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Posts Tagged ‘YouTube’

Lo mismo que uno no debería alimentar a su barriga todo el rato con gominolas, patatas de bolsa, hamburguesas y cocacola, tampoco conviene llenarse la cabeza con una dieta exclusiva de chucherías. El otro día sacaba por aquí el consumo medio de información del personal (gringo) y hoy me encuentro en NextNature con una bonita entrada sobre la obesidad informativa. El autor, Armand van den Heuvel, viene a decir lo siguiente: que seguir a gente (y ser seguido) en redes sociales (él concreta en Twitter) se está convirtiendo en una suerte de adicción para muchos, que nuestros cerebros se acaban de adaptar a radios, televisiones, internetes y demás y ahora, encima, tienen que digerir esto. Esto es, dice el hombre, que la media de followers del personal está en 126 y, por tanto, la media de gente a la que se folla, perdón, se followea es también de 126. Y, si cada uno suelta otra media de 22 twitteos al día, eso consume 2,5 horas por jornada. Sigue el autor citando al número de Dunbar, una teoría de un antropólogo del mismo nombre que jura que el máximo de gente con la que se puede tener una relación plena es de 150 (o algo así). Y acaba recomendando adelgazar seguidores si se pasa de ahí.

Añade también un link a una entrada sobre el tema de la dieta informativa de Knowledge is social en el que se cuenta, entre otras cosas, que es bueno alimentar el cerebro pero que es peligroso darle de comer nada más que vídeos chorras de YouTube y teleseries. Dice este otro autor, Tim Young, CEO de Socialcast, que es estupenda la convergencia de herramientas y vehículos de información de los que disponemos actualmente pero que el empacho de datos puede provocarnos un cólico. Y anhela el momento de que estas herramientas comunicativas vengan con los valores nutricionales incorporados, como en las cajas de galletas, para ayudarle a decidir que se mete entre frente y nuca.

Pues eso, que me ha parecido digno de mención.

Suenan los Caramelos podridos de Ilegales.

La foto de las chuches la he sacado de aquí.

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Esto sí que es techno de Detroit (bueno, de Toledo, Ohio, que es donde está la sede de Jeep). Dos semanas de ensayos y siete horas de grabación hasta lograr la toma buena. Obra de un tal Julian Smith que, mientras espera a rodar su primer largo, se gana la vida, dice él, como «director freelance y YouTubeador». ¿Cuál será su epígrafe en el Impuesto de Actividades Económicas?

Vía AudioPorn Central.

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Twitter es la cuestión. El tiempo que dejan libre la gripe porcina y la crisis hay que dedicarlo a hablar (o escribir) de Twitter. El otro día, en una comida, oí que alguien se preguntaba si la marca de microblogging podía llegar a ser «el nuevo Google». Demasiado pacharán. La mayoría de la población sigue llevando una vida más o menos completa sin tener ni idea de qué coño es Twitter. Una noticia reciente decía que el 60% de los que se abren una cuenta la abandonan al rato. No tengo estadísticas pero sospecho que buena parte del 40% que se queda lo hace para preguntarse para qué sirve. Sólo unos pocos adelantados han encontrado alguna utilidad a la cosa. Richie Hawtin es uno de ellos. Cómo no. El DJ y productor canadiense siempre está a la que salta en estos asuntos y ha desarrollado una aplicación que tiwttea los temas que van pasando por su Traktor en sus sesiones. Vamos, que mientras el hombre plástico está poniendo patas arriba un antro en Rotterdam uno puede ir viendo los temas que salen por los altavoces en su pantalla a través de su cuenta de Twitter. No va a acabar con el virus recesivo ni con la economía porcina pero algo es algo.

Aquí dejo el primer cacho de un documental sobre Richie que he encontrado en YouTube. Tiene imágenes y sonidos de los primeros tiempos de Detroit y algunas cosas curiosas más. A mí me ha traído recuerdos divertidos, como cuando coincidí en un hotel de Loja, Granada, con un Hawtin recién llegado, con su pinta de empollón ultratímido. El mismo bandarra que unas horas después reventó a miles de andaluces convocados por Satisfaxion y acostumbrados al breakbeat con una mitiquísima sesión de techno minimal (pero minimal de verdad).

Visto en AudioPorn Central.

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brokenrecord

Rectifico: las discográficas no sólo se están suicidando, están tratando de matar la música. Leo en el New York Times el caso de Juliet Weybret. La inocente muchacha colgó en diciembre en YouTube un vídeo en el que aparecía cantando su propia versión de Winter Wonderland, un villancico. Pero resulta que los derechos de la cancioncilla en cuestión son de Warner y Warner está negociando con YouTube cuánta pasta quiere por los derechos de sus obras protegidas colgadas en tal sitio. Resultado: la versión fue retirada y la inocente colegiala se ha acojonado y puede que ya nunca más se le ocurra colgar una versión de ninguna canción en ningún lado. O ni cantarla. Hay historias todavía más frustrantes, como la de ese profesor que quería enseñar el lenguaje de los signos con música de Foreigner de fondo. Igual el tipo tiene mal gusto, pero tampoco es motivo para quitarle el vídeo. En el texto de NYT, hay un portavoz de Warner que se defiende diciendo que es la programación de YouTube la que anula cualquier contenido cuyos derechos huelan a Warner, ya sean canciones originales o versiones. También dice el abogado del diablo que tanto la compañía como sus artistas están muy frustrados por la situación. Ya, pobres. En fin, como decía el Chiri en un comentario a la entrada donde contaba otra de discográficas y YouTube, «la música seguirá adelante como sea, aunque sea sólo en forma de carnaval».

Suena Noemí* tocando por Eskorbuto, Es un crimen.

* Esta chica, a la que no tengo el gusto de conocer, cuelga en YouTube sus versiones acústicas de Eskorbuto y La Polla Records. No creo que Iosu y Jualma resuciten para reclamarle sus derechos. Ni pienso que lo hiciesen en vida (salvo para pagarse unos chutes). Pero, de todos modos, igual es otro vídeo en peligro de extinción.

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Me entero tarde pero no muy mal: YouTube cierra el acceso a los vídeos musicales a los residentes en el Reino Unido. La empresa no ha podido llegar a un acuerdo con la PRS for Music -que es la sociedad de gestión de allí y que, por cierto, presume de «existir para ayudar a los negocios y comunidad a tener acceso a alguna de la música más querida en el mundo»- y ha desisitido. Siempre ha sido complicado el modelo de negocio de YouTube y esto lo demuestra. Pero, más allá de eso, esto también demuestra lo que dicen en AudioPorn Central, que es donde yo me he enterado, con motivo de otro asunto también absurdo, el fin del estupendo Fabchannel: «La industria musical se está suicidando«. Una alternativa como otra cualquiera.

Suena Suicidal Tendencies, Suicide’s an Alternative.

La imagen es una de mis preferidas de El libro de los conejitos suicidas, de Andy Riley, que es la pera. Y, sí, los de AudioPorn también la usan. ¿Y?

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