– Si el periódico tuviera estabilidad y reportara unos tremendos beneficios no me importaría que entregaras los dividendos que quisieras. Pero este año no es precisamente el mejor momento para que te aumentes la bonificación. Mi sugerencia es que se reduzcan a la mitad todos los salarios de la dirección.
– La propiedad conlleva una responsabilidad. Como bien señalas, estamos hablando de capitalismo. Los propietarios del SMP quieren obtener beneficios. Pero son las leyes del mercado las que dictan si habrá beneficios o pérdidas. Con tu razonamiento, lo que consigues es que las reglas del capitalismo se apliquen de modo selectivo a los empleados del SMP, pero no a los accionistas ni a ti mismo.
– Creo que no entiendes que, si nuestros accionistas son accionistas, es porque quieren ganar dinero. Se llama capitalismo. Si tu idea es que pierdan dinero, ya no querrán ser accionistas».
Después de haber invadido metros, autobuses y parques de todas las capitales del Reino, ahora se prevé una plaga en las playas de árboles talados a mayor gloria de la memoria de Stieg Larsson y a beneficio de sus polémicos herederos. Entre mucha acción trepidante, tramas de teleserie gringa, personajes que son superhéroes (y superhéroas) y estereotipos (y estereotipas) y nombres suecos imposibles de leer, uno puede encontrar en la trilogíaMillennium hasta una reflexión. Es en forma de diálogo entre Erika Berger y su nuevo jefe en el SMP y soluciona de forma simple y certera el problema de los medios de comunicación y de la empresa capitalista en general. Eso sí, el hecho de que este diálogo se produzca de la forma en que se produce y entre la recatora jefe recién fichada por un periódico conservador venido a menos y el capo de los dineros de ese tabloide, demuestra que Larsson no murió de un ataque al corazón sino de un ataque de imaginación.
Ahora resulta que fue Dios, y no Cajamadrid, quien «colocó el dinero en manos del Madrid para fichar a Kaká». Como todo el mundo sabe, porque lo dijo el Buitre (¿el espíritu santo?) hace años, ese equipo está presidido por un ser superior recientemente resucitado (o reelegido, que para el caso). Y, esto es un hecho, Ronaldo es Cristiano. Por todo esto y por todo lo demás, yo voy a seguir siendo ateo. Y del Athletic de Bilbao.
He estado algunos días fuera y creo que me he perdido algunas cosas. A ver. Creo que se ha celebrado el día del orgullo tomasista y que han sacado en carroza al torero, con Sabina, Dragó, Vicente Amigo y demás orgullosos bailando a pecho descubierto ante el clamor de la afición. Me parece que he oído algo también sobre la presentación de Michael Jackson como nuevo jugador del Real Madrid, ante 75.000 fans enfervorizados y con la presencia de Florentino Pérez, Stevie Wonder y otras estrellas del soul. Pero creo que ha habido otro acto masivo pero luctuoso y es que parece que se ha celebrado el funeral de Cristiano Ronaldo en Los Ángeles, con palabras de dolor por parte de Paris Hilton y David Beckham.
Claro que es posible que no haya sido así. Puede que se haya celebrado el día del orgullo Cristiano y que todo el Bernabéu se haya depilado las cejas y el pechito y haya gozado de música house en shorts para celebrar tal cosa. Y que, como me apunta Juan por otro lado, Michael Jackson se haya encerrado con seis toros en Barcelona, toreando a base de moonwalkinas y volviendo loco a la concurrencia, que ha pedido las orejas agitando el típico guante blanco. Lamentablemente, en esta versión de los hechos, me he enterado del funeral por la defunción del tomasismo, muerto por sobredosis de olés, conocido anestésico para aficionados.
Claro que es posible que nada sea lo que me parece a mí. Que hayan ido 75.000 humanos al Bernabéu para ver a Cristiano Ronaldo, José Tomás se haya llevado cinco orejas de esa exaltación de la amistad barcelonesa y que Madrid se haya convertido, como cada año, en un San Fermín gay por eso del orgullo de tal. Cualquiera sabe, yo no.
Pobres cocineros de postín. Nadie se ocupa de ellos, no salen en las noticias, tienen los restaurantes vacíos, deben bajar el precio de sus menús, no les editan libros, ni ponen su cara y su marca para gazpacho en brick. No, en serio. Es una jodienda. Los tíos sólo pueden comprarse un par de relojes de medio kilo al año y ni siquiera tienen para un Aston Martin. Su profesión está devaluada, dejada de la mano de Dios. Jo. Tú. Qué pena.
Dan ganas de darles algo a Adriá, Arzak y, sobre todo, a Arola, que es el que ha hablado con El País. Dan ganas de darle un abrazo por hacérnoslo pasar tan bien con su entrevista. O el tío es un cachondo mental o se tomó una copita de champán de más. Dice Sergi: «Los chefs no tenemos ministerio». Y dice más: «Podríamos estar viviendo un momento de desamortización gastronómica». Y añade: «Es duro decirle a tu hija que no puedes ir a verla bailar en la fiesta de fin de curso del colegio porque tengo que visitar los restaurantes que abro, como éste en Portugal». Y no se calla: «Somos un sector en el que todo el mundo se apoya, pero al que nadie ayuda».
Y digo yo: que es verdad que la gastronomía española representa por ahí fuera al país pero que es mentira que no reciba ayudas. Que el ICEX y otras instituciones se encargan de promover y ayudar a cocineros, denominaciones de origen y marcas españolas por el mundo. Y que, además, no parece muy lógico que haya que contibuir, con dinero de todos, a los negocios que cada uno se monta en el extranjero. Claro que molaría que cada profesión tuviese su Ministerio, más que nada por conocer al ministro de chistes de Lepe. Pero nada. Se ve que en esta vida no se puede tener todo. Y es que no es tendencia.
Puede que en algún lugar del discurso de Arola haya una razón. Yo no la he encontrado pero, en cualquier caso, ni ha sabido expresarla ni lo ha hecho en el mejor momento. Ni siquiera en el mejor lugar: el tío habla ante el campo de golf del lujoso Hotel Penha Longa, en Sintra, Portugal, donde inaugura plaza. Mal sitio para quejarse y peor tiempo con el panorama que tenemos, que parece que el tío no ha leído los periódicos los últimos meses y no sabe lo de los millones de parados y tal. O es que igual el Gobierno, después de dar pasta a bancos y fabricantes de coches, tiene que ocuparse de los restaurantes. Que todo puede ser.
A mí me gusta comer y beber bien. Y mucho. Una vez estuve en la mesa de la cocina de La Broche (gracias, padres) y hablé con Arola. Me dijo que él, con el restaurante, no hacía dinero, que si quisiese hacerse rico montaría un asador. Me pareció lógico. Casi había más gente currando en la cocina que comiendo en sala. Por eso Arola, en vez de dedicarse a asar corderos, ha montado nosecuántas paninotecas y sopotocientos restaurantes que llevan su nombre. Los cocineros se han convertido en algo más que empresarios, se han hecho marcas. Y están en su derecho. Pero, y esto no es una opinión sólo mía porque hay cada vez más gente que la comparte, están saturando al personal con su presencia y con manifestaciones como éstas. Y lo peor es que a Arola no le caerán muchas bofetadas por lo que ha dicho, que sólo hay hostias para el que se sale del rebaño corporativo, como Santi Santamaría.
Acabo, que me está entrando hambre y voy a ver si encuentro una tasca abierta. El pobre Arola se queja de que no puede ver bailar a su hija pero no le importó sacarla en un anuncio de hornos. Es muy libre de hacerlo, claro. Como de salir haciendo el gamba en un horrible reality llamado Esta cocina es un infierno. También es libre de lamentarse en la entrevista de que no puede comprarse un Aston Martin: «Yo siempre digo que hay restaurantes asequibles y otros que no lo son. Por ejemplo, a mí me encantaría conducir un Aston Martin, pero no puedo comprarme uno porque no es asequible». Pero, él que sabe de cocina, debería entender que las palabras hay que medirlas como los ingredientes de las recetas. Que si uno se pasa acaba haciendo un discurso intragable que puede sentar malamente a la gente que tiene problemas serios. Claro que siempre podemos acudir al ministerio de ciudadanos hartos de entrevistas chorras para que nos ayude.