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Posts Tagged ‘Los Simpson’

En los años 70 se llegó a un punto en el que todo quisque decidió que en las portadas de las revistas tenía que aparecer el típico rostro del mes, alguna jodida aspirante a estrella, junto a 20 pequeñas descripciones del contenido y, encima de todo, el logo. Ahora vas al puesto de prensa y hay entre 30 y 40 revistas con el mismo aspecto externo. Y hay gente que defiende eso. Tina Brown [antigua editora de Vanity Fair y New Yorker] me dijo en cierta ocasión, “Mira, George, hoy en día ya no puedes hacer portadas como aquellas. Hay demasiadas revistas”. Y yo le repliqué, “¿Qué significa eso? Tina, si cogieras una de mis portadas, una cualquiera, y la vieras en un puesto de prensa, se te saldrían los ojos de sus órbitas. ¡Ahora todas las revistas tienen el mismo aspecto!”.

Dicho queda. Y dicho por George Lois, autor de las míticas portadas que hicieron mítica a la revista Esquire y el hombre que en los 60, primero como director de arte y luego como socio de las primeras agencias creativas americanas, convenció a las marcas de que también se podía vender haciendo anuncios distintos, sorprendentes y, a veces, geniales. Esto lo dice George Lois en una de esas joyas que se encuentran a veces en la revista Vice, o en su versión online. Firmada por Rocco Castoro, la entrevista cuenta mucho sobre revistas y bastante sobre su relación con Harold Hayes, director de Esquire. También se habla de publicidad, de cómo hasta el mísmísimo Scorsese se decepcionaba al saber que Lois, más allá de las portadas, lo que hacía eran anuncios… Ah, y también se menciona a Mad Men, que no le gusta nada a George Lois aunque haya sido él uno de los modelos para construir a Don Draper y alrededores.

Pues eso, que la entrevista es estupenda y que se puede leer completa aquí.

Y ahora, paso a lo personal. En mi casa he mamado revistas y respirado publicidad. Leer a Lois me ha llevado a la forma de hacer publicidad y revistas que yo vi al crecer. No suelo ser muy nostálgico pero creo que fueron, para eso, tiempos mejores. También creo que estos pueden ser buenos tiempos para saltarse el guión. Sólo hace falta valor.

En cualquier caso, uno de los hombres que más admiro dijo ayer cuando le pasé la entrevista: «Qué bien. Qué tipo tan enorme». Y mi padre no dice estas cosas muy fácilmente.

Suena RJD2, My Beautiful Mine, y se ve la versión Simpson de la cabecera de Mad Men.

La imagen, sacada de aquí, es una portada de Lois de 1966. O cómo contar la Guerra de Vietnam en menos de 100 caracteres sin Twitter a la vista. Otra cosa, aprovecho para agradecer a todos los que me están abasteciendo de temporadas de Mad Men. Aunque a George Lois no le parecza que refleje la realidad, estoy pillado.

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Está Al Gore de gira ibérica. Ayer pasó por Bilbao a cobrar una conferencia y hoy llega a Sevilla a repartir doctrina a lo que alguien ha tenido la mala idea de llamar «su ejército verde». No pienso contaminar aquí el mérito del marido de la censora Tipper Gore. Ni tampoco meterme en si se ha forrado o no con su discurso ecologista. Estoy convencido de que el que fue el próximo presidente de los Estados Unidos ha hecho un curro la mar de valioso poniendo en primera plana el asunto del cambio climático. Los gringos (y muchos otros) parecen necesitar de prescriptores no sólo para el consumo, sino también para el pensamiento. Tienen el síndrome Troy McClure. Necesitan que entre un tío en plano y les diga eso de «hola, soy Troy McClure, me conocerán de documentales sobre lo chungo que lo tenemos como…». Lo que hace en dibujos animados ese secundario de Los Simpson lo hace en serio gente como Michael Moore. Y Al Gore. Y si el tío gana pasta con ello, pues muy bien. Mejor que se forre así que fabricando minas. No me voy a meter con él por eso.

Lo que trae a Al Gore a estos párrafos son los Reyes Magos. Sí. Este hombre es como un padre que sostiene la existencia de Melchor y compañía ante un chaval con pelos en el bigote. Desde Una verdad incómoda, Al Gore no se cansa de repetir que es posible frenar el cambio climático sin frenar el desarrollo. Es decir, que los países de chaqueta y corbata pueden seguir teniendo sus crecimientos de entre el 3 y el 5% sin afectar al medio ambiente. Venga ya. Sería preocupante que Al Gore aún creyese en los Reyes Magos. Pero sería peor que no creyese y que pensase que nos puede convencer a los demás de su existencia. Lo mismo con su tesis de sostenibilidad y desarrollo. Si Al Gore piensa de verdad que el Capitalismo es sostenible, malo. Y si no lo piensa pero lo dice y cree que nos vamos a comer la tostada, pues malo también.

Este sistema voraz en el que vivimos, éste que nos empuja a comer sin apetito, comprar sin necesidad y gastar lo que no tenemos, es insostenible por definición. El Capitalismo necesita de consumidores que sigan moviendo los billetes. El consumo se genera a partir de materias primas. Y como las materias primas están en peligro de extinción, la Tierra necesita que le den un descanso para regenerarse un poquito. Pero ese descanso es imposible si se pretende seguir creciendo. Ya somos más de 6.000 millones pisoteando el planeta. Cada vez más hay más gente con cierta capacidad de consumo. Y cada vez habrá menos que consumir. Malas noticias para la Tierra. Malas noticias para el aire. El Capitalismo va a morir de éxito.

Para colmo, la realidad insiste en chafar el discurso de Al Gore. Ahora estamos en crisis camino de recesión. Por una parte, está bien para el Planeta: el consumo se frenará y el crecimiento será una quimera. Por otra, es una putada. ¿Quién coño va a pensar en el carbono cuando está preocupado por su trabajo y su hipoteca? El Gore ha sido rápido en adaptar su charla a la situación y ayer dijo en Bilbao que ambas crisis, la financiera y la climática, son globales y requieren soluciones globales. Y antes de ayer mismo, la UE le dio una bofetada sin querer diciendo que cada país debe arreglárselas y decidir en su lucha contra el cambio climático. O sea, que pasando del tema climático.

Repito: olé los cojones de Al Gore por dedicarse a lo que se dedica. Pero ya va siendo hora de que alguien nos cuente la verdad incómoda de verdad. Así no. Así no llegamos a viejos. Así se acaba la historia. El problema es que eso no lo va a hacer un tío tan metido en el sistema como Gore. Ni ningún otro político de los que dan dinero a los bancos. Ni ningún medio de comunicación de los que viven de la publicidad. Ni ninguna empresa, claro. Eso lo deberíamos decir nosotros pero tampoco. De momento, vivimos demasiado cómodos para verdades incómodas. Y por eso preferimos creer en los Reyes Magos.

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