Brooklyn, 1967. Un asesino en serie insiste en cargarse músicos negros. Las víctimas son miembros de la escena free jazz. The new thing, como ellos la llaman. El verdugo empieza a ser conocido como el hijo de Whiteman. La policía no hace nada. De hecho, muchos la señalan como culpable. Sólo una periodista especializada en jazz, blanca y hippie, trata de juntar las piezas del puzzle grabadora al hombro. John Coltrane se está muriendo y América hierve. Los Black Panthers gritan Black Power! y el Gobierno dispara con el silenciador del Cointelpro.
New Thing es, según su autor, un «objeto narrativo no identificado» más que una novela. Está construido a base de entrevistas, recortes y grabaciones; siguiendo, también según confesión escrita, el concepto del excelente Por favor, mátame: historia oral del punk, de Legs McNeil y Gillian McCain. Mete ficción en la realidad y realidad en la ficción, se alimenta de conspiranoias y se luce en sus conocimientos jazzísticos y de la cultura negra. Descubre, o me descubre, los dozens, el signifying y el dissing, primitivas formas de rap y de batalla oral callejera. Tiene guiños a Poe y momentos bastante coñones. Y muestra, en un epílogo llamado Títulos de crédito, los trucos del mago: las fuentes de las que bebió el autor, las referencias, la investigación y hasta los chistes privados. New Thing es, desde luego, una cosa nueva.
Su autor es Wu Ming 1, miembro de la banda italiana de escritores y activistas llamada Wu Ming («sin nombre» o «cinco nombres» en chino, según se pronuncie). Nacida del experimento Luther Blisset que dio lugar a la novela Q, Wu Ming fue capaz de meter a Cary Grant y al mariscal Tito en la misma trama y salir más que de rositas (en 54, otro novelón). Wu Ming es Copyleft antes de que el concepto existiese y es mucho más, como se explica muy bien en su sitio. Wu Ming es moderno y revolucionario. Wu Ming es, desde luego, una cosa buena.