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Posts Tagged ‘Ruta 66’

Pues yo no lo tengo tan claro. Con todo esto de Megaupload, digo. La gente se ha colocado a un lado y al otro de la raya y (casi) todo el mundo tiene una opinión solidísima al respecto, a favor o en contra del cierre y la detención. Claro que ahora todo el mundo tiene opiniones solidísimas sobre todo todo el rato. Al menos todo el mundo que tiene Twitter, que de eso se trata. Volviendo al tema, yo no lo veo ni blanco ni negro. Y entiendo que no estamos hablando del cierre concreto de esa «megaconspiración», como parece que se calificaba a la cosa desde la fiscalía, lo cual lo hace, junto con la pinta de malo de tebeo que tiene Kim Schmitz, mucho más chanante. Así que como no me aclaro, me voy a hacer una lista con cosas que pienso:

· Sí creo que las leyes SOPA, Sinde y otras que están siendo regadas y están a punto de florecer por todo el mundo son ataques a Internet tal y como lo conocemos y que de ser aplicadas al pie de la letra (que para eso se hacen las leyes), este blog, por ejemplo, estaría denunciado de oficio sólo por los vídeos de YouTube. Y sí me da la sensación de que lo que se nos viene encima es eso, una guerra para acabar con deslices como Wikileaks, las revoluciones árabes, el #15M y #OWS y, en general, con eso de hablar y hacer libremente, a ver qué nos hemos creído (pasen y lean la opinión de uno que sabe más). Los profesores, que se han hartado de que hagamos ruido en clase.

· Pero también me parece atroz que, mientras un montón de gente habla de la cultura libre y el fin del copyright, personajes como el dueño de Megaupload, el tal Kim Schmitz (retratado muy bien por Espada aquí), o los de SeriesYonkis, que han sido más listos vendiendo lo suyo un día antes del Megauploadazo, se hayan forrado a costa del trabajo de unos y del esfuerzo de otros por eso de defender a base de descargas la cultura libre y gratuita.

· Tengo clarísimo que el modelo ha sido cambiado por la tecnología y su uso, aunque las industrias culturales no se quieran dar cuenta. Hace años que se veía venir lo de los discos y yo, que estaba por allí como periodista y como discográfica minúscula, tuve mi oportunidad de escribirlo. Hoy está pasando con los libros y a mí, que me pilla como escritor a punto de publicar, me sorprende la pasividad de las editoriales ante el tsunami que tienen encima.

· Creo, además, que ese cambio es bueno. Ejemplo: en España siempre se ha tenido una cultura musical… o ninguna. Desde que la música es gratis, hay muchísima más, los conciertos estuvieron llenos (ya no), los chavales escucharon otras músicas y nunca ha habido tanta variedad y calidad como hay ahora. Ni tan pocas pretensiones de tener un adosado. Lo mismo en audiovisual. Es evidente que tener más fácil acceso a la cultura o al entretenimiento nos hace más cultos, con perdón, además de que nos entretiene. Y eso hace que seamos mejores personas y mejores sociedades. Lo que no quiere decir que todo tenga que ser gratis por imperativo social, supongo.

· Pero también veo mucho argumento barato del otro lado y mucha, muchísima gente que se ha acostumbrado a ver series y películas sin poner un florín y que, cuando toca ponerlo, no lo ponen. Sí, hay mucho y mucha con mucho tiempo libre para verse todos los capítulos de todas las series existentes y encima pensar que por eso es un tío o una tía cultivada. Y mucha gente que se permite poner a caer de un burro a todos los músicos, cienastas y demás diciendo barbaridades como «que vivan de los conciertos». También hay mucho progre 2.0, mucho indignazi que no tiene ni puta idea de lo que siginifica la palabra libertad de expresión aunque la usa a boca llena. Porque muchos de los que defienden Megaupload como parte de su defensa de la libertad de expresión organizaron un boicot contra El Corte Inglés porque vendía un libro que decía cómo curar la homosexualidad. Es decir, se puede cerrar El Corte Inglés si el contenido no nos gusta, pero que a nadie se le ocurra siquiera criticar a Megaupload.

· Claro que argumentos pobres en este tema hay como para colapsar el servidor de Rapidshare. Los de la industria y los autores son hasta divertidos, sobre todo por ver cómo los esclavos defienden al amo y a su modelo de negocio. Sorprende, por el otro lado, que gente con criterio resbale tanto. Wu Ming 2, por ejemplo, en una entrevista en Jot Down sostiene que ellos venden sus libros físicos precisamente por eso, porque son objetos (publicados, por cierto, por un gigante editorial) pero que los dan gratis online porque son narraciones creadas a partir del colectivo, de las experiencias comunes. Una teoría muy bonita si no dijese a continuación que su (estupendo) colectivo de escritores está pensando en formatos que aprovechen todas las posibilidades digitales y que cuando tengan eso listo, sí lo cobrarían; porque el trabajo del programador tiene su precio. Como si fuese distinto el trabajo del programador, como si su conocimiento no viniese de una experiencia colectiva común.

· Creo que el modelo ha cambiado pero lo mismo que la industria no ha sabido acostumbrarse a ello tampoco hemos sido capaces los que consumimos productos culturales, o sea, todos. Porque siempre se dice que lo del pirateo es inevitable porque no hay manera de ver pelis y series pagando. Y si la hay, desde AppleTv a Filmin. Lo mismo con la música. Spotify es el sueño del usuario y resulta que el usuario no está dispuesto a pagar diez miserables euros al mes por tener casi toda la música del mundo.

· Aunque, ¿está cambiando el modelo de verdad? Spotify son los mismos perros con distinto collar, las disqueras al poder y un porcentaje misreable de los beneficios de cada escuha al autor. La misma mierda. Pero eso, al que defiende la cultura libre, la cultura que generalmente producen otros, le tira del nabo.

No sé, me parece todo la mar de complicado y, como se ve, estoy confundido. Me podría tirar un par de horas más expresando mis dudas a todos los respectos pero me apetece irme al cine con la chica que me hace sonreír. Lo único que tengo claro es que, como en la mayoría de los casos, la razón no está ni en uno ni en otro extremo sino en alguna parte entre ambos. El copyright tal y como lo conocemos tiene que cambiar, y mucho. Pero también hay que valorar, volver a valorar, la creación y a los creadores al menos lo mismo que valoramos la tecnología y a los que la programan.

Dicho lo cual, sólo me quedan dos buenos deseos para acabar el texto: al FBI que le den mucho por el culo. Y a Kim Schmitz también.

Suena Walkin’ With Jesus, de Spacemen 3 (buena entrevista con Sonic Boom en el Ruta66).

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Voy a salir del armario. La relación más larga que he tenido en mi vida no ha sido con una mujer. Desde hace más de veinte años, cada mes convivo con alguien. Con algo. Voy a salir del quiosco. Desde hace más de veinte años, cada primeros de mes me acerco a tal sitio para comprar una revista. Ruta 66. El Ruta, para los amigos. La revista que cumple 25 años este mes que acaba ya y lo celebera con un especial al que queda poco a la venta.

Spacemen 3, Losing Touch With My Mind.

Tengo un hermano mayor. De pequeño, escuchaba sus discos. Él me enseñaba lo que molaba oír. Pero llegó un momento en que, para esto de la música, el hermano mayor se me quedó pequeño (ya me entiendes, broder). Y entonces me encontré con el Ruta. Yo salía de un talibanismo punk y hardcore que, ya se ve por aquí, aún no se me ha quitado del todo. Y los del Ruta eran ayatolas del rockandroll. Tal para cual. Desde entonces, Unidos, como la canción de Parálisis. Salvo las temporadas que he vivido fuera y, algún periodo algo demasiado borroso, lo he comprado todos los meses y lo sigo haciendo. Y guardo los números, aunque no sé muy bien dónde, por eso de las mudanzas y mutaciones.

Posion Idea, Taken By Surprise.

A ver, seguramente la revista tiene más defectos que virtudes. Recuerdo como hace cinco años o así, cuando me la veía Diego en la redacción de Maxim, se descojonaba por su diseño. También está su cerrilismo. Su alergia a los grupos que alcanzan el éxito, aunque antes fuesen amados. Sus faltas de ortografía recurrentes -don Jaime, don Ignacio, compañía: absorber se escribe con b, con dos-. Y algunos más. ¿Y? Se supone que las relaciones duraderas se establecen a partir de la aceptación de cada uno como es, con sus cosas malas y sus cosas buenas. O eso me han contado.

Flying Burrito Brothers, Christine’s Tune.

Como dice Pablo Carrero en el especial de este mes, yo con el Ruta practico algo parecido al coleccionismo. No importó que hace tiempo cambiase un poco, páginas a color incluidas, ni que, cada vez más, se perciba que los escribidores saben menos de lo que escriben que los que escribían antes. Yo soy de los del Ruta, por parafrasear eso que le dejo dicho Luis Mario Quintana a Kike Túrmix en la revista: «O eres de los de Louie Louie o eres de los otros».

The Allman Brothers Band, Dreams.

De hecho, una alegría que me dio la vida, o que me di yo mismo, fue unir dos manías como el Ruta y Neil Young. Cuando hace un par de años me fui a París a ver al tío Neil, me ofrecí al Ruta para hacer la crítica de la cosa. No los conocía de nada, más allá de un par de cartas al director que escribí (y me publicaron). El caso es que la publiqué. Y fue, ya digo, una alegría que no se ha repetido ni tiene pinta.

The Devil Dogs, Action.

En realidad, todas estas letras no cuentan ni la mitad de lo que cuenta la música. Aquí sólo hay unas pocas canciones y grupos: coincidencias, descubrimientos, obsesiones… Son éstas, escogidas de forma caprichosa y a toda leche, y miles de ellas más. Por ellas, larga vida al Ruta 66.

The Nomads, The Way You Touch My Hand.

 

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hayseed_dixie

La canción ‘Trickle Down’ es posiblemente nuestro alegato más furioso, está escrita antes de la crisis que nos asola pero que se veía venir debido a los elevadísimos precios de las casas en el mundo occidental. Yo pensaba: ‘Esto tiene que petar por algún lado, no es sostenible’. Pero no es algo que haya sucedido de repente, todo esto dio comienzo con la administración Reagan. La canción trata sobre este tema pero también ataca a lo mal repartida que está la riqueza en el mundo».

El tío que dice esto en el Ruta 66 de mayo viste peto vaquero, camiseta de tirantes rollo panadero y gorra de béisbol con el logo de alguna marca de tractores. Se llama John Wheeler y es el capitoste de un grupo de rednecks americanos que ya ha sido retratado en este blog. Hayseed Dixie, ese atajo de gañanes que hace versiones de AC/DC en clave hillibilly. Estos tipos estarán este viernes en la Caracol de Madrid; el mismo día y a la misma hora que el figurín Lenny Kravitz andará inaugurando la Caja Mágica. Cada uno es muy libre de hacer con su dinero, su tiempo de ocio y sus orejas lo que le dé la gana, pero que sepa que su elección es una postura política. Que no es lo mismo pedirse una copa de pacharán que un agua con gas y una rodajita de limón.

Suena, nos ha jodido mayo, Hayseed Dixie, Hell’s Bells.

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Yo a lo mío. Tres frases que he encontrado leyendo el Ruta 66 de diciembre:

(Las discográficas) se aferran a un modelo de negocio que ya no existe. En mi último contacto con una multinacional, me dijeron: ‘te licenciamos la grabación que tú nos traerás totalmente acabada pero no te pagaremos nada ni nos gastaremos un solo pavo en la promoción y encima te venderemos a ti tus propios discos, en los que no hemos invertido nada, por siete euros’. Pensé por un instante que estaba inmerso en uno de esos programas humorísticos de televisión con cámara oculta».

Lo dice Hendrik Röver, de los muy majos y más pertinaces Del Tonos.

El punk es como el psicoanálisis de la gente pobre (…). El arte, la música o el crimen son sólo algunas de las opciones posibles para aquellos que tenemos que luchar contra los efectos de una infancia podrida».

Lo cuenta Alice Bag, de los seminales (típica y fea palabra de crítico) The Bags.

Sólo hay que ver los periódicos o la tele, se le da más importancia al romance ficticio de cualquier gilipollas que a lo que está realmente jodiendo a los habitantes de este planeta, y no me refiero al cambio climático».

Lo clava Miguel Costas, ex de Siniestro Total, Aerolíneas Federales y Los Feliz, y ahora cantante (¿?) en solitario.

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