello fue un maravilloso concierto de blues. Sí, Sonic Boom hace blues con sus máquinas y su voz lo mismo que lo hizo Robert Johnson. O folk como el de Bob Dylan. O country como Hank Williams. Sonic Boom canta al señor, eleva oraciones y lamentos, paga sus culpas. No he encontrado un vídeo que retrate lo que vi, pero aquí va lo que va.

Sonic Boom, The End.

Hank Williams, Lovesick Blues.

Neil Young, Ambulance Blues.

The Carter Family, Wildwood Flower.

Son House, Death Letter Blues.

John Lee Hooker, Hobo Blues.

Skip James, Devil Got My Woman.

Spacemen 3, Come Down Easy.

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¿Por qué una empresa que se dirige con uno de sus productos a un público adulto no se atreve a tratarlo como tal? Por concretar la pregunta, ¿por qué ayer El País Semanal saca un tema de portada sobre sexo entre mayores o viejos pero no se atreve ni una sola vez a escribir palabras como copular, fornicar, ayuntar, follar, joder o, aunque sea una cursilada, hacer el amor? ¿Es que no había otra solución que repetir cada vez esa fórmula, ya empalagosa desde la portada, de «los mayores también lo hacen» y encima subrayando la mojigatería con cursiva? Que es que así nos hacemos un lío. Por ejemplo, yo llevo un par de semanas dudando de si los Reyes Magos existen, las teles y los periódicos dicen que sí pero en la frutería me han sugerido que no. Y ahora, encima, no termino de saber si follan o no follan…

Suena No todo va a ser follar, de Javier Krahe.

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Antes a las cosas se las llamaba por su nombre. Que Mateo Morral tiraba a los reyes un ramo de flores bomba, pues a eso se le llamaba atentado terrorista y a otra cosa. Ahora no. Ahora un tío se lía a tiros en Arizona durante un acto político, mata a un juez y a una niña, entre otros daños colaterales, al intentar asesinar a una congresista y se le califica de pistolero, se hacen comparaciones con el caso Columbine y se indaga en sus redes sociales en busca de cualquier rasgo de chaladura. Víctimas del caso son, pues, los muertos y los heridos y las palabras «atentado» y «terrorista», que siguen en paradero desconocido. También antes se asumían más claramente las responsabilidades. Ahora no creo que lo hagan los que difunden los mensajes que animaron al muchacho a apretar el gatillo. Sarah Palin, el Tea Party y toda esa ralea de neoklaneros. Ellos dibujaron la diana y Jared Lee Loughner ha disparado. Trabajo en equipo, aunque nadie pueda demostrarlo. Así funcionan los lobos solitarios (lone wolfes) que crearon los supremacistas blancos gringos en los 90. Eso era Tim McVeigh, que mató a 168 en Oklahoma City. Eso tiene pinta de ser Jared Lee. La cosa es muy sencilla: hay un alimento ideológico que se difunde desde en un concierto de calvos hasta en un noticiero de la Fox. Y luego hay una serie de muchachos dispuestos a hacer lo que hay que hacer. No hay organización, no hay red, no hay nada más que una conexión intangible, la de un odio que se contagia como un virus con las ganas de cambiar el mundo (a peor, en mi opinión) de ciertos individuos. Una fórmula tan perfecta que ha sido adquirida por el enemigo, los teroristas islámicos a los que, vaya, sí se les puede llamar así a la primera.

Antes, por cierto, los que atentaban tenían más fácil apuntar. Los anarquistas tiraban a dar a reyes y banqueros. Los del otro lado, a líderes sindicales. Ahora, el tal Jared Lee ha cometido un atentado terrorista, con perdón, de inspiración ultraderechista dirigido contra una mujer que no es que sea el diablo rojeras. Leo que la congresista era favorable al derecho a portar armas (toma lección de karma) aunque es verdad que estaba en contra de la ley racista de la gobernadora de Arizona, lo cual no es ser de izquierdas sino ser humano. Es miembro, en cualquier caso, de un gobierno que acaba de hacer otra de esas cosas a las que ya no se llama por su nombre. El departamento de Justicia de Estados Unidos ha pedido a Twitter información sobre usuarios de la cosa relacionados con Wikileaks. Julian Assange tiene razón cuando dice que «si el Gobierno iraní tratase de obtener esta información de los periodistas o activistas extranjeros, grupos de derechos humanos de todo el mundo se habrían manifestado». En otros tiempos eso tendría un nombre, a elegir entre fascismo, dictadura, atropello de derechos… Ahora no, ahora a esto se le llama democracia.

Suena Little Man With a Gun in his Hand, de Minutemen.

La imagen recrea el atentado de Mateo Morral y está sacada de aquí.

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Ojo, que vienen profesionales. El Obispo de Córdoba ha dicho que «la UNESCO tiene programado hacer homosexual a la mitad de la población». Y él lo sabe de buena tinta porque se lo ha dicho el mismísimo ministro de la familia del Papa. Es una verdad como un templo, pues. De hecho, ese plan de amariconar al personal explica las últimas noticias sobre curas que cometen actos impuros. Sí, esos malditos sacerdotes no es que sean unos cerdos, es que son agentes dobles de la UNESCO. Y, de paso, también confirma otra cosa: la programación televisiva en España se puede considerar, efetivamente, como bien de interés cultural.

Suena Macho Men, de Village People, a la espera de que la UNESCO los reconozca como patrimonio inmaterial de la Humanidad.

La imagen está sacada de aquí y retrata a dos amigos antes de soltar la bomba sobre Hiroshima. ¿Que no tiene nada que ver con todo esto? No sé, yo antes preguntaría al Obispo de Córdoba.

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