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Posts Tagged ‘Punk’

… a protestar, a destruir, a construir, a gritar, a pelear, a saltar, a cuestionar, a apoyar, a promover, a proponer, a imaginar, a golpear, a defender, a colaborar, a parar, a iniciar, a disentir… Incluso a escribir.

Uno de los tipos que me enseñó todo esto viene mañana a pasear su palmito por aquí y voy a verlo, por fin. Jello Biafra, el que cantaba en los Dead Kennedys. Y viene con los Hard Ons, otros que tal bailan y a los que sí tengo vistos. Pues nada, que quería compartirlo por aquí, aunque no le importe un carajo a nadie.

Suena Let’s Lynch The Landlord, Dead Kennedys.

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Algún día, cuando mis nietos pertenezcan a un grupo de ninjas vestidos de colores para salvar el mundo de un ataque de gominolas sin azúcar, yo les podré contar por qué. Porque yo estuve allí. En el concierto de Peelander Z, un trío de japoneses que no es de Japón sino de alguna ciudad que se parece mucho a Nueva York. Fue hace semana y pico en el Gruta 77 pero yo aún tengo los ojos como escarpias y, como se ve en la foto, los pelos como platos. Aquí van unos vídeos del mejor grupo del universo (paralelo) desde que los Boredoms se pusieron serios.

Mad Tiger.

So Many Mike.

El despiporre (uno de tantos).

La conga.

S.T.E.A.K.

Hubo de todo más: un limbo comunal, un al pasar la barca me dijo el barquero, los del grupo jugando a los bolos (a ser bolos) mientras el público tocaba sus instrumentos y así. Pero que lo cuente Fernando, que también estuvo allí.

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… y muerto de cáncer de garganta.

Raf Pulido, batera de La banda trapera del río y autor de letras como la que da título a esta entrada o Curriqui de barrio. Como sus colegas de banda Tío Modes y Rockhita, ha muerto de cáncer, que se ve que es la enfermedad más punk. Porque estos tíos, los traperos, vomitaron el punk aquí los primeros. O eso dice gente de la que me fío, que yo no estaba en Cornellá para analizar los tropezones. Eso sí, en cuanto pude me compré una milagrosa reedición de su primer LP y puse a rascar las agujas. Hay que leer a los clásicos.

Suena Curriqui de barrio, La banda trapera del río.

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O puede que no. O puede que nunca llegase a existir. Vaya usted a saber, que el punk es muy suyo. El que sí parece haber palmado es Malcolm McLaren, uno de los que llevaba la medalla de inventor colgada de un imperdible. McLaren siempre fue el malo de la película de los Sex Pistols, como en general todos los managers -el que haya sido manager alguna vez, como un servidor, sabe de la culpa que se carga-, pero la verdad es que el tío tuvo mucha parte, y bastante arte, en todo el follón sexpistolero. No sólo eso; antes, por ejemplo, estuvo detrás de los New York Dolls. Poco, pero suficiente para vestirles protosoviéticamente. Y es que en realidad el hombre era un cazador e impulsor de tendencias estéticas, sobre todo junto con Vivienne Westwood, de las que aún se alimenta el personal que diseña modas. Era eso y un humorista refinado, como demostró en The Great Rock’n’Roll Swindle, la peli postpistolera sobre los pistolos sexuales, toda una obra de arte. De surrealismo chorra, en concreto. Requetepunk.

Los (que quedaban) Sex Pistols, The Great Rock’n’Roll Swindle. O Anybody Can Be a Sex Pistol. O Me río de Johnny Rotten. O Si el punk es de todos, queremos un cacho.

La imagen es de aquí y muestra a McLaren en plan teddy boy, una estética clave en el punk británico primigenio en la que mucho tuvo que ver, como en casi todas.

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Un grupo que guarda un sitio (o dos) en cada uno de sus discos para rendir homenaje a sus mayores es un grupo que mola. Social Distortion es un grupo molante por eso y por muchas otras cosas. Chanan por su buen gusto, por su pasado punk y hardcoreta que devino en rock and roll acelerado, por el macarrismo de su líder Mike Ness, porque son muy buenos, porque los voy a ver en La Riviera, porque lo voy a hacer a la sombra del tupé de mi buen amigo Aitor y porque lo digo yo. Hala.

Ring Of Fire, Johnny Cash.

Ring Of Fire, Social Distortion.

Making Believe, Kitty Wells (la original, de Merle Haggard, no la he encontrado).

Making Believe, Social Distortion.

Under My Thumb, The Rolling Stones.

Under My Thumb, Social Distortion.

Backstreet Girl, The Rolling Stones.

Backstreet Girl, Social Distortion.

Tainted Love, Soft Cell.

Tainted Love, Social Distortion.

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Yo a lo mío. Tres frases que he encontrado leyendo el Ruta 66 de diciembre:

(Las discográficas) se aferran a un modelo de negocio que ya no existe. En mi último contacto con una multinacional, me dijeron: ‘te licenciamos la grabación que tú nos traerás totalmente acabada pero no te pagaremos nada ni nos gastaremos un solo pavo en la promoción y encima te venderemos a ti tus propios discos, en los que no hemos invertido nada, por siete euros’. Pensé por un instante que estaba inmerso en uno de esos programas humorísticos de televisión con cámara oculta».

Lo dice Hendrik Röver, de los muy majos y más pertinaces Del Tonos.

El punk es como el psicoanálisis de la gente pobre (…). El arte, la música o el crimen son sólo algunas de las opciones posibles para aquellos que tenemos que luchar contra los efectos de una infancia podrida».

Lo cuenta Alice Bag, de los seminales (típica y fea palabra de crítico) The Bags.

Sólo hay que ver los periódicos o la tele, se le da más importancia al romance ficticio de cualquier gilipollas que a lo que está realmente jodiendo a los habitantes de este planeta, y no me refiero al cambio climático».

Lo clava Miguel Costas, ex de Siniestro Total, Aerolíneas Federales y Los Feliz, y ahora cantante (¿?) en solitario.

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The Sex Pistols 1978

El punk es la cosa culturaljuvenil con más debate semántico. No hay quien se ponga de acuerdo en la definición y, al tiempo y por eso, define un montón de cosas las mar de variadas y, a veces, contradictorias. En música, punk era lo de los grupos de garaje de los 60, el raca raca pop de los Ramones, las burradas de Exploited, las correcciones políticas de 7 Seconds, las cagarrutas de GG Allin y hasta lo que hacen Pignoise (vale, aquí estoy de broma). En lo que no es música, tan punk puede ser montar un centro social para alfabetizar jubilados analfabetos como mear en una iglesia. Un lío.

Así, contradictorio y, por eso, muy punk, es No Irish, No Blacks, No Dogs, de John Lydon. O, como dice la portada, «la autobiografía autorizada de Johnny Rotten, cantante de los Sex Pistols«. Por cierto, ni un pero a eso de «autobiografía» y «autorizada». No es sólo esto que digo de que punk es sinónimo de lío. Es que, tal y como está el muchacho, podría haber sido perfectamente desautorizada a pesar de haberla escrito él (con ayuda de unos tales Keith y Kent Zimmerman). El libro es del 94, la edición de las buenas gentes de Acuarela es de hace unos meses pero yo me lo acabo de leer porque soy así de punk. Y, a pesar de que como ya he dicho es más lioso que contradictorio y viceversa, hay un montón de cosas que me han quedado claras:

· Johnny hubiera sido un tío raro de cualquier modo, pero una meningitis a tiempo le hizo raro de cojones (¿será punk la meningitis?).

· Johnny quería mucho a su madre y respetaba a su padre. Lo mismo que ellos a él (toma paradoja punk).

· Johnny es del Arsenal detodalavidadediós (ergo Cesc Fabregas es punk).

· Glen Matlock, el bajista original antes de la llegada de Sid Vicious, le parece un soplapollas aunque una vez encontró un punto en común con él: a ambos les gustaban los Doors (¿Jim Morrison punk? Igual dimito).

Minutos musicales: Sex Pistols, Pretty Vacant (y entrevistas a punks, una parte del programa London Weekend Show del 76 sobre el punk; el resto se puede encontrar en este link de Youtube).

[Youtube= http://www.youtube.com/watch?v=JvHzO7dEyDU%5D

· Sid Vicious era su amigo. Sid entró por Glen porque él quiso (el nepotismo también es punk).

· Sid Vicious, de todos modos, era tonto de capirote (según Johnny, que yo no tuve el gusto).

· Sid era todavía más tonto cuando estaba junto a su novia, Nancy Spungen. Y siempre estaban juntos (la heroína, que une mucho).

· Nancy Spungen era una zorra, fea y asquerosa (esta opinión tampoco es mía. Ni siquiera de Johnny. Es unánime).

· Ah, Sid murió el 2 de febrero del 79, nada menos que el Día de la Marmota (¿por qué coño Bill Murray no se despierta con el My Way en Atrapado en el tiempo?).

Más minutos musicales: Sex Pistols, No Feelings (ensayo en el 77, ya con Sid, más una charla sobre el suicidio, mmm).

[Youtube=http://www.youtube.com/watch?v=60iSqIndC4c]

· Richard Hell no inventó el punk y los Ramones ni de coña. Los Clash eran unos capullos y los Damned unos payasos (y Johnny es un tío con facilidad para hacer amigos. Juas, juas).

· Lo de los lapos en los conciertos punk empezó porque Johnny escupía porque tenía sinusitis aunque ni a él ni a ninguno de los demás grupos les hizo nunca ni puta gracia (que una cosa es ser punk y otra es ser idiota).

· Brian Ferry y sus Roxy Music fueron (junto con Bowie) la etapa previa de muchos punkies antes del punk (a pesar de lo que cantaban los de Siniestro Total en Más vale ser punkie que maricón de playa).

· De hecho, los garitos de «maricones de playa» fueron germen y guarida de la escena punk (Zerolo, saca el imperdible).

· El mejor momento de la gira americana de los Pistols fue una visita de Johnny y Sid a un antro de travestis en Atlanta, «dobles de John Wayne con ropa de mujer», Sid ligó con un travesti negro y Johnny con  una vaquera. Les echaron porque Johnny meó en la boca de alguien (esto es, por lo menos, de un grado 9,5 en la escala Manolo Kabezabolo del punkerío).

noirish

Hay más anécdotas como éstas en el libro, un huevo de cosas interesantes/patéticas/graciosas/miserables pero siempre muy punk. Yo paso de seguir contándolas aquí y ahora por dos razones: porque así no lo destripo del todo y quien quiera lo puede poner en la carta a los Reyes Magos y porque me voy a dormir, que tengo sueño. Eso sí, no me resisto a acabar sin un entrecomillado de los míos. Bueno, de los de Johnny Rotten/Lydon, que me lío (pero como soy punk, me lo perdono). Aquí va. Recuerdo que está escrito en el 94 aunque pueda valer para hoy mismo:

Es muy triste que, en términos económicos, el lema «No hay futuro» sea más relevante ahora que cuando los Pistols los cantábamos en God Save the Queen. No es algo que me alegre en absoluto. La verdad es que hubiera preferido que la gente viera ahora Anarchy in the U.K. como una broma de una época superada».

Fin de los minutos musicales y de todo: Sex Pistols, No Fun (la última canción del último concierto, el 15 de enero del 78, en el Winterland de San Francisco, cuando Johnny dijo eso de «¿nunca os habéis sentido estafados?». El resto del concierto, y otros, se pueden encontrar en este link de Youtube).

[Youtube=http://www.youtube.com/watch?v=4svG-6vHDfk&feature=channel_page]

La foto de arriba del todo es de AP y es, también, del último concierto de los Pistols.

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bio_photo

Ayer asistí al que podría ser el concierto del año si no fuese por éste. Fucked Up es un grupo de Toronto que está dando vidilla a la música hardcore. Rabia, intensidad, peligro y, uh, canciones. En directo, son un puñetazo. O una paliza. Y el principal responsable es el cantante, Pink Eyes, un gordo que ha llegado a un estado del alma que envidio: no tiene complejo alguno. Le tira del nabo enseñar su peludo pecho y su enorme panza. Le importa un pimiento hacer el ridículo jugueteando con el micro y con su cable. No le preocupa que le veamos en calzones y refrescando con agua mineral su agitada entrepierna. El tío baja a cantar entre el público, se lleva el micro hasta la cabina del DJ, se restriega por el suelo y tiene fuerza para acabar el concierto con el Blitzkrieg Bop y el Breed. Con su presencia y la pericia de sus compañeros hubo gasolina de sobra para armar un pogo de los de antes y poner la Wurlitzer a temblar.

Fucked Up, Soulside.

El caso es que a mí estos gañanes de Toronto me recuerdan a otros de Portland, favoritos de mis tiempos imperdibles. Poison Idea era un grupo de glotones, devoradores de hamburguesas y drogas, cabrones peligrosos que hacían una música agresiva y directa como una raya de speed. Y la comparación no es sólo porque el tal Pink Eyes esté gordo como un trullo, como lo estaban Jerry A, Pig Champion y compañía -en Revólver anunciaron su concierto como si de un mercado de ganado se tratase: «700 kilos de carne sobre el escenario»; no faltó ni uno-, es que la voz y el sonido se dan un aire. Y mola. Eso sí, Poison Idea, ya lo he dicho, eran excesivos, amantes de la politoxicomanía recreativa. Fucked Up, en cambio, tienden al straight edge y a Pink Eyes no le importa contar que llegaron tarde al concierto porque dejaron la ropa en la lavandería del hotel de Barcelona y se la trajeron tarde o que acaba de ver la ecografía de su futuro hijo y «qué mono, parece un mango». Bastante poco punk.

Poison Idea, Punish Me.

Recuerdo, por cierto, que en el concierto de Poison Idea en Revólver, allá por el 92 ó el 93, la gente tenía miedo de ponerse en las primeras filas porque habíamos oído que los gordos acostumbraban a tirarse sobre el público. Recuerdo que, igual que ayer me batí el cobre en el pogo, en aquél me tiré del escenario al ritmo del Kick Out The Jams. Recuerdo, además, que entonces, como ayer, fui muy bien acompañado. Y no quiero dejar de recordar que yo descubrí a Poison Idea porque mis padres me trajeron, allá por el 86,  uno de sus discos de un viaje que hicieron a Alemania. Éste con esta portada tan maja:

pifront

Sí, yo tengo unos padres enrollados.

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Madrid, octubre de 2005:

En 1977, Gran Bretaña puso en el mercado el punk. Una música estrepitosa y una estética afilada más que inspiradas en las salvajadas que cometieron a finales de los 70 grupos como MC5 e Iggy Pop y sus Stooges desde Detroit y, más tarde, los New York Dolls y los Ramones en Nueva York. El punk, ese punk, convirtió el desparrame en una forma de vida y hasta en una manera de hacer política y sacudió los cimientos de la cosa musical para luego dejarla más o menos como estaba.

En 1979, un adolescente volvió de California a su ciudad, Washington DC. Trastocado por el rabioso sonido que carcomía el planeta, montó su primer grupo, The Teen Idles, y, un año después, se juntó con otros amigos bajo el nombre de Minor Threat. Ian MacKaye inició de esa forma una carrera que igual no ha cambiado el curso de la música pero que seguro ha transformado las vidas de muchos músicos y, lo que es más importante, de numerosas personas. Ian se hizo punk pero decidió hacerlo a su manera. Frente al abuso politoxicómano y la revolución de barra de bar, MacKaye fundó sin querer un movimiento poco conocido pero muy influyente. El straight edge proponía olvidarse del alcohol y las drogas y centrar toda la energía en la acción: música, movimiento asociativo, revolución. Por eso, quizás, Ian MacKaye ha tenido tiempo para tener su propio sello, Dischord, aún hoy activo y con una coherencia a prueba de súper ventas, y de militar en bandas como Embrace, Pailhead y, sobre todo, Fugazi. Este último nombre es el que ha hecho famoso a Ian en todo el mundo. Un nombre y un grupo asociados a música intensa pero abstracta, a ruido furioso pero intelectual, a éxito de ventas pero manteniendo los principios: discos a diez dólares, conciertos a cinco y entrevistas sólo para fanzines.

En 2005, en la sala Moby Dick de Madrid, Ian MacKaye  presenta Mt. Pleasant Isn’t, la siguiente canción del concierto de su nuevo proyecto, The Evens. «Para mí punk es que estemos todos aquí juntos, punk es poder hacer música y venir a España a compartirla, punk es estar en comunidad». Y, efectivamente, fue punk haber estado allí, aunque pudiera no parecerlo. The Evens son un grupo de dos, Ian tocando una guitarra barítono, de sonido más grave que una semiacústica normal, y Amy Farina, que estuvo en un grupo llamado The Warmers, a las baquetas de una batería casi sin elementos de la que saca ritmos primitivos pero capaces de llenar un anfiteatro romano. Suenan sin pasar por la mesa de mezclas, sólo el ruido que sale del ampli de Ian y de la batería de Amy. Por eso piden a la gente silencio. Y en silencio disfrutamos de un concierto único: punk acústico, canciones que recuerdan a las últimas de Minor Threat y a las primeras de Fugazi, simples y a la vez muy complejas. Intensas. Al acabar, ellos mismos recogen sus cosas, venden discos a pie de escenario y se van. Nosotros también. Salimos de un concierto punk, pero no tenemos ganas de destrozar papeleras, sino de reciclar papel. Ya ves.

El mundo, hoy:

Obviamente, este texto es antiguo. Tiene tres años y pico. Los que hacen del concierto de The Evens en Moby Dick. Fue escrito para una revistita que editaba la librería Mairea. Pero nunca fue publicado. Quizás por eso lo saco del cajón. O, más bien, porque me apetece. Porque creo que es el momento. Porque ayer, hablando con Ángel, un amigo metido en lo más profundo de lo financiero, le escuché decir que era el fin. Que el capitalismo, este capitalismo, se había acabado. Y que ojalá fuese para bien y que hubiese un cambio de valores.

El asunto es serio y da para mucho. No sé si me apetece ponerme a pensar y escribir sobre él un sábado lluvioso como hoy. Sólo diré que siento hace tiempo que la sociedad de consumo es un asco. Que vivimos engañados por el brillo de la satisfacción inmediata. Y que nuestra continua búsqueda del placer (o beneficio) a corto plazo sin mirar al largo o el medio no sólo acelera nuestra muerte, sino que hace nuestra vida más vacía. Yo, que no soy muy viejo, aún recuerdo tiempos en los que no todo estaba en venta, la honradez era una virtud y no una estupidez y a la gente se la valoraba por lo que era y no porque lo que cobraba. O quizás no son recuerdos sino enseñanzas de mis padres. Da igual. El caso es que ojalá lleve Ángel razón y vuelvan esos tiempos. O incluso unos mejores. No sé. No lo creo. No parece que los codiciosos hayan aprendido ninguna lección.

Claro que ésos cabrones nunca han escuchado a Minor Threat, ni a Fugazi, ni a The Evens. Si no, seguramente no harían lo que hacen ni se dedicarían a lo que se dedican. Este verano conocí en Jordania a Angelo, un romano romanista que me contó que la izquierda, la verdadera izquierda italiana, ya pasaba de las elecciones y de la gran política. Que ellos en Italia se dedicaban al trabajo comunitario. A ayudar, proteger y desarrollar sus barrios. Eso es lo que lleva años haciendo y cantando Ian MacKaye. Y eso es lo que deberíamos ponernos a hacer todos si queremos sobrevivir con dignidad.

No soy yo de adorar ídolos ni de pedir autógrafos. Pero hay que reconocer la coherencia y el compromiso cuando se ven. Y, últimamente, no son cosas que hayan asomado mucho. Por eso creo que hay que tragarse el orgullo, dejar de ser los más listos y señalar a tipos como Ian MacKaye (o como Angelo). La que hemos liado sólo se soluciona cambiando. Empezando a construir las cosas para que se sostengan; sin pensar en ventas ni rentabilidades; considerando como único beneficio el que hacemos a la comunidad y, por tanto, a nosotros mismos. Repito, ojalá lleve razón mi amigo Ángel y estemos ante un cambio de valores. Tampoco es tan difícil. Basta con observar lo que lleva tiempo haciendo gente como Ian MacKaye y dejar de tener en portada a Pete Doherty.

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Leo en varios sitios que Gorki Águila, cantante del grupo punk cubano Porno Para Ricardo, fue detenido el lunes por «peligrosidad» mientras hacía algo tan chungo como grabar un disco. Y no es la primera vez. A este peligroso delincuente ya le enchironaron, por ejemplo, para que no saliese en la peli Habana Blues, de Benito Zambrano.

La buena noticia es que parece que en algún lugar el rock aún sigue siendo peligroso. La mala es que Cuba sigue siendo una dictadura.

Aquí se pueden ver y oír algunos de los terribles actos criminales cometidos por Gorki y su grupo. Y en su página web se supone que hay más información, pero yo no consigo entrar, no sé por qué.

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