Hace 15 años, el panorama de los festivales en España era un desierto en el que sólo asomaba un espárrago. El Espárrago Rock de Granada. En seguida, florecieron el Festimad de Madrid, el Festival Internacional de Benicàssim (FIB), el Sónar de Barcelona, el desaparecido Doctor Music y algunos otros. Llegaron a coincidir unos seis eventos de nivel por temporada. Aquello, entonces, resultaba una barbaridad de oferta. Hoy, eso suena a broma. Este año hay más de 20 festivales programados. Todos con un cartel atractivo, la mayoría con presencia internacional, bastantes con grandes estrellas del rock o del género que toque. De hecho, tanta es la oferta que los hay que coinciden en fechas y/o en figuras.
Es verdad que el negocio ha cambiado y que, ahora que todo es gratis por la red y no se compran discos, el público llena los conciertos y eso da de comer a los grupos y a la industria. Pero, incluso con eso, tanta oferta parece demasiada. Y tanta coincidencia no parece casual. Se habla de guerra de festivales. La cosa semeja también a una burbuja a punto de pincharse, como esa inmobiliaria que nos está estallando en las narices.
Nosotros hemos querido que expliquen la situación los protagonistas. Hemos hablado con representantes de Rock in Río, FIB, Festimad, Primavera Sound y Last Tour Internartional (promotora de Getafe Electric Festival, Bilbao BBK Live y otros, que ha respondido por escrito). Sólo Sinnamon, empresa que promueve hasta seis eventos, entre ellos el Summercase, y una de las principales responsables de dinamizar (o dinamitar, según a quién se pregunte) el mercado, ha rechazado contestar. También hay opiniones de otros implicados, como patrocinadores y ayuntamientos. A ver si así nos enteramos de qué pasa en el mercado del festival ibérico.
Así empieza el reportaje sobre el lío de los festivales aparecido, en versión reducida, en el número 133 de GQ. Ahora viene al pelo porque este fin de semana empieza la guerra. El texto completo se puede leer aquí.
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