Ahora, Trinidad Jiménez y otros, ejem, líderes de este lado se felicitan por lo sucedido en Egipto. Antes, ¿alguien recuerda a algún preboste del mundo, ejem, ejem, libre diciendo algo en contra de Mubarak?
Suena Espinete cantando por Eskorbuto el Iros a la mierda. Descubrimiento.
Se suele decir que las personas demostramos nuestra fortaleza, resistencia y capacidad de reacción en las situaciones críticas. Que nos quejamos por un vulgar dolor de muelas pero peleamos a muerte por la vida si nos diagnostican un cáncer. Por lo que he leído por ahí, creo que estamos, como sociedad, en una situación crítica. Por lo que veo, los presuntos líderes sociales (políticos, sindicatos, directivos de grandes empresas…) no están demostrando nada que no sea indolencia (toma favor semántico).
A estas alturas, muchos pensarán que esperar que los presuntos líderes hagan algo por el bien común es subirse a un guindo con las ramas quebradas. Puede. Lo que sí podría esperarse de estos aficionados a sí mismos es que, al menos, tengan la inquietud de pasar a la Historia. Pues no. Los ebooks de texto del futuro no parece que vayan a recoger las acciones de los diversos gobiernos por cambiar las cosas. Ni siquiera creo que los datos de audiencia de esta noche vayan a demostrar que lo que opinan los sindicatos le importe algo a alguien.
Pero la sociedad no la forman los presuntos líderes. La sociedad es la unión de esas personas que se quejan amargamente de un dolor de muelas pero se enfrentan con decisión a un cáncer. Nosotros. ¿Y qué estamos haciendo? Pues tampoco nada que vaya a pasar a la Historia. Nada, en realidad. Nada, en absoluto. O lo de siempre. Lamentarnos y esperar. ¿A qué? ¿A que se pase? No sé, quizás es que lo que está pasando se parace más a un dolor de muelas que a un cáncer pero, la verdad, no da esa impresión.
No la da por las cosas que se leen, por ejemplo, en estos días:
· «Tenemos que tolerar la desigualdad como vía para alcanzar una mayor prosperidad y oportunidad para todos» (Esto sí que ni de coña lo digo yo; lo ha dicho un tipo llamado Bill Griffith, asesor de Goldman Sachs y, antes, de Margaret Thatcher y lo ha dicho en la Catedral de San Pablo de Londres; lo sé porque lo he leído en el blog de Ana B. Nieto).
· «Mientras el lado chanchullero del sector financiero -también conocido como operaciones bursátiles- vuelve a ser enormemente lucrativo, la parte de la banca que realmente importa -los préstamos, que alimentan las inversiones y la creación de empleo- sigue estancada». (Tampoco me lo puedo apuntar, es de Paul Krugman, Premio Nobel de Economía de 2008).
Ayer bebí demasiado, hoy tengo resaca. Lo que hago tiene consecuencias. Ellos, los líderes del grupo de los 20, se reunieron este fin de semana para no decidir nada. Nosotros, los liderados, contemplamos bostezando semejante desperdicio de tiempo y de sonrisas. Ellos, los líderes que nosotros pusimos ahí, han pensado que la solución para que cambie la cosa es que todo tiene que seguir parecido. Nosotros, que una vez los pusimos de líderes nos olvidamos de exigirles, no hemos dicho ni mú. Ellos, los líderes, conducen un autobús que va a toda leche a estrellarse contra un muro y lo hacen convencidos de que van por el buen camino. Nosotros, los conducidos, tenemos tres opciones: seguir con ellos pensando que parará el golpe un air bag lleno de agujeros, tirarnos en marcha en plan sálvese quien pueda o quitarles del mando y dar un volantazo. «El Capitalismo hace a la gente incapaz de imaginar el futuro», decía en este blog Wu Ming 1. Nuestro problema es que no nos damos cuenta de que lo que hacemos tiene consecuencias. Buscamos, porque así nos han enseñado, la satisfacción inmediata, el placer artificial, la diversión forzada, y nos olvidamos de que la vida es una cosa muy seria. Tenemos otro problema, y es que tampoco somos conscientes de que lo que no hacemos también tiene consecuencias. Yo ayer me dediqué a beber demasiado cuando debería haber ido a ir a tirar piedras a la Moncloa. Mi resaca habría sido más satisfactoria. Ellos, los líderes. Nosotros, el rebaño.
Y, derepente, me acuerdo de… Decibelios: Oi! Oi! Oi!.