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Posts Tagged ‘Revistas’

Ay, las revistas. Esos tacos de papel couché llenos de anuncios confesos y de páginas que parecen editoriales pero que ha pagado una marca, comprado un gabinete de comunicación o se han prestado como favor a cambio de un ya veremos. Ay, esos folletos menguantes llenos de ropa que no te pondrías ni aunque valiera la décima parte del dineral que dicen (decimos) que cuesta, de cremas que no vas a usar en tu vida por mucho que insistan (insistamos), de coches que no bajan de los 50 (mil euros) por mucho que corran a 300 y de chicas a las que te gustaría invitarlas a un helado pero te da cosa porque salen con Cristiano Ronaldo. «Si es que el futuro de las revistas son los advertorials«. «Si es que el contenido tiene que ser aspiracional». Ya. Sí. Pero a veces pienso que las verdaderas aspiraciones del lector no pasan por comprarse ese peluco de cienmil sino que son poder leer reportajes interesantes, aprender cosas que compartir con los demás, pasar un buen rato, ver buenas fotos y, si eso, ojear esas páginas de publicidad chulas y necesarias para la salud del medio. Pero seguramente me equivoque.

Suena Magazine, Shot By Both Sides. Toma clásico.

A la salud de todos mis compañeros, amigos y familares revisteros que están y han estado remando para ir hacia otro lado aunque la corriente tienda a llevarles (llevarnos) hacia el centro del desagüe. Por cierto, el chino de la foto tampoco tiene culpa de nada. Es un quiosquero hongkonés al que le hice posar con un número de Maxim. Revista en la que curré y que fue cerrada por una de esas decisiones sólo explicables en el negocio editorial ibérico: se vendían bastante ejemplares pero no tanta publicidad así que los jefes decidieron cerrar la revista en vez de cambiar a los responsables comerciales. Lógico, ¿no?

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En los años 70 se llegó a un punto en el que todo quisque decidió que en las portadas de las revistas tenía que aparecer el típico rostro del mes, alguna jodida aspirante a estrella, junto a 20 pequeñas descripciones del contenido y, encima de todo, el logo. Ahora vas al puesto de prensa y hay entre 30 y 40 revistas con el mismo aspecto externo. Y hay gente que defiende eso. Tina Brown [antigua editora de Vanity Fair y New Yorker] me dijo en cierta ocasión, “Mira, George, hoy en día ya no puedes hacer portadas como aquellas. Hay demasiadas revistas”. Y yo le repliqué, “¿Qué significa eso? Tina, si cogieras una de mis portadas, una cualquiera, y la vieras en un puesto de prensa, se te saldrían los ojos de sus órbitas. ¡Ahora todas las revistas tienen el mismo aspecto!”.

Dicho queda. Y dicho por George Lois, autor de las míticas portadas que hicieron mítica a la revista Esquire y el hombre que en los 60, primero como director de arte y luego como socio de las primeras agencias creativas americanas, convenció a las marcas de que también se podía vender haciendo anuncios distintos, sorprendentes y, a veces, geniales. Esto lo dice George Lois en una de esas joyas que se encuentran a veces en la revista Vice, o en su versión online. Firmada por Rocco Castoro, la entrevista cuenta mucho sobre revistas y bastante sobre su relación con Harold Hayes, director de Esquire. También se habla de publicidad, de cómo hasta el mísmísimo Scorsese se decepcionaba al saber que Lois, más allá de las portadas, lo que hacía eran anuncios… Ah, y también se menciona a Mad Men, que no le gusta nada a George Lois aunque haya sido él uno de los modelos para construir a Don Draper y alrededores.

Pues eso, que la entrevista es estupenda y que se puede leer completa aquí.

Y ahora, paso a lo personal. En mi casa he mamado revistas y respirado publicidad. Leer a Lois me ha llevado a la forma de hacer publicidad y revistas que yo vi al crecer. No suelo ser muy nostálgico pero creo que fueron, para eso, tiempos mejores. También creo que estos pueden ser buenos tiempos para saltarse el guión. Sólo hace falta valor.

En cualquier caso, uno de los hombres que más admiro dijo ayer cuando le pasé la entrevista: «Qué bien. Qué tipo tan enorme». Y mi padre no dice estas cosas muy fácilmente.

Suena RJD2, My Beautiful Mine, y se ve la versión Simpson de la cabecera de Mad Men.

La imagen, sacada de aquí, es una portada de Lois de 1966. O cómo contar la Guerra de Vietnam en menos de 100 caracteres sin Twitter a la vista. Otra cosa, aprovecho para agradecer a todos los que me están abasteciendo de temporadas de Mad Men. Aunque a George Lois no le parecza que refleje la realidad, estoy pillado.

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Ayer se publicó por fin la noticia: Hearst compra el imperio editorial mundial de Lagardère (Hachette Filipacchi para los amigos). Eso son 102 revistas, el derecho a publicar ELLE en 15 países (aunque Lagardère conserva derechos sobre la marca) y quedarse con el negocio en países como Reino Unido, Italia, España, Rusia, Ucrania, China, Japón, Países Bajos, República Checa, Hong Kong, México, Taiwan, Canadá y Alemania. Francia se queda para los franceses. Eso, en cualquier caso, es comprar la que llego a ser mayor editora de revistas, por volumen, del mundo (el dato lo digo de memoria, paso de buscarlo). Y todo por 651 millones de euros.

Ayer se publicó por fin la noticia: el Chelsea compra al Liverpool el delantero Fernando Torres. Un tío que ha marcado 72 goles en 150 partidos con la (otra) roja y que con (nuestra) roja marcó uno que vale por una Eurocopa, aunque eso al Chelsea y al Liverpool se la sople. Y todo por 58,5 millones de euros.

Las dos noticias no tiene relación. Pero haciendo cálculos, uno se da cuenta de que comprar en enero de 2011 una de las mayores empresas editoriales del planeta vale lo que comprar un equipo formado por 11,12 Fernandos Torres. ¿Y después de darse cuenta de tal cosa hay alguna reflexión que hacer? Seguramente, pero no la pienso hacer yo porque: a) dicen que la lectura, aunque sea de blogs tontainas como éste, ayuda a estructurar el pensamiento y, por tanto, fomenta la reflexión; y b) me tengo que ir pitando a una reunión.

Suena You’ll Never Walk Alone, por Gerry and the Peacemakers (no, no es la orginal, la original es de un programa de TV).

Gracias Padre por el aviso. La imagen es de aquí.

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¿Quién dijo que la tecnología iba a acabar con la prensa? ¿Alguien se imagina un futuro sin Sports Ilustrated? ¿Tendremos que usar papel higiénico para pasar las páginas del Marca cuando lo leamos en el baño en el 2020? ¿El uso continuado de tablet PC nos ayudará a esculpir la tableta de chocolate o sólo a consumirla?

Gracias, sister.

Suena Tony Touch y Lisa M, Toca Me La.

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cementerio5

La parca de las revistas de papel no está, ni mucho menos, en crisis y ahora tiene más curro que nunca. Y, como ella, el tío que actualiza esta web. No es nueva pero ahora está como más de moda. Se llama Magazine Death Pool y se dedica a dar noticia de las publicaciones que van muriendo y también de las que les queda un ay. Dice, por ejemplo, que ha pedido el cura Blender, con lo maja que era (perdón, es). Además, tiene un museo de revistas muertas. Sólo le falta prestar un poco de atención a lo que pasa fuera de Obamalandia y del mundo anglo. En cualquier caso, ojo, si usted trabaja en una revista, no entre a mirar. Puede dar mal fario. Recuerdo haber echado un ojo a la cosa hace casi tres años junto a mis compañeros de Maxim, esos Delta Force del periodismo y la cogorza, y recuerdo con más nitidez que poco después nos dieron el finiquito. Quedan ustedes avisados.

Gracias a mi hermano Carlos por el recordatorio.

B.S.O. R.I.P., Enamorado de la muerte.

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AL028034

Ayer cerró Ragazza. Por exceso de años, testosterona y aficiones macarras, no es la revista que me reserva cada mes mi quiosquero. Y, sin embargo, no es cualquier revista. Por esa redacción han pasado (y empezado) un buen puñado de estupendos currantes del papel: Óscar Becerra, Javier Angulo, Diego Areso son los tres primeros de mi lista de ejemplos. Sandra Sanz, su última directora, también vale. Por eso es un cierre bastante simbólico. Además de la gente que se queda en la calle, son 20 años de cabecera enterrados por una decisión venida de Francia y admitida sin mucho chistar en España. Hachette Filipacchi presume en su página web de ser «el grupo líder en difusión anual de ejemplares en España». Presume también de pertenecer a Internacional Lagardere Active, «número uno en edición de revistas en el mundo». Ese grupo líder ha decidido cerrar la revista Ragazza por «la caída de la publicidad a causa de la crisis finanaciera», según se dice en El Mundo.

No sé. Los medios impresos están sufriendo un par de enormes crisis a la vez: la del papel y la de todo quisque. La inversión publicitaria está desplomándose. La cosa está muy mal. Y encima Ragazza se dirige a un público, chicas jovencitas, que ven las revistas como algo del pasado. Aún así, me parece duro acabar con una marca cincelada durante tantos años y que es la referencia en ese segmento. Sospecho que había formas de salvarla, aunque era más cómodo y fácil cerrarla y echar la culpa a la crisis. Pero es que eso tan fácil y tan cómodo es muy peligroso. Los grupos editoriales viven de hacer revistas (y periódicos), de venderlas y de vender publicidad en ellas. Si se dedican a cerrar todas las que no son rentables ahora que nada es rentable, corren el peligro de quedarse sin actividad. De perder la razón de su existencia. De desvanecerse. Se supone que lo que saben hacer los grupos editoriales son revistas (y periódicos). Se supone.

ragazza

La verdad es que yo no lo tengo tan claro, al menos en lo que respecta a los grupos editoriales en España. De un tiempo a esta parte, desde que llegó esto de Internet, los medios impresos han ido perdiendo (aún más) contenido y calidad. Los editores se han asustado ante la competencia de la Red y han reaccionado de la peor forma posible: aligerando los contenidos y renunciando a lo que diferencia el papel de la pantalla. Las revistas y los periódicos pretenden competir dando temas cada vez más superficiales, aceptando las noticias que ofrecen los gabinetes de comunicación en vez de removiendo la realidad. Al miso tiempo, los departamentos comerciales han ido haciéndose con el mando editorial y las cosas se han hecho más pensando en los anunciantes que en los lectores. Y los anunciantes tienden a preferir lo conservador y lo aburrido. La situación en la Prensa daba ya, por eso, bastantes ganas de bostezar. Y entonces llegó la crisis.

Y con la crisis se han tomado un montón de decisiones precipitadas que no van a ayudar a que la gente acuda de repente a los quioscos. Unos acaban con los viajes de la redacción -viajes de prensa en los que el periodismo se acerca a la publicidad pero viajes en cualquier caso- por ahorrarse los taxis al aeropuerto. Otros acortan la jornada para ahorrarse los tickets-restaurant. La mayoría reduce paginación y todos reducen presupuesto. Se deja de pagar o se paga menos a los colaboradores externos, ésos que muchas veces aportan temas e ideas que desde una redacción no se ven. Y, así, se logra la paradoja de que las revistas y los periódicos utilicen como fuente de información casi única y exclusiva aquélla que es su presunta amenaza. Las revistas y los periódicos ofrecen, cobrando, información que cualquiera puede encontrar, gratis, en Internet. Cada vez menos reportajes, gráficos y escritos, vividos y transmitidos por el periodista. Cada vez menos lectura, reflexión y análisis. Cada vez menos periodismo. Más temitas breves y ligeros. Más productos, ya sean restaurantes, patinetes eléctricos o vacaciones de touroperador. Más de lo mismo. Las revistas, así, se alejan de la información y el entretenimiento y se parecen cada mes más a catálogos promocionales multimarca y multisector. Por no hablar de los regalitos con cada número…

Pero es que en España no se lee. Eso es lo que se ha dicho siempre a modo de excusa convertida en axioma. En España no se lee pero hay gente suscrita al New Yorker, al GQ inglés, al Vanity Fair gringo. En España no se lee pero hay cabeceras que han triunfado (Quo, FHM…) dando lectura, cada una a su modo, arriesgando. En España no se lee pero, qué leer en España.

La foto de la pelu es de Paul Almasy, de Corbis. La otra imagen es la penúltima portada de Ragazza. Una menos.

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