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Archive for febrero 2011

En los años 70 se llegó a un punto en el que todo quisque decidió que en las portadas de las revistas tenía que aparecer el típico rostro del mes, alguna jodida aspirante a estrella, junto a 20 pequeñas descripciones del contenido y, encima de todo, el logo. Ahora vas al puesto de prensa y hay entre 30 y 40 revistas con el mismo aspecto externo. Y hay gente que defiende eso. Tina Brown [antigua editora de Vanity Fair y New Yorker] me dijo en cierta ocasión, “Mira, George, hoy en día ya no puedes hacer portadas como aquellas. Hay demasiadas revistas”. Y yo le repliqué, “¿Qué significa eso? Tina, si cogieras una de mis portadas, una cualquiera, y la vieras en un puesto de prensa, se te saldrían los ojos de sus órbitas. ¡Ahora todas las revistas tienen el mismo aspecto!”.

Dicho queda. Y dicho por George Lois, autor de las míticas portadas que hicieron mítica a la revista Esquire y el hombre que en los 60, primero como director de arte y luego como socio de las primeras agencias creativas americanas, convenció a las marcas de que también se podía vender haciendo anuncios distintos, sorprendentes y, a veces, geniales. Esto lo dice George Lois en una de esas joyas que se encuentran a veces en la revista Vice, o en su versión online. Firmada por Rocco Castoro, la entrevista cuenta mucho sobre revistas y bastante sobre su relación con Harold Hayes, director de Esquire. También se habla de publicidad, de cómo hasta el mísmísimo Scorsese se decepcionaba al saber que Lois, más allá de las portadas, lo que hacía eran anuncios… Ah, y también se menciona a Mad Men, que no le gusta nada a George Lois aunque haya sido él uno de los modelos para construir a Don Draper y alrededores.

Pues eso, que la entrevista es estupenda y que se puede leer completa aquí.

Y ahora, paso a lo personal. En mi casa he mamado revistas y respirado publicidad. Leer a Lois me ha llevado a la forma de hacer publicidad y revistas que yo vi al crecer. No suelo ser muy nostálgico pero creo que fueron, para eso, tiempos mejores. También creo que estos pueden ser buenos tiempos para saltarse el guión. Sólo hace falta valor.

En cualquier caso, uno de los hombres que más admiro dijo ayer cuando le pasé la entrevista: «Qué bien. Qué tipo tan enorme». Y mi padre no dice estas cosas muy fácilmente.

Suena RJD2, My Beautiful Mine, y se ve la versión Simpson de la cabecera de Mad Men.

La imagen, sacada de aquí, es una portada de Lois de 1966. O cómo contar la Guerra de Vietnam en menos de 100 caracteres sin Twitter a la vista. Otra cosa, aprovecho para agradecer a todos los que me están abasteciendo de temporadas de Mad Men. Aunque a George Lois no le parecza que refleje la realidad, estoy pillado.

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Tengo la sensación de que estamos en uno de los momentos más importantes de la historia reciente de la humanidad. Y de que estamos pasando un poco del tema. Y lo digo en primera del plural porque me incluyo. Me pongo a pensar en algo tan gordo como lo que se ve estos días allí abajo y no se me ocurre nada hasta la caída del Muro de Berlín. No sé, quizás es porque ahora todos somos un medio de comunicación y programamos según lo que nos interesa y por eso la cosa se dispersa pero no me parece muy normal que las teles, las radios y los periódicos no dejen casi todo lo demás para enfocar sólo a Libia o, antes, a Túnez y Egipto. Que no dediquen especiales informativos, que no corten la programación, que no paren las máquinas.

Cada primavera desde que recuerdo, he visto y oído mil especiales sobre Mayo del 68. Me han dicho que fue muy importante, que los jóvenes se levantaron para cambiar las cosas pero que, al final, nada cambió. No estuve entonces, mis padres, que no se dieron prisa, pero me parece que aquello no fue nada comparado con esto. Ahora están siendo derrumbadas estatuas que parecían firmes como el granito en una especie de caída de fichas de dominó maravillosa. Como si fuese un videojuego muy bien guionizado, cada dictador y cada país tienen su revolución mientras las otras se van preparando para que, una vez superada una pantalla, pasemos a la siguiente. Esto sí que es hacer posible lo imposible y, sin embargo, no nos estamos quedando del todo con la copla.

No me quejo, sólo me sorprendo. Flipo con que no estemos todos pendientes de Al Yazira cuando tiene toda la pinta de que lo que está pasando hoy cambiará para siempre el mañana. ¿Que no? Joder, ¿hace cuánto que los ciudadanos de un país no echaban de la poltrona a su tirano de turno? Y no sólo de uno, ya vamos por dos y medio. Y vaya tiranos: algunos de los cromos más impresentables de la política internacional están siendo cambiados en este patio revolucionario. Y qué países: uno de los ejes más importantes de la política mundial pasa por ahí, por el mismo sitio por donde pasan el petróleo y el gas que nos mantienen en marcha. Si hasta en China se están encendiendo mecheros.

Puede que estemos muy ocupados con nuestros propios problemas, tratando de encontrar otro curro que nos permita pagar la factura del iPhone. Puede que ya estemos de vuelta y todo lo que no sea el último viral de Nike nos deje flácidos. O puede que nos parezca más entretenido un rueda de prensa de Mourinho. Pero el caso es que no estamos disfrutando del momento. Ni, creo, aprendiendo de él.

Otra cosa son los políticos y los directivos con intereses en la zona. Éstos no están disfrutando en absoluto de la cosa y puede que estén tomando nota para tratar de evitar que les pase a ellos. Hoy he oído a un experto consultado en Al Yazira decir que estaban actuando, los líderes de occidente, como «avergonzados» de su apoyo interesado a tipejos como Ben Ali, Mubarak o Gadafi. También he visto decir a Duran i Lleida que la situación resultante era muy peligrosa. Obvio, acojonados rima con avergonzados. En fin…

A todo esto, nos están, nos estamos, escamoteando la palabra «revolución». Hoy la oí a una reportera de TVE, creo, y como que me sorprendió. Busco en Google y encuentro que se usa, pero tampoco unánimemente. Busco en la DRAE y veo que es un «cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación». Busco en Wikipedia, por eso de que los tiempos están cambiando, y encuentro algo que cuadra más: «cambio o transformación radical y profunda respecto al pasado inmediato». Esto es.

Puede que nos de algo de miedo por eso de que preferimos seguir siendo niños que jugan a ser adultos y podemos perder nuestros juguetes, las teles de plasma y todo eso, pero está pasando. Puede que veamos lo de allí abajo con condescendencia, como apuntaba ayer Gil Calvo en El País. Puede que no creamos que es asunto nuestro. Seguro que estamos equivocados. Es el mayor espectáculo del mundo: la revolución. Y la estamos viviendo. Y es asunto nuestro, mucho más y mejor que una rueda de prensa de Mourinho y mucho más viral que cualquier vídeo de Nike. Ojalá se nos contagie algo.

Suena Rock El Casbah, por Rachid Taha.

La imagen es de aquí.

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Ahora, Trinidad Jiménez y otros, ejem, líderes de este lado se felicitan por lo sucedido en Egipto. Antes, ¿alguien recuerda a algún preboste del mundo, ejem, ejem, libre diciendo algo en contra de Mubarak?

Suena Espinete cantando por Eskorbuto el Iros a la mierda. Descubrimiento.

La foto es de aquí.

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Se ve que a la gente le parece que la boina está pasada de moda salvo la que está causada por la contaminación. Se ve que la culpa es siempre del gobierno y que la responsabilidad es algo que exigimos a nuestros hijos pero no a nosotros mismos. Se ve que es más limpio cagarse en un alcalde que cagarse encima. Se ve que las señales de la gastroenteritis y las gripes, los vómitos, diarreas, mocos y esputos, son combustible para los vehículos ahora que la gasolina está cara. Se ve que nos molesta el humo en los bares pero no en la calle. Se ve que coger el coche es una necesidad de esas primarias, como mear o follar, que hay que hacer todos los días y de forma casi inconsciente. Se ve que ir en bici por la ciudad es muy peligroso porque la ciudad está llena de coches conducidos por gente que piensa que ir en bici es muy peligroso. Se ve que correr fuera del gimnasio es de cobardes y andar, de pobres. Se ve que si los españoles tienen que elegir entre respirar y conducir, lo tienen claro. ¿Se ve? Yo no veo nada más que gente que se queja. Y eso también contamina.

Suena, en bici, Goat Hurt, de No Age.

La imagen es de aquí.

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Viva la madre que me parió.

Suena Rachid Taha, Ecouté Moi Camarade.

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Lo fuerte no es que hayamos convertido las cosas que se dicen en redes sociales en noticia. Lo flipante no es que 140 caracteres provoquen dimisiones, despidos y reportajes de teles y periódicos. Lo heavy no es que los medios sociales sean como un bar lleno de opinadores en el que uno mete la pata desde Almería y el resto se escandaliza desde cualquier parte del mundo. Lo fuerte no es que se haya convertido la cosa en una especie de tribunal de porteros de lo socialmente correcto en el que si se responde malamente a un chiste de bilbaíno se le tira el personal a la yugular. Lo bizarro no es que Twitter se parezca a un gran hermano (el programa) global en el que los habitantes de la cosa piensan que son más estupendos que los de la casa porque protestaron por el cierre de CNN+. Lo extraño no es que gente que ni se ve ni se conoce se de los buenos días. Lo absurdo no es lo que es capaz de hacer alguno por un par de seguiodres más. Lo triste no es que lo que unos intentan usar para informarse, informar o cambiar las cosas otros lo usen para lo de siempre. No. Lo verdaderamente acojonante es que haya toda esa gente con todo ese tiempo para poder hacer todo esto. No ya por el trabajo y la productividad perdidos, que hay mucho parado y mucha gente capaz de hacer varias cosas a la vez, pero, ¿no ponen nada más interesante en la tele?

Suena Colour Television, de Eddy Current Supression Ring.

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Antes pensaba que no hablaba mucho con mi familia. Ahora creo que lo hago un poco más, incluso por redes sociales: 140 caracteres o así.

Suena Skinned, de No Age.

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Ayer se publicó por fin la noticia: Hearst compra el imperio editorial mundial de Lagardère (Hachette Filipacchi para los amigos). Eso son 102 revistas, el derecho a publicar ELLE en 15 países (aunque Lagardère conserva derechos sobre la marca) y quedarse con el negocio en países como Reino Unido, Italia, España, Rusia, Ucrania, China, Japón, Países Bajos, República Checa, Hong Kong, México, Taiwan, Canadá y Alemania. Francia se queda para los franceses. Eso, en cualquier caso, es comprar la que llego a ser mayor editora de revistas, por volumen, del mundo (el dato lo digo de memoria, paso de buscarlo). Y todo por 651 millones de euros.

Ayer se publicó por fin la noticia: el Chelsea compra al Liverpool el delantero Fernando Torres. Un tío que ha marcado 72 goles en 150 partidos con la (otra) roja y que con (nuestra) roja marcó uno que vale por una Eurocopa, aunque eso al Chelsea y al Liverpool se la sople. Y todo por 58,5 millones de euros.

Las dos noticias no tiene relación. Pero haciendo cálculos, uno se da cuenta de que comprar en enero de 2011 una de las mayores empresas editoriales del planeta vale lo que comprar un equipo formado por 11,12 Fernandos Torres. ¿Y después de darse cuenta de tal cosa hay alguna reflexión que hacer? Seguramente, pero no la pienso hacer yo porque: a) dicen que la lectura, aunque sea de blogs tontainas como éste, ayuda a estructurar el pensamiento y, por tanto, fomenta la reflexión; y b) me tengo que ir pitando a una reunión.

Suena You’ll Never Walk Alone, por Gerry and the Peacemakers (no, no es la orginal, la original es de un programa de TV).

Gracias Padre por el aviso. La imagen es de aquí.

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