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Archive for the ‘Deporte’ Category

Tercera y última de la serie ‘Here comes your MAN’ para la revista Man. Desde ya, mítica colaboración del  legendario Ricardo Cavolo y de mi menda. En este caso, el último por el cierre estrepitoso de la revista, se trataba de hablar de los Juegos Olímpicos del año pasado y de más cosas a través de la historia del gran Fosbury. Me había dejado este texto por algún lado pero ayer, al ver las estupenda final del altura del Mundial de atletismo, con Bondarenko y Barshiml volando por Moscú, me acordé de él. Y aquí está.

Fosbury por Ricardo Cavolo, www.laopcionb.comMás rápido, más alto, más fuerte. El lema se repite como un mantra desde que Pierre de Coubertin se inventó el Comité Olímpico Internacional en 1894. El barón le pidió prestada la locución latina citius, altius, fortius a su amigo el dominico Henri Didon, que lo había parido para el frontispicio del Colegio Alberto Magno de París y, desde entonces, ha permanecido como una verdad inalterable en esto del deporte. Pero la única verdad es que las cosas no siempre son como nos dicen que tienen que ser.

Que se lo pregunten a Richard Douglas Fosbury. Nacido en 1947, con 16 años se dio cuenta de que tenía un problema. El muchacho practicaba el salto de altura. Quería ganar pero no era capaz de hacerlo con las técnicas dominantes: el rodillo ventral y el salto a tijera. No era ni el más rápido ni el más fuerte, por eso no podía saltar más alto. Pero quizás sí fuese el más ingenioso. El menos conformista. El más creativo. Por eso se inventó su propio estilo. El Fosbury Flop consistía en ir hacia el listón haciendo una curva y saltar de espaldas, extendiendo el brazo más cercano. No le fue fácil salirse de la norma y el chaval Fosbury se llevó más de una colleja de sus compañeros de pista, un buen montón de broncas de sus profesores y hasta artículos insultantes en la prensa. Pero él insistió. Siguió con su innovador salto y ganó el título universitario en 1968 representando a la Universidad de Oregón, su Estado. Ese mismo año se clasificó primero en las pruebas para llegar a las Olimpiadas.

México, 1968. Todo el mundo recuerda ese lugar y esa fecha como uno de los momentos míticos del olimpismo. La altura de la capital azteca y el estreno del tartán como material de pista provocaron que Bob Beamon volase a 8,90 metros en salto de longitud. En los 100, Jim Hines bajó por primera vez de los 10 segundos. Las marcas de las pruebas masculinas de 400 y 4×400 permanecieron más de 20 años imbatidas. Pero, con permiso de Tommie Smith y John Carlos, que en el podio de los 200 levantaron su puño enguantado en cuero y bajaron la cabeza al sonar el himno estadounidense en defensa de los derechos de los negros de su país, aquellas fueron las Olimpiadas de Fosbury.

Dick tuvo que aguantar las risas de sus contrincantes y de buena parte del público durante los saltos de calificación. Todos acabaron convencidos al ver cómo iba saltando, ahora sí, más alto hasta llegar a 2,24, marca mundial del año y récord olímpico en ese momento. Fosbury había ganado el oro y, por fin, el respeto de todo el mundo. Su salto fue usado por 28 de 40 participantes en los siguientes Juegos en Munich. Hoy es la norma.

Hay una lección clara en la historia de este hombre ahora que vienen las Olimpiadas de Londres y en un momento en que el deporte es un plato único que se cocina sólo en gimnasios y laboratorios. Pero me parece más importante la moraleja que deja más allá de las pistas. El estilo Fosbury es un ejemplo para la vida en general. No porque tengamos que saltarla de espaldas, sino porque podemos inventarnos la forma de pasar los obstáculos que nos ponen y nos ponemos. Podemos construir la realidad y podemos hacerlo a nuestro modo. Sólo hace falta ser como Fosbury. Sólo es necesario ser creativos y no tener miedo. Más rápido, más alto, más fuerte. Que vayan ellos así por la vida. Algunos preferimos ir de otro modo. Más libres, más honestos, más felices.

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Dentro de dos días, el 4 de agosto, se cumplirá un mes del inicio de Cycle Me Home, la aventura de Levi. Un estudiante húngaro de Erasmus en Madrid que, al acabar su semestre y tras enamorarse de una bici, decidió hacer el camino de vuelta a Budapest pedaleando y siendo grabado por unos colegas de estudios (de cine) de allí y de aquí con la idea de hacer un documental. Levi y compañía acaban de dejar Venecia y tienen previsto llegar a su destino el día 10, a tiempo para el festival Sziget (pedazo de cartel, por cierto). Levi salió de Madrid desde el campeonato de mensajeros y la idea era que se fuese sumando gente de todos los países a su ruta. Sospecho que soñaba con montar un lío más gordo, generar movimiento alrededor de la bici y tal. No sé si ha sido así. Qué más da. Lo chulo es que él y sus amigos tuvieron la idea, la están llevando a cabo y los vídeos que van colgando están quedando la mar de majos (abajo pongo los dos últimos). Y lo acojonante es que Levi va con una bici de piñón fijo. Casi 3.000 kilómetros sin parar de dar pedales. Grande.

Su web: www.cyclemehome.com

Su Facebook: www.facebook.com/cyclemehome

Suena algo que sonará en el Sziget: Mariachi el Bronx haciendo el I Would Die 4U de Prince (que también toca allá).

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Ahora que por fin se han acabado los cuatro partidos del Apocalipsis, ¿nos podremos centrar en otras cositas de menor importancia como los casi cinco millones de parados, el libertinaje del mercado, la estulticia de la clase política, el descaro de las eléctricas, la desigualdad y tal? ¿O esperamos al Teresa Herrera para indignarnos por algo serio?

Suena Qué grosero, de Ultrasónicas. Gracias Eva.

La foto la encontré aquí.

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Hace casi un año que he vuelto a moverme en bici por Madrí. Más allá de solución a la movilidad,  aporte contra la polución, ahorro en bonobús y beneficios para la salud, lo que me sube a los pedales cada día es algo muy simple: me hace feliz. Si leyesen esto un sueco, un holandés o un sevillano, se descojonarían. La bici es el único transporte urbano privado con futuro. Pero los familiares y amigos aún miran con cara de asombro, como si les acabase de decir que me muevo en submarino por Chamberí, y sueltan cosas como: «Pero, ¿no es peligroso?», «¿y las cuestas?», «¿llevas casco?», «¿se puede ir borracho o te quitan puntos?»… Llevo tiempo pensando en escribir sobre la bici y ahora que lo que no tengo es mucho tiempo, lo hago. No para exactamente contestar a esas preguntas sino porque me sale de las narices. Pero, ojo, igual se cuela alguna respuesta.

Ayer iba por Concha Espina. Por la acera, porque pensaba que me evitaba el rollo de subir la cuesta a ritmo de piñón fijo por la calzada aguantando a los coches, porque iba en plan tranquilo y porque hay sitio. No contaba con que, al adelantar a un hombre elegantemente vestido, ha salido de su boca un lapo que, creo, sólo ha pasado rozando el dobladillo de mi vaquero. «Perdón», ha dicho el hombre. Y yo, que soy un ciclista de bien, lo he perdonado. Pero mejor no olvidarlo. Anotado queda otro peligro para el ciclista. La saliva sobrante.

Suena, claro, Escupe, de Cicatriz.

La foto es de Cris y el pedal es de mi nueva vieja bici, una preciosa chavala preparada por David Dale Pedales.

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Ayer se publicó por fin la noticia: Hearst compra el imperio editorial mundial de Lagardère (Hachette Filipacchi para los amigos). Eso son 102 revistas, el derecho a publicar ELLE en 15 países (aunque Lagardère conserva derechos sobre la marca) y quedarse con el negocio en países como Reino Unido, Italia, España, Rusia, Ucrania, China, Japón, Países Bajos, República Checa, Hong Kong, México, Taiwan, Canadá y Alemania. Francia se queda para los franceses. Eso, en cualquier caso, es comprar la que llego a ser mayor editora de revistas, por volumen, del mundo (el dato lo digo de memoria, paso de buscarlo). Y todo por 651 millones de euros.

Ayer se publicó por fin la noticia: el Chelsea compra al Liverpool el delantero Fernando Torres. Un tío que ha marcado 72 goles en 150 partidos con la (otra) roja y que con (nuestra) roja marcó uno que vale por una Eurocopa, aunque eso al Chelsea y al Liverpool se la sople. Y todo por 58,5 millones de euros.

Las dos noticias no tiene relación. Pero haciendo cálculos, uno se da cuenta de que comprar en enero de 2011 una de las mayores empresas editoriales del planeta vale lo que comprar un equipo formado por 11,12 Fernandos Torres. ¿Y después de darse cuenta de tal cosa hay alguna reflexión que hacer? Seguramente, pero no la pienso hacer yo porque: a) dicen que la lectura, aunque sea de blogs tontainas como éste, ayuda a estructurar el pensamiento y, por tanto, fomenta la reflexión; y b) me tengo que ir pitando a una reunión.

Suena You’ll Never Walk Alone, por Gerry and the Peacemakers (no, no es la orginal, la original es de un programa de TV).

Gracias Padre por el aviso. La imagen es de aquí.

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Ésta sí es buena: ahora resulta que el tiburón que se zampó a los turistas en el Mar Rojo era un agente del Mossad. No es por dar pistas, pero hay que recordar que Spielberg es judío y lo de las pelis de Tiburón pudo ser un aviso. Por cierto, que los egipcios se podían haber ahorrado la caza de los bichos, que no tienen la culpa de nada más que de tener hambre. Por lo demás, la próxima vez que me cague un pájaro, pensaré que es un decreto ley de Pepín Blanco.

Suenan los Tientos del agua, de Lola Flores y El Pescaílla.

La imagen es de un tiburón oceánico de puntas blancas en las Islas Brothers, en el Mar Rojo. El mismo mar y el mismo tipo de tiburón de la merienda del otro día. La foto es de Álvaro y yo estaba al lado. Como se puede ver, aún conservo los brazos para escribirlo. Álvaro también sigue entero.

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El vídeo tiene un mes y ya está visto por ahí pero me lo pasaron ayer y me apetecía compartirlo. Mola ver Madrid tan bien surfeado. Por cierto, las chicas que cabalgan longboards tienen página en Facebook. Yo ya soy fan.

El realizador es Juan Rayos, aquí su Vimeo, aquí su blog. Gracias, Noe.

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¿Te imaginas que ganas mil millones a la lotería? Nunca he sido capaz de hacerlo, como que esa cifra me pilla lejos. ¿Te imaginas que España gana un Mundial? Pues tampoco, nunca lo he podido visualizar. De Argentina 78 tengo un recuerdo casi fugaz pero en el 82 ya estuve allí, en el campo, incluso. Desde entonces, han pasado todos los mundiales como todos los gordos de la lotería, tocándoles a otros y alejando cada vez más la copa de mi imaginación. Pues ya no. Ya no me lo tengo que imaginar, ahora tengo que hacer el esfuerzo de asumir que es verdad. Que ha ocurrido.

Creo que después de este Mundial, de cómo se ha vivido, no debe hacer falta explicar qué coño es esto. Pero, por si acaso, allá voy con mi versión. Es algo así como lo que le explicaba un curtido Delta Force a un pipiolo ranger en aquélla de Ridley Scott, Black Hawk Down, volviendo a la base tras haber salvado el culo de una ensalada de tiros. «Esto no lo hacemos por la patria ni por la bandera, lo hacemos por el que tenemos al lado». Sin ánimo de comparar el Campeonato del Mundo de Sudáfrica con una invasión de paz en Somalia, el sentimiento es el mismo. El planeta entero se para durante un mes para ver qué pasa finalmente con el balón y lo que ha pasado es que un tal Iniesta lo ha metido en la portería holandesa y, por eso, un país entero está compartiendo una felicidad sana y sincera. De eso se trata. De compartir la alegría.

Hace cuatro años, decidí que mi casa sería sede oficiosa de la FIFA y convoqué a los amigos a ver el Mundial. Caímos, como siempre hasta hace poco, pero insití en la Eurocopa. Y ganamos. Y hemos vuelto a ganar. Han ganado Iniesta, Xavi, Villa, Casillas, Llorente, Javi Martínez (dos del Athletic campeones del Mundo, qué grande)… Hemos ganado Nacho, Magdalena y Lorenzo, Mark, Cristina, Matías y Patu, Berni, Ali, Naiara y Uri, Marga, Joaquín, Javi, Guille, Fredy, Ángel, Juan, Esteban, Carlota y todos los que han pasado por la sede este Mundial. Hemos ganado todos los chalados que luego nos echamos a la calle.

Hace dos años me agarré una cogorza de campeonato (de Europa) y, con una resaca comparable, deseé lo mismo para hoy. Se cumplió. Ahora tenemos una estrella en la camiseta y, modestia aparte, nos queda de puta madre.

Suena The XX, Stars. La canción no es la alegría de la huerta. Yo sí.

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Por Iñaki, por Ainhoa, por Leire, por Carlos, por Paloma, por Guille, por Mario, por Juan el Oaxaqueño, por Chon, por César el Colemenero, por Javi… Por José Eulogio Gárate, del que vestí su camiseta de microbio. Por Pereira, con el que tengo una foto en el Calderón… Por Marga, que lo ha sufrido a mi vera. Por Diego, que es mi ahijado y que estaba en Hamburgo con su padre… Por mí, que soy del Athletic pero muy del Atleti. Y por todos mis compañeros de los que me habré olvidado por culpa de la Mahou. ¡Aúpa Atleti!

Suena Glutamato Ye Yé, Soy un socio del Atleti.

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El valor al soldado se le supone y a un gobierno, se le espera. En épocas de crisis, más. El de Zapatero empezó valiente, sacando tropas, aprobando matrimonios homosexuales y con alguna otra cosa que ahora no recuerdo. Aún hoy, el Gobierno de España sigue tomando alguna decisión que demuestra cierto arrojo, como la ampliación de la ley del aborto. Paso de entrar a valorar lo acertado o no de esas medidas pero sí a medir el valor de sus enemigos. La Iglesia católica y la población conservadora, sobre todo, y un gobierno gringo en caída libre. No está mal pero tampoco es una osadía.

Ahora nos toca hablar de la dichosa Ley de Economía Sostenible. Por fin resopla, tras casi un año de vender la burra, y, por lo visto, es tan valiente como decir por lo bajini un «te vas a enterar» a un portero de discoteca mientras te vas a tu casa. Hay algún punto (las juntas de accionistas decidiendo los sueldos de sus directivos), adaptaciones tardías a la realidad (la equiparación del alquiler con la compra de viviendas), incongruencias (deducciones por innovación que no se corresponden con los recortes recientes), cierto ordenamiento posiblemente imposible (obligación a las administraciones a pagar a 60 días), detalles anecdóticos pero necesarios (eso de regular la temperatura de los locales públicos) y alguna cosilla más.

Como diría un buen amigo que además fue un buen jefe, todo muy overpromising. Y lo del asunto medioambiental, peor que eso. Zapatero y compañía han anunciado la cosa como «un proyecto de país para el año 2020» pero uno no ven muchas diferencias entre el proyecto en cuestión y la realidad cuestionada. La Ley no se enfrenta con coraje ni audacia a los poderosos enemigos a los que, digo yo, pretendía vencer: los errores del pasado, la costumbre, el miedo al cambio, la amenaza climática, la dependencia energética, la crisis sistémica, la monetarización de la vida, la economía financiera alejándose de la economía real, las trabas al emprendedor… La realidad.

Y es una pena pero estamos empezando a acostumbrarnos. Tampoco lo de los presupuestos fue una sorpresa ni una muestra de arrojo. Está claro, pues, que el valor no es una característica de este Gobierno. Y, como tampoco tiene pinta de que la alternativa vaya a ser más valiente, igual es que tenemos que olvidarnos de la segunda parte de la primera frase de este texto si queremos que las cosas cambien. Así, ¿por qué no dejar de esperar el valor del Gobierno y empezar a demostrar el valor de los ciudadanos?

Aquí el proyecto de ley, aquí unos amigos.

Suena Radio Futura, Escuela de calor.

También en ¿Y por qué no…? La foto salta de aquí.

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