¿Por qué una empresa que se dirige con uno de sus productos a un público adulto no se atreve a tratarlo como tal? Por concretar la pregunta, ¿por qué ayer El País Semanal saca un tema de portada sobre sexo entre mayores o viejos pero no se atreve ni una sola vez a escribir palabras como copular, fornicar, ayuntar, follar, joder o, aunque sea una cursilada, hacer el amor? ¿Es que no había otra solución que repetir cada vez esa fórmula, ya empalagosa desde la portada, de «los mayores también lo hacen» y encima subrayando la mojigatería con cursiva? Que es que así nos hacemos un lío. Por ejemplo, yo llevo un par de semanas dudando de si los Reyes Magos existen, las teles y los periódicos dicen que sí pero en la frutería me han sugerido que no. Y ahora, encima, no termino de saber si follan o no follan…
No es que el Nobel de la Paz sea el premio más coherente y prestigioso del mundo. Le pasa un poco como a la Medalla de las Bellas Artes que le dieron a Fran Rivera; cuando se lo dieron a Kissinger, por ejemplo, todos los seres medio decentes que tenían un Nobel de la Paz deberían haberlo devuelto. Hoy se lo han dado a Obama. El tío lleva cien días y pico de curro y ya ha tocado pelo. La pera. A mí esto no hace más que llenarme de esperanza porque se cumple el primer punto de la carta que le escribí cuando salió coronado. Como vaya cumpliendo mis deseos a esta velocidad, el año que viene el Athletic ¡campeón de la Champions!
Aquí dejo la carta para el que quiera saber lo que pasará en el futuro:
Querido Obama:
he sido bueno toda esta legislatura y prometo ser bueno la que te viene encima y la otra, si es que sales reelegido o no te matan cuando te bajes de tu coche blindado contra meteoritos. Te habría votado, pero los meses que pasé viviendo en tu país no fueron suficientes para que me diesen la ciudadanía. No te voté, pues, pero te apoyé y me alegré mucho cuando saliste elegido. En cualquier caso, como es tu coronación como rey mago del Mundo Libre, perdón, tu juramento como presidente de los Estados Unidos, no quiero dejar pasar la oportunidad para hacerte llegar mis peticiones, que sé que eres magnánimo y generoso y muchas otras cosas más.
Allá van:
· La paz en el mundo, el cambio del cambio climático y la justicia social, aunque como esto te lo han pedido todos los demás, no me lo apuntes a mi lista, ¿vale?
· Salud y amor para mi familia. Yo me conformo con salud y mujeres.
· Que RBA se decida de una vez a publicar mi novela.
· Que la gente vuelva a comprar periódicos y revistas y que los periódicos y revistas vuelvan a ser medios interesantes para leer y trabajar en ellos. Por cierto, no me vendría mal que me trajeras redactores jefe que contestaran mis emails y que aceptasen los temas (chulísimos, por otra parte) que les propongo. Todo esto sin que descuides Internet, que sé que te ha hecho mucho bien y que es muy entretenido a la par que informativo.
· Una casa chula y barata. Con la que tengo me vale, pero dile a mi casera que me baje el alquiler a la mitad, anda.
· Un Ayuntamiento de Madrid que se preocupe por fomentar, o al menos por no frenar, la cultura de verdad, la de la gente normal, no sólo la de la ópera y las exposiciones de postín.
· Unos bares y garitos que den buenos conciertos a precio razonable sin adulterar la bebida, ofreciendo sonido estupendo y tratando a sus clientes con respeto y delicadeza. Y llenos de tías estupendas, claro.
· Que Neil Young toque todos los años en Madrid hasta que se muera. Y que se muera tarde.
· La legalización de todas las drogas. No porque yo sea usuario, ojo… Pero por si acaso me da por ahí.
· Una Liga para el Athletic de Bilbao. Y, si ves que tal, una Champions League ganada en la final al Madrí.
· Un Mundial de fútbol para España. Hombre, a los gringos os la sopla el soccer y a nosotros nos hace ilusión. Si eso, te lo cambio por las Olimpiadas para Chicago, que en Madrid no estamos para más obras.
· Un entrenador para Estudiantes (no un señor de traje que vaya a los partidos, que eso ya lo tenemos).
· Toros bravos para todas las ferias y corridas. Matadores que se crucen, paren, templen y manden. Un poquito de suerte y técnica con la espada para El Cid (para que veas que soy generoso y no pido sólo para mí). Ah, y un abono de delantera de grada (no me importa que sea de sol) para San isidro.
· Una rodilla derecha en condiciones, a ver si puedo volver a jugar al fútbol, aunque sea de lateral.
· Un mar limpio y lleno de peces y permiso para mis amigos buceadores y casados para que lo disfruten conmigo.
· Trabajo para el que quiera trabajar y huevos para los que quieran dejar el trabajo y largarse por ahí.
· Que todos los que te han votado y apoyado se den cuenta de que son ellos los que han hecho posible el cambio, que no depositen todas sus esperanzas en ti y que se mantengan activos para seguir generando cambios para que esto mejore. Si me traes esto, casi que me conformo. No sé, igual puedes sumar el abono o algo así no muy caro.
Bueno, ya te dejo que estarás muy ocupado con tu discurso y aguantando a Bono y a los demás. Espero que seas muy feliz en la Casa Blanca y que Bush no te haya hecho ninguna pirula dejando sin pagar el gas o cambiando los retratos de Lincoln por posters de Rambo. Dale saludos a Michelle de mi parte y felicitalá, que sé que ha sido su cumple.
Está Al Gore de gira ibérica. Ayer pasó por Bilbao a cobrar una conferencia y hoy llega a Sevilla a repartir doctrina a lo que alguien ha tenido la mala idea de llamar «su ejército verde». No pienso contaminar aquí el mérito del marido de la censora Tipper Gore. Ni tampoco meterme en si se ha forrado o no con su discurso ecologista. Estoy convencido de que el que fue el próximo presidente de los Estados Unidos ha hecho un curro la mar de valioso poniendo en primera plana el asunto del cambio climático. Los gringos (y muchos otros) parecen necesitar de prescriptores no sólo para el consumo, sino también para el pensamiento. Tienen el síndrome Troy McClure. Necesitan que entre un tío en plano y les diga eso de «hola, soy Troy McClure, me conocerán de documentales sobre lo chungo que lo tenemos como…». Lo que hace en dibujos animados ese secundario de Los Simpson lo hace en serio gente como Michael Moore. Y Al Gore. Y si el tío gana pasta con ello, pues muy bien. Mejor que se forre así que fabricando minas. No me voy a meter con él por eso.
Lo que trae a Al Gore a estos párrafos son los Reyes Magos. Sí. Este hombre es como un padre que sostiene la existencia de Melchor y compañía ante un chaval con pelos en el bigote. Desde Una verdad incómoda, Al Gore no se cansa de repetir que es posible frenar el cambio climático sin frenar el desarrollo. Es decir, que los países de chaqueta y corbata pueden seguir teniendo sus crecimientos de entre el 3 y el 5% sin afectar al medio ambiente. Venga ya. Sería preocupante que Al Gore aún creyese en los Reyes Magos. Pero sería peor que no creyese y que pensase que nos puede convencer a los demás de su existencia. Lo mismo con su tesis de sostenibilidad y desarrollo. Si Al Gore piensa de verdad que el Capitalismo es sostenible, malo. Y si no lo piensa pero lo dice y cree que nos vamos a comer la tostada, pues malo también.
Este sistema voraz en el que vivimos, éste que nos empuja a comer sin apetito, comprar sin necesidad y gastar lo que no tenemos, es insostenible por definición. El Capitalismo necesita de consumidores que sigan moviendo los billetes. El consumo se genera a partir de materias primas. Y como las materias primas están en peligro de extinción, la Tierra necesita que le den un descanso para regenerarse un poquito. Pero ese descanso es imposible si se pretende seguir creciendo. Ya somos más de 6.000 millones pisoteando el planeta. Cada vez más hay más gente con cierta capacidad de consumo. Y cada vez habrá menos que consumir. Malas noticias para la Tierra. Malas noticias para el aire. El Capitalismo va a morir de éxito.
Repito: olé los cojones de Al Gore por dedicarse a lo que se dedica. Pero ya va siendo hora de que alguien nos cuente la verdad incómoda de verdad. Así no. Así no llegamos a viejos. Así se acaba la historia. El problema es que eso no lo va a hacer un tío tan metido en el sistema como Gore. Ni ningún otro político de los que dan dinero a los bancos. Ni ningún medio de comunicación de los que viven de la publicidad. Ni ninguna empresa, claro. Eso lo deberíamos decir nosotros pero tampoco. De momento, vivimos demasiado cómodos para verdades incómodas. Y por eso preferimos creer en los Reyes Magos.