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Archive for febrero 2009

Dando el Cayo

balseros

En general, me importa un carajo lo que sale de la boca de los políticos profesionales. Hace mucho que cambié la retórica barata por drogas más satisfactorias. Pero hay veces que a uno no le queda más remedio que admitir el talento cómico allí donde aparece. Como en la boca de Cayo Lara, coordinador general de Izquierda Unida. Hoy la ha abierto para El País y ha pronunciado frases que demuestran que estamos ante un líder que quiere llevar a su partido a la modernidad pasando por la incongruencia. Pasen y lean:

[A la pregunta «¿por qué IU defiende la dictadura en Cuba?»] Bueno, hay un concepto de dictadura… Es un modelo que los cubanos se han dado después de una revolución de 50 años. Los cubanos son los que tienen que decidir qué modelo quieren.

[A la repregunta «¿con elecciones democráticas o cómo?»] Ellos tienen elecciones, sólo que con partido único».

Es verdad que en el resto de la entrevista dice otras cosas, incluso algunas bastante coherentes, pero quería destacar este par por lo que significa de respeto hacia la libertad, ese valor tan a la última. Aunque, como el mismo Cayo dice, «no estamos para dar lecciones de democracia a nadie…». En eso sí que estoy de acuerdo. Y no me hace gracia.

En la foto se puede ver a un grupo de cubanos ejerciendo su derecho a voto.

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Tengo un amigo viajando por el culo del mundo. Juan está metido en un barco y en una misión. Antártida Abierta se llama el asunto y pretende visitar y contar lo que pasa en las bases argentinas ubicadas al sur de todos los sures. Juan se encarga de contarlo en un blog (y en Twitter y en Facebook y en Flickr y yen YouTube y en lo que sea menester). Si el lector está pensando que qué coño le importa a él todo esto es porque no conoce a Juan. Juan es uno de esos tipos que sabe mirar y sabe contar. Tiene un fino humor con tendencia a la ironía y sabe que la experiencia de un viaje va mucho más allá del transporte. Tengo un amigo viajando por el culo del mundo y no me pierdo ni un relato de su aventura. Ustedes hagan lo que les de la gana.

www.antartidabierta.com

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Fuera de foco es la serie de entrevistas que hago cada mes para la revista Calle 20. Se trata de presentar y retratar a personajes importantes para la culturilla joven en España. Importantes pero no famosos. Es enfocar a los que suelen estar fuera de los focos. Porque se lo merecen, qué coño. Salvo que se diga lo contrario, las estupendas fotos son siempre de la estupenda fotera Belén Cerviño.

pepeverde

«Soy el Manolo el del Bombo de la rave«

Se mudó de Canarias a Madrid para estudiar Informática como excusa para vivir de la música. Su inmersión en la industria ha sido paralela a la crisis, pero se declara inocente: cantante de Los Protones, empleado de una tienda de discos (Globo Records) y, ahora, Jefe de Producto en la distribuidora PIAS. También pincha en el dúo 2 PIAS DJ’s y da botes en conciertos y festivales.

Ahora que nadie compra discos, ¿qué haces en horario laboral?

Rezar a San Pancracio para que venga otra vez el vinilo. Y currar. Ya han pasado los tiempos de «nos hacemos otro porro y escuchamos otro disco». Ahora me voy a encargar de poner nuestros discos en iTunes.

En 10 años, ¿qué será más difícil: comerse un atún o comprar un CD?

El CD es un formato equivocado, es el cassette de hoy. La industria nos vendió que sonaba mejor que el vinilo, pero no. Por eso está volviendo el vinilo. Puede que en 10 años no haya ni atún ni CD, pero habrá vinilos.

La música independiente, ¿necesita un referéndum de autodeterminación?

A la independencia le falta afán de colaboración más que de competencia. Tirar de «la unión hace la fuerza» y no del «divide y vencerás».

¿Te metiste a DJ para pagarte el vicio?

De joven grababa cintas para las fiestas y me colaba en la cabina de la discoteca infantil. Mi evolución ha sido rara, de los Beatles al punk pasé por la música disco. Eso sí, no soy de los que cuadran los bombos. Yo no soy disc jockey, yo soy pinchadiscos.

¿Aceptas peticiones? Yo quiero el Chiki Chiki…

Nunca sé la siguiente canción que voy a poner, pero puede que me pidas el Chiki Chiki y que no haga falta ni que me des el disco, que lo tenga yo.

Parte de tu curro es dar botes en conciertos, ¿eres el mejor en lo tuyo?

Mi pasión por la música es contagiosa. Presumo de haber visto el Aqualung lleno hasta la bandera con Junior Jack y pensar que la gente no bailaba lo suficiente, empezar a botar, contagiarlo y ponerlo patas arriba. Soy el Manolo el del Bombo de la rave.

Tú que has sido cantante antes que disquero: los artistas son unos bastardos caprichosos, ¿no?

El artista, por definición, tiene poco contacto con la realidad. La bis cómica, el espíritu de artista, es incompatible con tener los pies en el suelo. El día en que los artistas sean tíos cabales, se acaba la música.

Te casó Elvis Presley en Las Vegas, ¿quién oficiará tu funeral?

Que sea James Brown. Y, si no está disponible, Otis Redding.

La entrevista como fue publicada, pinchando en: pepeverde.

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buzon

Recibo un  mensaje de un trabajador de Boston Medical con respecto al reportaje sobre ese negocio publicado en la sección Zona Prohibida del número 132 revista GQ (y colgado posteriormente en este blog). Por eso del derecho a réplica, lo pego aquí tal cual para que lo lea todo quisque:

Buenos Días, mi nombre es Ramon y trabajo en Boston Medical Group.
Me gustaría aclarar varios conceptos y ofreceros mi ayuda para poder explicar más en detalle algunas cuestiones que creo que no están claras.
Desde Boston Medical Group ofrecemos soluciones médicas personalizadas a problemas de sexualidad masculina. Buscamos la raíz del problema para poder ofrecer una solución individual a cada problema. Es cierto que no podemos curar a todos los pacientes que acuden a nuestras clínicas, existen casos en los que medicamente esto no es inviable, pero sí que podemos garantizar que tendrán relaciones sexuales. Esto lo podemos garantizar casi en el 100% de los casos.
En cuanto al tema del precio, todo es relativo. Ofrecemos un servicio de seguimiento médico, no solo la recomendación de un fármaco u otro. Manejamos todos los tratamientos farmacológicos disponibles para la Disfunción Eréctil y recomendamos el que mejor se adapte a las necesidades de cada paciente. No es lo mismo un diabético, un hipertenso, una persona con una afección cardiaca u otra con disfunción eréctil a los 30 años. Unicamente después de valorar la historia clínica y el resultado de las pruebas hacemos una recomendación de tratamiento.
Espero que haya sido de ayuda.
Un saludo

Y respondo: que a mí SÍ  se me dijo que el tratamiento de inyecciones que ofrece Boston Medical cura la impotencia; que es verdad que el médico que me trató me habló y recetó Cialis aunque las pruebas que me hizo demostraron que yo no tenía problema alguno; que el comercial que me atendió a continuación sólo quiso venderme el tratamiento a base de inyecciones; que tal tratamiento se me ofreció al precio de 1.500 euros; y que el urólogo al que consulté posteriormente me confirmo que tal cosa no cura sino que alivia los síntomas (o sea, que te la pone dura, que no es poco, supongo) y que la Seguridad Social ofrece inyecciones gratis (eso sí, una por consulta).

Pero todo eso quedaba bastante claro en el texto. Así que, por si alguien tiene alguna duda, aquí va otra vez.

Estoy tumbado en una camilla. Los pantalones bajados hasta la rodilla. Los calzoncillos, también. Ante mí, un joven médico con acento latinoamericano que recuerda, por la voz y el currículo que se le intuye, al doctor Nick Riviera de Los Simpson. El galeno me explica las opciones de tratamiento. Pastillas o inyecciones. Ni siquiera me ha dicho que esté enfermo. Aún no me ha hecho la prueba. Da igual. En mi posición, repito, tumbado, con pantalones y calzoncillos por las rodillas, es difícil discutir. Mientras me lo pienso, se anima a hacerme esa prueba. Echa una crema en la base de mi pene y pasea por ahí una especie de rotulador conectado a un aparatejo que suelta un ruido como de interferencia radiofónica. Es un ultrasonido Doppler que mide el flujo sanguíneo de mi órgano sexual. El resultado sale impreso en un papelín de fax. Es el polígrafo de la erección. Es una tabla con sus picos, como la del Ibex 35. Ojo, la mía no anda tan mal como la del Ibex. Estoy dentro de los parámetros normales para mi edad. Estoy bien pero debo elegir. No tengo las opciones de Neo. Nada de pastilla roja o pastilla azul. Debo elegir entre pastilla azul o inyección. Pellizco o pinchito. Susto o muerte. «Si quiere -me dice-, le hago un test de erección, una inyección vasodilatadora como las del tratamiento para ver la respuesta y así calcular la dosis que necesitaría».

Me llamo Pedro y soy impotente. En realidad, me llamo Pedro, soy periodista y desde la dirección de esta revista quieren acabar con mi imagen, pública y privada. O eso, o consideran que si no me he casado después de visitar un puticlub, un local de intercambio de parejas, la casa de una chica que ofrece sexo a través de su webcam y hasta el backstage de un desfile de lencería es porque tengo un problema en los bajos. Se supone que esta sección, Zona Prohibida, consiste en visitar lugares que jamás pisaría un lector de GQ. No me quiero meter en los asuntos urológicos de los lectores, pero si alguno ha pasado por aquí, seguro que no lo ha contado. Yo sí. Para eso me pagan. Así que voy a seguir. Por cierto, no se dice impotencia, se dice disfunción eréctil.

«Si tu vida sexual funciona, lo demás no importa». Antes de llegar al momento de recibir una inyección en la base de mi pene he escuchado muchas veces esta cuña en la radio. Como muchos españoles. Como mi querido director. Por eso, a pesar de que mi vida sexual está en orden, he entrado en Boston Medical Group. Por eso sé que en la recepción hay un hombre con bata blanca y no una enfermera. Un punto para Boston Medical. No debe ser muy terapéutico llegar donde pretendes curar tu eyaculación precoz o tu disfunción eréctil y encontrarte con una moza ante la que sólo puedes hacer el ridículo. El recepcionista me acompaña a la sala de espera donde debo rellenar mi historial médico. Otro punto para ellos. La sala es individual. Se evitan así las conversaciones sobre el tiempo (que tarda cada uno en eyacular o el que hace que no se pone firme).

Una vez rellenado el historial y comprobado que en la sala de espera no hay revistas porno, no vaya ser que se produzca un milagro y se pierda un cliente, me llama el doctor y tiene lugar la escenita que he narrado al principio del texto. Una elipsis después, vuelvo a estar en mi sala de espera. El pinchazo no ha dolido, la inyección se hace con un aplicador al estilo de los de los diabéticos. Se supone que debo esperar media hora a que las sustancias vasodilatadoras hagan efecto y suban el periscopio de mi entrepierna pero sólo han pasado quince minutos y ya tengo el misil preparado. Me entretengo leyendo la documentación que me han dado y pensando que los verdaderos pacientes deben vivir este momento con lagrimas en los ojos, la mano en el pecho y banda sonora orquestal, como cuando se iza la bandera nacional tras ganar una medalla de oro. Por fin, llega el médico para llevarme a su despacho. Vuelvo a bajarme pantalones y calzones y me mide, a mano, la erección. Me explica que estas inyecciones se deben aplicar al menos una vez a la semana, antes de la relación sexual, durante nueve meses y que así se acaba curando, en un alto porcentaje, el problema.

Empiezo a entender de qué va todo esto. Tanto la documentación como el discurso del médico tienen una pendiente que conduce tu pensamiento hacia donde Boston Medical Group quiere. Cosas como que el 90% de los casos de disfunción eréctil son de causa física. Un montón de pegas a los tratamientos habituales (Cialis, Viagra y demás pastilleo). Una luz de esperanza diciendo que todo, incluso la disfunción eréctil, sea física o psicológica, tiene solución. La comprensión se hace completa cuando me llevan a ver a un comercial adornado también con bata blanca. Gracias a él, me entero de que la solución a mi inexistente problema cuesta 1.500 euros. Son 90 inyecciones que puedo pagar a tocateja o en 12 mensualidades sin intereses. Gracias a él, también me entero de que la inyección que me acaban de poner puede provocar priapismo, o sea, seis horas o más de erección continuada, o sea, problemas. Me da un papel con instrucciones en caso de que tal cosa ocurra y dos pastillas para solucionarlo antes de ir al hospital (recomendación número cinco después de «realice una caminata de 10 minutos», «aplíquese agua fría en los genitales 10 minutos», «realice flexiones de piernas durante 10 minutos» y la toma de las pastillas). Le digo que me quedo más tranquilo y que me pensaré lo de los 1.500. Y me despido.

Me doy un largo e incómodo paseo por Madrid. Aprovecho para llamar a un urólogo conocido para que me cuente. Y me cuenta. Que el porcentaje de causas psicológicas de la disfunción eréctil es mayor que el 10%. Que las pastillas de ahora no tienen casi efectos secundarios. Que el tratamiento con inyecciones es más agresivo. Que, por supuesto, no cura. Y que, en cualquier caso, se puede conseguir gratis, con receta, a cargo de la Seguridad Social.

Han pasado dos horas desde que me han aplicado la inyección, sigo con el arma cargada en mi entrepierna y sólo me queda una duda. No sé si llamar a algún teléfono femenino de los de mi agenda para aprovechar la medicina u ofrecer al alcalde el molde para un obelisco en honor al periodismo de investigación.

B.S.O. Dropkick Murphys, I’m Shipping Up To Boston.

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Y hablando de drogas y deporte, de hipocresia y leyes… ha caído en mi disco duro un estupendo documental llamado Bigger, Stronger, Faster que cuenta el camino de un loco por las pesas, Chris Bell, por llegar a la verdad sobre el uso de esteroides. El tipo, director y narrador de la cosa, es hermano de otros dos vigoréxicos, ellos usuarios de anabolizantes, que le ayudan a recorrer el trayecto. También lo hacen Ben Johnson, Carl Lewis, Gregg Valentino (brillante, el tío) y un buen puñado de deportistas, médicos, políticos y hasta vacas llenas de músculos. ¿Y cuál es la conclusión? Cualquiera. Porque en este tema, como en tantos otros, no hay una verdad absoluta pero sí está absolutamente lleno de mierda. Porque igual hay alguien leyendo este texto puesto de Lexatín que no admite el consumo de marihuana. Porque puede que yo mañana tenga que tomarme un jarabe con codeína para currar en condiciones pero que si anuncian que han pillado a, es un poner, Nadal curándose un resfriado con una sustancia prohibida se nos caerá un mito al que exigimos resultados y un expediente químico intachable. Porque, como dice el bateador Barry Bonds en la última parte del documental a un puñado de periodistas: «¿Es que ninguno de vosotros ha mentido nunca? No. Todos habéis mentido. Todos. ¿Por qué no vais a limpiar vuestros armarios y luego venís a sacar la ropa sucia del mío?».

Aquí va un tráiler, pero el resto está ahí fuera:

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A Dios (o a quien esté al cargo ahora) pongo por testigo de que volveré a pasar hambre la próxima vez que, después de haber inhalado humo con alta concentración de THC, me entre esa gusa insaciable y lo único que tenga a mano sea un paquete de Corn Flakes (o cualquier otro producto de Kellog’s) o un bocata de Subway. Me uno a esa pequeña  venganza ante esos cabrones carcas que retiran patrocinios por un par de caladas a un bong. Ah, también pongo a quien sea menester por testigo de que tampoco nadaré un sólo metro en una piscina olímpica tras haber fumado yerba. Es mi pequeño y particular boicot a Micahel Phelps. El muchacho, en vez de achantarse y decir que ha dado mal ejemplo, debería haber aprovechado su fama y su poder mediático para dejar claro que la penalización del consumo de drogas es tontería. Igual es lo que iba a hacer pero se le olvidó porque iba fumado.

B.S.O. El Fary, La mandanga.

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La original… The Rolling Stones (en su Rock and Roll Circus de 1968).

La colocada californiana… Jane’s Addiction.

La industrial eslovena… Laibach.

La tremenda magrebí… Orchestre National de Barbès.

Hay más, pero no creo que mejores: Guns N’ Roses, U2, Tiamat

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A quien pueda interesar: ABC.es ha parido un Festival Iberoamericano de Cortos que tiene buena pinta. ¿Por qué? ¿Porque dan hasta 30 mil euros en premios? Sí. ¿Porque hay un certamen para cortos más profesionales y otro llamado i-Cortos como más amateur? Claro. ¿Porque todo se desarrolla en la red y aquí es donde se pueden ver las obras seleccionadas sin tener que salir a la calle que hace un frío que pela? También. ¿Porque en el comité de selecciónJavier Cortijo? Cómo no. Pero yo me quedo con una razón principal: el impulsor y director del asunto es Pedro Touceda. Pedro no sólo es un excelente periodista superviviente de mil batallas. Pedro es un activista del corto con tres piecitas escritas y dirigidas y bien premiadas por todo el mundo. Pedro es uno de esos locos que saben lo que es buscarse el tiempo y la vida para cumplir un sueño de menos de una hora. Pedro un tío grande y con criterio. Y, además y por si no se ha notado, Pedro es mi amigo. está, entre otros ilustres, el gran

Éste es el link del I Festival Iberoamericano de de Cortometrajes ABC.

Y aquí viene el último corto de Pedro, Polillas.

La foto que ilustra todo esto es de otro de los cortos de Pedro, ‘Huellas en la nieve’.

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El martes 3 fue el 50 aniversario de, tachán, el día que la música murió. Ayer, miércoles 4 de febrero de 2009, seguramente fue el día en que el rockandroll la espichó. Lux Interior, cantante e ideólogo de The Cramps y reverso tenebroso de Buddy Holly, no se cayó con avión puesto sino que la palmó en Los Ángeles como todo el mundo: por un fallo cardiaco. Da igual. Este tipo nunca fue como los demás. Envileció y llenó de babas el rock, puso glamourbilly al punk y vivió (y seguramente murió) con el traje de vinilo puesto. Así me lo encontré yo hace la torta de años en las oficinas de Edel a orillas de la Gran Vía. Me tocaba entrevistar a los Cramps y me topé con Lux Interior y Poison Ivy disfrazados de Lux Interior y Posion Ivy. Eran las 12 de la mañana y ya llevaban el uniforme porque, en realidad, nunca se lo quitaban. Porque no era uniforme. Porque era parte de su piel. No me acuerdo de mucho más. Mi memoria cabe en una cáscara de nuez. Sólo sé que fue un honor. Y un placer.

B.S.O. The Cramps, Bikini Girls With Machine Guns.

La canción va para Alicia, que algunas veces sueña con ametrallar a sus clientes. Lo del bikini es cosa de mi imaginación.

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Jodío caralibro

Justo ahora que mi relación con Feisbuq ha pasado a complicada, me topo con dos vídeos que se parten la caja de tanta tontería. Así que no lo ignoro y los cuelgo en este muro.

Vía Bárbara.

Vía Tina Paterson (a la que he conocido vía el descentrado).

Ah, y supongo que ya todo el mundo habrá visto lo de El Jueves, pero por si acaso, aquí está: facebook-y-el-jueves-1.

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