Vuelvo a esto después de tanto tiempo. Resulta que estoy repasándome a los Zeros porque voy a verlos hoy el 29 de septiembre (sí, he estado en la puerta hasta que me he dado cuenta del error) al aniversario del Wurlitzer y me he topado con esta canción.
The Zeros, Cosmetic Couple (y Don’t Push Me Around).
Joder, cómo me suena, he pensado. Claro. El otro día estuve repasando la discografía de Eskorbuto -sí, el resto del mundo estaría escuchando en ese momento a Lady Gaga o a Muse o a Bon Iver, pero yo es que soy más de ser como soy- y ahí estaba la cosa.
Eskorbuto, Dónde está el porvenir.
Puede que sea casualidad o que encontraran un cassette entre sus papelinas pero el caso es que se parecen y el Cosmetic Couple es del 77, unos cinco años antes que la otra. Eso sí, la de Eskorbuto ha quitado todo el pop que había en la de los Zeros, que no era lo mismo la margen izquierda del Nervión que Chula Vista, California.
Dicho lo cual, el otro día trataba de imaginarme a unos Eskorbuto en plena forma en estos tiempos tan tontos. Y no era muy capaz.
Ayer asistí al que podría ser el concierto del año si no fuese por éste. Fucked Up es un grupo de Toronto que está dando vidilla a la música hardcore. Rabia, intensidad, peligro y, uh, canciones. En directo, son un puñetazo. O una paliza. Y el principal responsable es el cantante, Pink Eyes, un gordo que ha llegado a un estado del alma que envidio: no tiene complejo alguno. Le tira del nabo enseñar su peludo pecho y su enorme panza. Le importa un pimiento hacer el ridículo jugueteando con el micro y con su cable. No le preocupa que le veamos en calzones y refrescando con agua mineral su agitada entrepierna. El tío baja a cantar entre el público, se lleva el micro hasta la cabina del DJ, se restriega por el suelo y tiene fuerza para acabar el concierto con el Blitzkrieg Bop y el Breed. Con su presencia y la pericia de sus compañeros hubo gasolina de sobra para armar un pogo de los de antes y poner la Wurlitzer a temblar.
Fucked Up, Soulside.
El caso es que a mí estos gañanes de Toronto me recuerdan a otros de Portland, favoritos de mis tiempos imperdibles. Poison Idea era un grupo de glotones, devoradores de hamburguesas y drogas, cabrones peligrosos que hacían una música agresiva y directa como una raya de speed. Y la comparación no es sólo porque el tal Pink Eyes esté gordo como un trullo, como lo estaban Jerry A, Pig Champion y compañía -en Revólver anunciaron su concierto como si de un mercado de ganado se tratase: «700 kilos de carne sobre el escenario»; no faltó ni uno-, es que la voz y el sonido se dan un aire. Y mola. Eso sí, Poison Idea, ya lo he dicho, eran excesivos, amantes de la politoxicomanía recreativa. Fucked Up, en cambio, tienden al straight edge y a Pink Eyes no le importa contar que llegaron tarde al concierto porque dejaron la ropa en la lavandería del hotel de Barcelona y se la trajeron tarde o que acaba de ver la ecografía de su futuro hijo y «qué mono, parece un mango». Bastante poco punk.
Poison Idea, Punish Me.
Recuerdo, por cierto, que en el concierto de Poison Idea en Revólver, allá por el 92 ó el 93, la gente tenía miedo de ponerse en las primeras filas porque habíamos oído que los gordos acostumbraban a tirarse sobre el público. Recuerdo que, igual que ayer me batí el cobre en el pogo, en aquél me tiré del escenario al ritmo del Kick Out The Jams. Recuerdo, además, que entonces, como ayer, fui muy bien acompañado. Y no quiero dejar de recordar que yo descubrí a Poison Idea porque mis padres me trajeron, allá por el 86, uno de sus discos de un viaje que hicieron a Alemania. Éste con esta portada tan maja:
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