Antes, la gente tenía muy claro que la sociedad (o sistema) en que vivía era una mierda pinchada en un palo pero creía en que dios era su salvación. Y cuando digo antes, me refiero a la edad de piedra, las invasiones bárbaras, la edad media, la revolución industrial, las primera guerra… Ahora el personal no sólo está convencido de que vive en la mejor de las sociedades (o sistemas) posibles, sino que tiene toda su fe puesta en que el sistema (o la sociedad) va a salvarle. Y dios, si existe, tiene que estar echándose unas risas.
Antes, mi referencia intelectual durante mis estancias en el baño era el Super Humor. Ahora miro el Twitter. Mi sistema digestivo no se ha visto afectado por el cambio. Yo sí. Echo de menos a Mortadelo.
Antes las canaperas eran señoras que miraban en el ABC la agenda de conferencias y presentaciones de libros para echarse unos tacos de jamón y un vino al coleto. Ahora es gente de todo tipo y condición que se viste de tiros largos, acude a la Vogue Fashion’s Night Out y hace cola para pillar un champancito. Dios bendiga a Anna Wintour.
Suena una versión de Vogue a cargo del mismísimo Satán.
Antes (hace cinco minutos), Internet era un lugar lleno de contenido copiado y pegado de otras fuentes mejor formadas e informadas como escritores, intelectuales y demás bibliomaniacos. Y el ejemplo más palmario (¿se dice así, Fundéu?) era la Wikipedia. Ahora, desde que parece que han pillado a Houellebecq, resulta que son los escritores e intelectuales los que copian de la Wikipedia para llenar de contenido sus obras. Lo cual, por otra parte, es como muy natural y orgánico, ¿no? El ciclo de la vida en versión cultureta.
Antes, los medios presuntamente progresistas y pacifistas habrían tratado como a un personaje valiente y respetable a un tipo que, también presuntamente, ha tenido los santos cojones de desobedecer toda la cadena de mando del ejército norteamericano para filtrar unos documentos que indican la mierda que se está haciendo en Afganistán no por hacerse famosete sino con un interés bastante razonable: «Espero que haya una gran discusión mundial, debates, reformas. Si no es así, estamos condenados como especie». Ahora lo tratan como a un chalado.
Antes, se salía por las noches a empapuzarse de alcohol y lo que fuese, entre otros motivos, por evitar ver lo que ponían en la tele y, en cualquier caso, a hacer cosas malas a escondidas de los padres, la familia, los vecinos y el resto de la población en general. Ahora, el personal se empapuza de todo igual pero parece como que lo hiciera esperando a que una cámara de Callejeros o de algún programa de La Sexta inmortalice el momento para siempre y solaz de padres, familia, vecinos y población en general. Y aquí estamos, solazándonos.
Antes, siempre que iba a un festival acababa cerrando todos los escenarios y largándome el último. Ahora, también.
Suenan cosas que fui capaz de ver y oír en el Primavera Sound, el festival que mejor sabe capturar la forma de consumo musical del presente y convertirla en una oferta cojonuda para todos los gustos, aunque con menos rarezas que descubrir en esta ocasión. Además, este año no se les ha acabado la cerveza, y mira que bebimos. Me perdí muchas más y habrá otras de las que no me acuerdo o prefiero no acordarme (como los Pixies Shop Boys).
A la salud de Daniela, Cristobal, Nano, Willy, Iñaki, Jose, Eduardo, Alicia, Freya, Juan, Javi, Juan, Sam, Mónica, Sonia, Coco, Silvia, Gamboa, Susana, Gonzalo y todos los demás. Y a Tania, claro, por hospedarme en silencio. La imagen es de Chus Sánchez, sacada de la web del festival.
Antes, cuando veía un coche de policía rondando, me temblaban las canillas. El viernes, cuando dos nacionales vinieron rascándose las narices a molestarnos a Nacho y a mí mientras charlábamos en la puerta de mi casa después de currar en Planeta Madrid, pasé un rato bastante entretenido viendo cómo uno de ellos se arrastraba por el suelo buscando en el coche de Nacho no sé si drogas, revistas porno o armas de destrucción masiva. Nosotros, señor juez, sólo teníamos tabaco. De liar.
Antes, la afición hablaba bien de los toros cuando los toros eran bravos. Ayer, en el tendido alto del cuatro, el personal aplaudió y elogió a un toro porque era «noble». No sé. Yo es que, cuando pienso en algo noble, pienso en Marichalar o en la Duquesa de Alba…