Antes, la gente tenía muy claro que la sociedad (o sistema) en que vivía era una mierda pinchada en un palo pero creía en que dios era su salvación. Y cuando digo antes, me refiero a la edad de piedra, las invasiones bárbaras, la edad media, la revolución industrial, las primera guerra… Ahora el personal no sólo está convencido de que vive en la mejor de las sociedades (o sistemas) posibles, sino que tiene toda su fe puesta en que el sistema (o la sociedad) va a salvarle. Y dios, si existe, tiene que estar echándose unas risas.
Pronto, la sociedad ganará a la política vetusta y sin violencia exterior alguna la clase política logrará su saludable autodestrucción. Porque al igual que sucede en el mundo de la biología serán las cancerosas células internas las que terminarán por estrangular al organismo y declarar su indefectible defunción”.
Se suele decir que las personas demostramos nuestra fortaleza, resistencia y capacidad de reacción en las situaciones críticas. Que nos quejamos por un vulgar dolor de muelas pero peleamos a muerte por la vida si nos diagnostican un cáncer. Por lo que he leído por ahí, creo que estamos, como sociedad, en una situación crítica. Por lo que veo, los presuntos líderes sociales (políticos, sindicatos, directivos de grandes empresas…) no están demostrando nada que no sea indolencia (toma favor semántico).
A estas alturas, muchos pensarán que esperar que los presuntos líderes hagan algo por el bien común es subirse a un guindo con las ramas quebradas. Puede. Lo que sí podría esperarse de estos aficionados a sí mismos es que, al menos, tengan la inquietud de pasar a la Historia. Pues no. Los ebooks de texto del futuro no parece que vayan a recoger las acciones de los diversos gobiernos por cambiar las cosas. Ni siquiera creo que los datos de audiencia de esta noche vayan a demostrar que lo que opinan los sindicatos le importe algo a alguien.
Pero la sociedad no la forman los presuntos líderes. La sociedad es la unión de esas personas que se quejan amargamente de un dolor de muelas pero se enfrentan con decisión a un cáncer. Nosotros. ¿Y qué estamos haciendo? Pues tampoco nada que vaya a pasar a la Historia. Nada, en realidad. Nada, en absoluto. O lo de siempre. Lamentarnos y esperar. ¿A qué? ¿A que se pase? No sé, quizás es que lo que está pasando se parace más a un dolor de muelas que a un cáncer pero, la verdad, no da esa impresión.
No la da por las cosas que se leen, por ejemplo, en estos días:
· “Tenemos que tolerar la desigualdad como vía para alcanzar una mayor prosperidad y oportunidad para todos” (Esto sí que ni de coña lo digo yo; lo ha dicho un tipo llamado Bill Griffith, asesor de Goldman Sachs y, antes, de Margaret Thatcher y lo ha dicho en la Catedral de San Pablo de Londres; lo sé porque lo he leído en el blog de Ana B. Nieto).
· “Mientras el lado chanchullero del sector financiero -también conocido como operaciones bursátiles- vuelve a ser enormemente lucrativo, la parte de la banca que realmente importa -los préstamos, que alimentan las inversiones y la creación de empleo- sigue estancada”. (Tampoco me lo puedo apuntar, es de Paul Krugman, Premio Nobel de Economía de 2008).
Mientras no se suprima la tiranía y dictadura del dinero y se disponga del mismo libremente como bien universal, como medio e instrumento de intercambio, no habrá progreso posible ni solución a las causas de la crisis y los problemas implícitos con el sistema económico que se trata de sostener a costa del sufrimiento de millones de personas.
El nuevo modelo productivo debe de procurar “la motivación por el progreso del ser humano” como paradigma e ideal, sin la división y exclusión de las personas por cualquier causa, ya sea por discriminación de raza, sexo, clases o castas sociales, creencias, ideas o cualquier otra.
La propia sociedad de consumo y sistema productivo deben ser remplazados por la “motivación de un mundo de abundancia” en armonía y equilibrio con el entorno en que todas las personas puedan acceder y disfrutar activamente de los derechos humanos en libertad y libre elección, sin más condicionante que el conocimiento y la disponibilidad de cada cual con los medios de producción, transformación de la propia naturaleza y los recursos.
Así, las diferencias deben de sobrevenir por la propia naturaleza y el esfuerzo del intelecto, no por las cosas y medios creados por el hombre. Lo creado por el hombre debe estar al servicio del ser humano y no al revés, porque entonces sólo se benefician unos pocos privilegiados a costa de los demás.
“No está bien, no está bien -respondió el Sabio-. No hay que aspirar a tanta bondad. No busques demasiado, pues así… twitter.com/i/web/status/1…5 days ago