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Archive for the ‘Periodismo’ Category

Me encantan este tipo de experiencias. Dar cámaras a la gente para que retrate su realidad. Es ver las cosas con sus ojos, con su encuadre, con su alma. En este caso, es parte de un taller en la prisión femenina de Trigsor, Rumanía. Les dieron 14 cámaras y cinco días para disparar. Salieron más de mil fotos y fueron seleccionadas casi 400. No he visto todas, pero sí muchas. Y son una maravilla. Digamos que nunca hubiera pensado que sería capaz de entrar en una cárcel de mujeres rumana. Digamos que ya he estado dentro. Y me ha encantado el viaje. Las fotos son buenas por lo que cuentan pero, también, por cómo lo cuentan. Que me perdonen mis amigos foteros, pero no hace falta ser un profesional para tener una visión artística y diferente. Sobre todo cuando tienes una buena historia delante. Sobre todo cuando esa historia es la tuya. Pasa lo mismo con la escritura y con casi todo (vale, quizás la cirugía y la arquitectura sean tareas que no puede hacer cualquiera sin formación, aunque algunos con formación hacen cagadas de las gordas; y pregunten a los dos cirujanos que hurgaron en mi rodilla, que callarán y otorgarán). Una vez cerrado el paréntesis, otra reflexión de andar por casa. Me parece también muy interesante la sensación de buen rollo que respiran las fotos. Los personajes no tienen aspecto de seres con vidas fáciles y, sin embargo, a uno le asoma una sonrisa muy vital al ver las fotos, una sonrisa que surge de la sensación de estar compartiendo buenos momentos. No lo son. Pero una cosa es cómo son las cosas y otra es cómo se viven.  En fin, que me perdonen también los herederos de Drácula si hay algún error en la información, pero no he encontrado referencias en español así que he tenido que usar un traductor web. El que quiera saber más, rumano incluido, aquí tiene el link.

Visto en el Twitter de la one and only Alia.

Suena Edie Brickell and the New Bohemians, What I Am.

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Curioso e interesante documento. Un medio que se supone es el Granma de la modernidad entrevista a un hombre que representa una tradición presuntamente rancia y sanguinolenta. Rubén Lardín, en nombre de la revista Vice, se topa con el sastre de toreros Antonio López Fuentes, al mando de la sastrería Fermín, y el resultado es una pieza llamada Vistiéndolos para matar, que incluye fotos de Luis Díaz Díaz al matador de reciente alternativa Javier Cortés. La cosa resulta curiosa porque ocupa espacio en el especial de moda de la revista y demuestra que Vice es moderna de verdad (y en el buen sentido) y por eso no sigue la corriente y hace lo que le pone y se la pone dura. Y resulta interesante porque el periodista, que reconoce haber tenido prejuicios taurinos (que se le quitaron viendo el retorno de José Tomás en Barcelona), no es un aficionado y, por tanto, su aproximación al personaje y a su mundo es muy rica.

Yo copiopego algunos lances de la entrevista y si alguien quiere leerla entera, que haga click aquí con su ratón.

Y se visten con mimo, como se visten las novias en su día.
Claro. Vestir a un hombre de torero puede ser relativamente fácil pero lleva su tiempo y va desgranando un vocabulario específico. Sentirse “bien apretado”, por ejemplo, hay que sentirse muy ajustado, cuando te vas vistiendo. Hay detalles muy hermosos en la operación, como atar los machos, que son esas borlas que cuelgan de la taleguilla o de las hombreras y que el público le arrancará al matador si este sale a hombros. Se atan ayudándose con saliva o mojándose los dedos en agua. Todo eso es la trastienda, que sólo puedes ver si tienes amistad con algún torero y le vas a vestir a la habitación de su hotel. Se trata de un ritual sagrado y muy serio. El torero siempre se viste delante de un espejo y ahí ya empieza a crecerse, va dándose ánimos. Los mismos que luego le faltarán en la arena, cuando se ponga delante del toro. Vistiéndose hace todo el acopio que puede.

Sin embargo el traje de luces tiene algo de femenino.
Todo. Todo en él es femenino. Por eso se llama vestido antes que traje. Antes no había escuelas de toreros, el torero se hacía en el campo, ya fuera el hijo de un mayoral o un mozo de una de aquellas fincas inmensas que antes había. Los chicos toreaban allí con catorce o quince años, con medio cuerpo desnudo y bronceado. Los hacendados estaban por ahí ganando dinero en sus negocios, porque las haciendas nunca han dado dinero, pero sus mujeres se quedaban en la hacienda. Y, claro, esas mujeres le echaban un novillo a los muchachos, para verlos funcionar.

O sea, que todo parte de un impulso erótico de las señoras, como cualquier cosa de importancia…
Totalmente. Esas señoras acabaron vistiéndoles, haciéndoles ropita. Hoy en día todos los colores están asimilados, cualquier hombre puede vestir de rosa si le apetece, pero en otros tiempos esas mujeres vistieron a los chicos de colores insólitos para un varón. Los vistieron de mujer pero logrando que se vieran machos. Hoy le pones un vestido de luces a una mujer y la ves masculina. Al margen de que sea o no “más culona”. (…)

Estoy siendo morboso; es que no sé cuánto de traje de superhéroe hay en el vestido y cuánto de mortaja.
Nunca se plantea como mortaja. Nunca. El torero es un hombre antes de la corrida y otro muy distinto después, eso lo percibes hablando con ellos y es impresionante. En cuestión de minutos pueden ocurrir muchas cosas. Basta con una pequeña ráfaga de viento que mueva los machos de la taleguilla para que el toro los vea y corrija su embestida. Y en ese instante puede ocurrir lo peor. Pero no, yo no contemplo la mortaja, no quiero hacerlo. Aunque se te pase por la cabeza cualquier posibilidad, no puedes pensar en estar vistiendo un cadáver. (…)

¿Qué me dices de las incursiones de los grandes modistos? Hace poco Armani le hizo un goyesco a Cayetano, Picasso había hecho lo propio con su tío-abuelo, Luis Miguel Dominguín…
Todos los modistos quieren tocar este palo alguna vez porque es muy goloso, y en este negocio no te puedes distraer, hay que estar al tanto de cualquier noticia de “innovación”. Pero esto no es el mundo de la moda, esto es algo que no tiene nada que ver con Gaultier ni con Chanel. Ellos no saben darle el esplendor a los pechos y les es imposible entrar en los bordados. Las bordadoras existen gracias al mundo del toreo, porque los militares ya no bordan y los sacerdotes llevan por casulla un trapito, un mantel. El mundo del toreo está conservando oficios que fuera de él están obsoletos, por tanto es lógico que esas incursiones de altos modistos no hayan funcionado jamás. Este mundo es secreto, hay que estar aquí todo el día. (…)

Yo estuve viendo a José Tomás sin saberlo, sin haber oído hablar de ese tío jamás. Fui a la plaza por primera vez hace un par de años, en Barcelona, un poco por despecho. No tengo ningún referente familiar y antes me asqueaba todo este asunto de los toros, pero me empezó a asquear más que pensasen por mí y que hablasen de “prohibir”. Al principio, cuando picaron el primer toro, me fue muy crudo, pero de pronto entré en aquello y ya no puedo salir. Sin embargo, en Cataluña es horrible desarrollar la afición porque el pensar general es el “esto no va con nosotros”.
¿Pero tú crees que realmente es así? ¿No será porque los toros significan “España”, una cuestión política?

Algo de eso hay, claro, pero los antitaurinos insisten en lo de que es una tradición obsoleta y primitiva.
¿Y por qué no critican las pirámides de Egipto? O la dama de Elche. Lo antiguo tiene un valor, no se puede construir nada de la nada, hay que preservarlo. En el toreo, es cierto, hay un montón de arcaísmos que se han quedado fijados, pero para mí eso es valioso.

A mí me gustaría compartir este descubrimiento, pero cuando lo intento me llueven reproches de todos los frentes. No escuchan.
¡Y con lo que era Barcelona! Barcelona ha sido una de las ciudades con mayor afición de España, hasta que empezaron a languidecer los carteles, se fue bajando el listón. Yo creo que toda esa movilización parlamentaria se quedará en nada.

Es que la fiesta es algo “natural” y como tal no puede morir jamás, o al menos prohibirse. Tendría los efectos de una ley seca.
Efectivamente. Que se pueda llegar a la prohibición de las costumbres es peligroso. Si las corridas no tienen que existir, se extinguirán por sí solas. El único problema es que de la fiesta desapareció esa figura que podía condensar toda su fuerza de cara al pueblo.

Suena Massive Attack, Splitting The Atom.

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Antes una primera dama era noticia cuando inauguraba un hospital. Ahora basta con que escriba su primer comentario en Twitter.

Suena Presidents of USA, Video Killed The Radio Star.

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Juan Pelegrín cumple la norma bressoniana. Captura el instante decisivo y nos lo pone ante los ojos. Pero Juan hace algo más. Consigue lo que temían los indios, o casi. No llega a robar el alma de aquéllos a los que apunta con su objetivo pero sí la toma prestada. Agarra sus almas, sus historias, y nos las pone más allá de los ojos, allí donde nuestra mirada se sienta a entender la vida. Lo acojonante es que el muy cabrón -y aquí ya me dejo de mariconadas líricas, que luego se ríe de mí-, lo hace con personas, animales o cosas. Juan Pelegrín hace una foto a la cara de un toro y es como si escribiese un relato. Es más, es capaz de dibujar un relato encuadrando un dedo y un colgante.

Juan Pelegrín, más conocido en la Red como Manon, es fotógrafo de Las Ventas desde hace once años y por eso hay quien puede pensar que lo suyo es la fotografía taurina. Yo, que voy de disidente, estoy de acuerdo en algo: Juan hace las mejores fotos de toros (y alrededores) que he conocido. Pero no creo que sea un fotógrafo taurino. Juan es fotógrafo. Un fotógrafo cojonudo. Un fotoperiodista, en el mejor sentido de la palabra periodista. El que le dan tipos como Ryszard Kapuscinski o Enric González, excelentes relatores de las pequeñas historias de cada uno que conforman la gran historia de todos, tipos cuyo textos me recuerdan a las fotos de Juan por muchos motivos. Por lo que he explicado ya y por esa actitud relajada y un tanto irónica que no significa distancia ni desapasionamiento sino que demuestra inteligencia y coherencia.

Viene todo este rollo a cuento de que se presenta el día 4 su libro, «Un día en Las Ventas». Las fotos son suyas, nos ha jodido mayo; los textos, de Luis Francisco Esplá, por cierto, una de las muchas cosas buenas de la vida en las que coincidimos. Pude ver el libraco antes de ayer y, aparte de llevarme una alegría por la alegría de Juan, me pareció estupendo. Por las fotos, claro, y por cómo estaban elegidas, editadas y compuestas en las páginas, con guiños juanpelegrinescos, fina ironía y coña marinera. Así que ya tengo claro un par de cosas para el martes que viene: que me voy a emborrachar a costa de Juan (y su editorial) y que me voy a dejar 50 euros en este libro del que, ay que joderse, me siento orgulloso.

Todas las fotos son de Juan Pelegrín, claro, salvo que haya birlado las imágenes de alguien y las haya firmado con su nombre, en cuyo caso el lector debería poner en este texto el nombre de ese alguien en lugar del de Juan y a mí me daría un poco igual porque, más allá de ser un buen fotógrafo, a mí lo que me parece es que Juan es un tío muy majo (en realidad todo esto lo digo por el balón de basket que le tengo secuestrado). Una última cosa: si alguien no puede ir al sarao, puede dejarse los euros comprando el libro online.

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Ayer John Carlin hablaba en El País de el miedo que nos venden, y compramos, en una tribuna llamada La edad del miedo. Citaba sin parar Carlin a John Adams, «profesor emérito de University College London, ha dedicado su vida a estudiar el fenómeno del riesgo y a asesorar a Gobiernos y empresas sobre el tema», y sugería, porque lo sugiere Adams, que nuestra propensión a creernos esos miedos que nos meten en el cuerpo se debe a la prosperidad. El artículo de Carlin hablaba de miedos como el de las vacas locas, los cerdos apestados o las aves griposas. Hablaba del miedo al islamismo radical y del miedo a fumar de forma pasiva, del terror al teléfono mócil y sus conscuencias en la salud y del pavor a tener un vecino pedófilo. Comentaba todo eso pero lo que de verdad le ocupaba unos párrafos era el miedo al cambio climático. Decía Carlin que la cosa se ha convertido en una creencia, una opción de fe. Y, por lo que escribía y citaba del tal Adams, él no cree que exista tal cosa ni que sea provocada por el hombre.

Días antes, en el mismo periódico, también se hablaba del miedo y se relacionaba tal cosa con la ausencia de democracia en muchos países en desarrollo. Decía un estupendo reportaje de Andrea Rizzi que las clases medias están multiplicándose y que, en cambio, no está sucediendo lo mismo con las democracias; que hay más burgueses que nunca pero que a éstos les importan menos sus libertades que sus comodidades. Una excelente foto de cómo están las cosas hoy en día.

Ambos textos enfocan la misma causa a partir de síntomas muy diferentes y, por eso, sugieren distintos tratamientos del mal en cuestión. Sin entrar a discutir las opiniones de Carlin sobre lo del clima y las cosas que dice de Al Gore -como si fuese Al Gore el que se inventó todo esto-, me tiene un poco perplejo que el mismo tío que ha escrito ese cojonudo libro, El factor humano, cuyo tema es la capacidad del hombre de generar cambios, venga a sostener en su texto de ayer que el escepticismo es la mejor receta para superar el miedo y, por tanto, para desenvolverse en estos tiempos. La duda es necesaria pero la duda como forma de vida lleva a la inacción y la inacción lleva al conformismo. Lo mismo que el miedo. Hay que dudar de todo pero luego hay que informarse, reflexionar y actuar en consecuencia. Eso es ser valiente.

Dicho de otro modo: no creerse nada o, mejor dicho, no hacer esos ejercicios de dudar, reflexionar y actuar, es una forma muy fácil pero también muy peligrosa de gestionar los miedos. De disimularlos. Es creerse intocable y convertirse en irresponsable. Como en esa cita tan socorrida de Martin Niemöller (que no de Brecht): «Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata, etc». No creerse nada es pensar que las cosas no van con uno, es ponerse las anteojeras. No creerse nada es lo contrario, aunque parezca que no, de dudar de todo.

Seguramente, esas clases medias de las que habla Andrea Rizzi en su reportaje no se quieran creer lo que hacen sus gobiernos dictatoriales, como no se lo quisieron creer las clases medias argentinas o chilenas en su momento. Ésa es su forma de protegerse del miedo a la verdad, que les llevaría a un conflicto ético, porque entonces sí deberían actuar. En nuestro caso, que lo de la democracia lo tenemos más o menos solucionado (muy de aquella manera, pero eso es otro tema), aplicamos esa forma de actuar a otros hechos. Lo del medio ambiente es un ejemplo. Digan lo que digan Carlin, Adams y otros, la forma en que el hombre utiliza los recursos naturales está provocando cambios negativos en el entorno. Podemos hacer que no nos enteramos o creer que porque unos emails dijesen nosequé es todo mentira o media verdad. O podemos actuar al respecto. Y cambiar las cosas.

No es imposible. Nelson Mandela logró un cambio improbable, consiguió reconciliar a un país dividido entre blancos y negros, verdugos y víctimas. Lo hizo sólo una persona, una persona que no tuvo miedo, que dudó, que analizó y que actuó. Lo sé porque se lo he leído a John Carlin.

Suena Tienes miedo, de TDK en versión de Desekilibrio (qué poquito de TDK hay en YouTube, qué pena).

La foto es de aquí. Este texto y otros, en ¿Y por qué no…?

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Reportaje de la serie Zona Prohibida para la revista GQ. El pasado verano se celebró en Sitges la primera Cumbre Europea de Exopolítica y ahí estuve yo, rodeado de seres humanos venidos de otro planeta mental. Mira que he hecho cosas raritas para Zona Prohibida, pues ninguna tan bizarra y acojonante como ésta.

Estamos en el principio de un cambio que hará de la Tierra un lugar de paz, abundancia y espiritualidad y, lo mismo que hay seres de otros planetas ayudándonos, nuestros descendientes serán embajadores del cambio en otros mundos. De hecho, ya hay terrícolas que han estado de visita en Marte. Claro que también hay un poder que se opone a esa transformación, reptilianos como los Rockefeller o los Bush, descendientes de los reyes de Sumeria y, en realidad, reptiles humanoides y extraterrestres. Sé que es una información que puede convulsionar la mente y el alma del lector. También sé que podrían matarme por revelarla. Da igual. Alguien tiene que hacerlo.

Yo asistí a la Cumbre Europea de Exopolítica y sé que es momento para la verdad. Pero, antes, a definir exopolítica: “Una nueva disciplina científica que estudia las relaciones entre las civilizaciones extraterrestres y la humana”, o sea, la política extraterrestre. La reunión de Sitges fue una de las más grandes a nivel (inter)planetario. Los mayores expertos de todo este mundo y puede que de otros, mil asistentes cada uno de los dos días, 70 medios acreditados. Es un tema que no conviene tomarse a broma… A ver si lo consigo.

Siesta en Sitges. El público es variopinto pero no pintoresco. No hay ni doctores Spock ni soldados del Imperio. Hay chicas modernas y señoras que parecen venir del bingo. Hay tipos con aspecto de gurú new age y otros con pinta de funcionarios de Correos. En las primeras charlas, un australiano cataloga de forma académica las fuentes de información extraterrestre, un inglés que ha currado 25 años en su Ministerio de Defensa habla de la desclasificación de archivos OVNI y yo aprovecho para echar unas cabezadas.

Despertar en Sirio. Susi, una asistente, me cuenta que es canalizadora: “Soy como una radio, transmito mensajes desde Sirio”. Sirio es una estrella y por eso me extraño de que nadie pueda transmitir nada desde allí, con el calor que debe hacer en verano. “Es que son seres espirituales, están en otro nivel de evolución”. Aha, ¿y qué se cuentan? “La humanidad tiene que despertar, tenemos una parte divina y ellos nos pueden ayudar a desarrollarla”.

Empanada cósmica. Salgo al hall a digerir lo que acabo de aprender y encuentro un mercadillo. Puedo comprar libros, todos de no ficción: Durmiendo con extraterrestres, Teología cuántica: el retorno de Cristo, El terrorismo internacional: nada es lo que parece, 11M: los perros del infierno… También hay una piedra, Orgonita, que convierte la energía negativa en positiva, minerales variados y nutrialimentos. Uno que dice que ha llegado tarde porque “estaba en clase de meditación” y otra que pregunta si “has tenido contacto con otros seres”. Es la hora del aperitivo y aquí se cuece un guiso que mezcla ciencia ficción, new age, esoterismo, conspiranoia y ecologismo mal entendido. Lo que viene a ser una empanada mental… y espiritual.

Energía libre, criterio volátil. En una de las charlas más esperadas, Brian O’Leary, científico y ex astronauta, habla de la “revolución de la solución energética”, o sea, de fuentes de energía limpias, baratas y descentralizadas que acaben con la tiranía del petróleo. En realidad, habla de asesinatos de investigadores, dice que los ecologistas se oponen a las energías limpias (palabrita) y nos invita a visitarlo en su casa de Ecuador. La gente aplaude sin parar; y no por la invitación, sino por frases como: “La agenda de los Illuminati no muestra el camino que queremos seguir”. Pregunto a dos del público al azar, Gustavo y Antonio. Contestan: “Hemos venido para verle a él y ha estado muy bien”. No me corto, les digo que no ha dicho nada sobre energía libre, que nadie puede saber más de lo que sabía antes. Respuesta: “Tienes razón, nos ha defraudado”. Conclusión: el planeta Criterio aún sigue deshabitado.

Crónica marciana. Robert Dean, Sargento Mayor del ejército gringo durante 27 años, enseña fotos que rescatadas del primer viaje a la Luna en las que se ven claramente (ojo: sarcasmo) tres naves espaciales. También muestra imágenes de ciudades en Marte “del tamaño de Chicago”. Y avisa: “La Tierra ha estado bajo vigilancia durante miles de años pero, tranquilos, no son hostiles”. Arranca ovaciones que ni José Tomás en la Monumental de Ganímedes. De repente, sube un espontáneo. Hecho un flan, se presenta: Henry Deacon. Logra armar una frase: “Bob, gracias, cuando has mostrado las fotos de Marte me he emocionado porque… ¡yo he estado allí!”.

ET soy yo. El mejor gag del día no arranca ni una risa pero sí un montón de aplausos. Bob el Sargento Mayor se anima y entra al quite. “No tengáis miedo, todo va a salir bien. De hecho, en cumbres de este tipo, he comprobado que siempre hay uno o dos de ‘los otros’ entre el público”. Con naturalidad, y sin descojonarse ni un poco, el respetable se mira a ver si cala al visitante. En ese momento descubro la verdad: el extraterrestre soy yo.

La estrella que habla. Steven Greer es director del Disclosure Project, organización cuyo objetivo es, cito a Wikipedia, “desvelar una supuesta conspiración por la que gobierno de los Estados Unidos habría ocultado datos relacionados con la existencia de OVNI”. El ponente postinero presume de contactos habituales no sólo con seres de otras galaxias, sino con algunos de ésta: Clinton y Obama, por ejemplo. Dice: “Los guardianes no van a dejar que esta generación destruya la Biosfera porque este Planeta está destinado a crear una nueva evolución. En 50.000 años -hay que reconocer que el hombre tiene visión de futuro-, nuestros descendientes serán visitantes extraterrestres en otros planetas”. Tras mostrar fotos de naves a las que convoca mediante triángulos de luces, explica sin miedo a la contradicción que los alienígenas no viajan en naves como las imaginamos, que viven muy lejos (por fin un dato fiable) y que por eso usan tecnologías transdimensionales y nos visitan a través de la consciencia. Y pregunta: “De los presentes que han tenido contacto con extraterrestres, ¿cuántos han sido a través de la mente?”. Levantan la mano 30. Flipo. Y entiendo que hay muchas manos bajadas porque sus contactos fueron por otras vías, ya sean tecnológicas, respiratorias o rectales.

La guerra de los mundos. Sin embargo, no hay consenso. Es lo que tiene la (exo)política. En la jornada del sábado, en el turno de debate, interrumpen unos exaltados. Acusan a Steven Greer de haber amenazado de muerte a cinco personas. El líder del lío es Rafa Pal, un sujeto que edita un periódico llamado El Jaque Mate en el que se dicen “verdades” como que lo de los seis millones de judíos asesinados por Hitler es propaganda. La organización manda un email unos días después del follón para aclarar que las amenazas no fueron más que una frase de coña de Mr. Greer. Rafa Pal contesta en su blog acusando a Greer de ser un reptiliano. Exacto, uno de esos reptiles disfrazados de humanos que lo controlan todo desde las sombras. Ay, madre.

En efecto, no es para tomárselo a broma. No es el estilo de esta sección chotearse de las cosas y gentes que retrata. Cierto es que en este texto hay choteos varios. También es verdad que podían haber sido más. El planeta está hecho cisco y hay que hacer algo para cambiarlo, estamos de acuerdo, pero quejarse de que los reptilianos lo tienen todo bajo control o confiar en la ayuda de los sirianos es tan productivo como rezar a San Pancracio. Los exopolíticos presumen de ciencia pero se muestran como una religión. O peor. Ni un solo dato, ni una sola explicación, ni una sola razón. Tienen complejo de chalados, creen que los medios les tratan como chalados. No sé, ¿será porque dicen chaladuras? Es probable que haya vida extraterrestre en el Universo. Incluso que sea inteligente y avanzada. Hasta me puedo llegar a creer que los alien quieran ayudarnos a evolucionar. Lo que no me trago ni harto de pacharán es que se comuniquen con esta gente. Antes se quedan en casa de Carlos Jesús.

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¿Por qué en cada crónica de un evento de rap que se escribe o emite en un medio grande en España* tenemos que aguantar un repaso de la historia del género si hace más de 30 años que se lo invetaron en Nueva York, hace 20 que salieron los primeros discos de raperos españoles, es el estilo número uno en Estados Unidos y, aquí, desde El príncipe de Bel Air no hay un maldito anuncio que no tenga su rap?

* Pienso en la que vi ayer en Antena 3 TV y la que he leído hot en El Mundo, donde, por cierto, se decía que el hábil y suave Griffi, uno de los mejores productores y DJ del asunto, era MC.

Suena Todo el mundo lo sabe, de Sólo Los Solo. Échenle la culpa a Griffi.

La foto es de Wild Style, la película.

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Todos ésos que están ocupando sus Facebooks, sus Twitters, sus blogs o sus comentarios cibernáuticos sugiriendo, primero, que Tertsch venía de un antro gay; luego mofándose de lo que se echa al coleto; y, en cualquier caso, alegrándose un poquito bastante de la patada dada y recibida por otro, ¿cómo se pondrían si la costilla rota fuese de un Gabilondo o una Torres? ¿Cuántos de ellos habrán defendido alguna vez la libertad de expresión en sus Facebooks, sus Twitters, sus blogs o sus comentarios? ¿Cuántos, por cierto, han dado o recibido una patada o un puñetazo en su vida? ¿Cómo podríamos calificarlos: progres de manual, tiranos con piel de cordero, valientes 2.0?

Suenan MC5 y su Kick Out The Jams… motherfuckers.

La foto está sacada de aquí.

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… lleva toda una vida entre nosotros. Se llama periódico.

O eso creen quienes han hecho la publi a The Sun por su 40 aniversario. O, más bien, eso quieren hacernos creer. A todo esto, se me ocurre una pregunta: ¿se puede hacer buena publicidad de un producto discutible? Y otras dos: ¿es esto buena publicidad? ¿Es The Sun un producto discutible o tan sólo un buen producto (para su público) discutido (por los que no son su público)? Y otra más: ¿por qué me hago tantas preguntas?

Visto aquí gracias a Paloma.

Suena Metal Machine Music, de Die Krupps.

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¿El periodismo online tiene hora de cierre? Lo digo porque Factual, ese nuevo medio, ofrece a sus fundadores, los que paguen 50 euros por una suscripción anual, la posibilidad de, cuenta la web, «visitar la redacción durante los primeros 100 días desde su salida. Cuando se acerquen las nueve de la noche podrán compartir con el equipo de redacción la incertidumbre del cierre. Será un día intenso, propio de un periódico». Y no lo digo con retintín, es que no lo sé. Por eso pregunto.

Suena Tiptina, por Professor Longhair y The Meters. Una joya.

El del vídeo es Arcadi Espada practicando la pandemia.

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