Ayer asistí al que podría ser el concierto del año si no fuese por éste. Fucked Up es un grupo de Toronto que está dando vidilla a la música hardcore. Rabia, intensidad, peligro y, uh, canciones. En directo, son un puñetazo. O una paliza. Y el principal responsable es el cantante, Pink Eyes, un gordo que ha llegado a un estado del alma que envidio: no tiene complejo alguno. Le tira del nabo enseñar su peludo pecho y su enorme panza. Le importa un pimiento hacer el ridículo jugueteando con el micro y con su cable. No le preocupa que le veamos en calzones y refrescando con agua mineral su agitada entrepierna. El tío baja a cantar entre el público, se lleva el micro hasta la cabina del DJ, se restriega por el suelo y tiene fuerza para acabar el concierto con el Blitzkrieg Bop y el Breed. Con su presencia y la pericia de sus compañeros hubo gasolina de sobra para armar un pogo de los de antes y poner la Wurlitzer a temblar.
Fucked Up, Soulside.
El caso es que a mí estos gañanes de Toronto me recuerdan a otros de Portland, favoritos de mis tiempos imperdibles. Poison Idea era un grupo de glotones, devoradores de hamburguesas y drogas, cabrones peligrosos que hacían una música agresiva y directa como una raya de speed. Y la comparación no es sólo porque el tal Pink Eyes esté gordo como un trullo, como lo estaban Jerry A, Pig Champion y compañía -en Revólver anunciaron su concierto como si de un mercado de ganado se tratase: «700 kilos de carne sobre el escenario»; no faltó ni uno-, es que la voz y el sonido se dan un aire. Y mola. Eso sí, Poison Idea, ya lo he dicho, eran excesivos, amantes de la politoxicomanía recreativa. Fucked Up, en cambio, tienden al straight edge y a Pink Eyes no le importa contar que llegaron tarde al concierto porque dejaron la ropa en la lavandería del hotel de Barcelona y se la trajeron tarde o que acaba de ver la ecografía de su futuro hijo y «qué mono, parece un mango». Bastante poco punk.
Poison Idea, Punish Me.
Recuerdo, por cierto, que en el concierto de Poison Idea en Revólver, allá por el 92 ó el 93, la gente tenía miedo de ponerse en las primeras filas porque habíamos oído que los gordos acostumbraban a tirarse sobre el público. Recuerdo que, igual que ayer me batí el cobre en el pogo, en aquél me tiré del escenario al ritmo del Kick Out The Jams. Recuerdo, además, que entonces, como ayer, fui muy bien acompañado. Y no quiero dejar de recordar que yo descubrí a Poison Idea porque mis padres me trajeron, allá por el 86, uno de sus discos de un viaje que hicieron a Alemania. Éste con esta portada tan maja:
Sí, yo tengo unos padres enrollados.
El primer video esta bien loco, recuerdo mis tiempos cuando iba a estos lugares a escuchar bandas.