El dilema del omnívoro
(En busca de la comida perfecta)
Michael Pollan
Debate, 2017
Me cae este libro en un viaje a Barcelona como un picoteo entre lecturas —Sapiens, de Harari, y Homo Deus, de… Harari— y resulta que marida muy bien con eso que estaba masticando. El dilema, aunque acaba de salir en Debate, está publicado en 2006 por Michael Pollan, periodista y escritor ya entonces conocido en Estados Unidos por sus obras en torno a la naturaleza, el humano y la manduca. Así que sigo leyendo sobre quiénes somos y qué hacemos.
Pollan escribe sobre la forma que tenemos de alimentarnos y, sobre todo, la manera que tenemos de producir esos alimentos. Divide el libro en tres partes para hablar de lo industrial, lo orgánico y lo cazador-recolector y escribe desde el yo, yendo a los lugares para ver, hablar e incluso trabajar y acabar zampando lo que ha ayudado a crecer y criar y lo que ha recogido y cazado.
Para el que tenga prisa y no pueda esperar a acabar las 500 páginas del libro ni los cinco puntos de esta entrada, un resumen: el sistema alimentario está diseñado y subvencionado para favorecer la comida industrial, la «caloría barata», que finalmente es la que peor sienta. Supongo que lo mismo se podría decir de la moda, del transporte o de la música, pero ya he dicho que a Pollan le gusta escribir de comida. Aquí se refleja muy bien cómo el Capitalismo ha estropeado también nuestra cena.
El libro es interesante pero irregular. La parte industrial, la que habla de cómo y por qué el maíz es el alimento omnipresente en Estados Unidos y la proteína animal se saca de una cadena de montaje inaceptable, es dura pero está bien documentada y muy bien explicada. La orgánica es reveladora porque demuestra lo industriales que son también la mayoría de los alimentos etiquetados así y lo difícil que es salirse del sistema, aunque retrata una granja perfecta de las de sí se puede. Curiosamente, el libro se cae bastante, o se me cae a mí, en la tercera parte. Quizás porque pretender alimentarse en 2017 como cazador recolector es algo así como querer ganarse la vida montando un sello discográfico.
Una reflexión final. Harari y Pollan, cada uno con posiciones de partida muy distintas, me han dado una buena paliza de argumentos vegetarianos. Uno de los mejores momentos de este texto es cuando el autor convierte el dilema del omnívoro en el dilema del carnívoro. Un momento muy oportuno, aún escrito hace once años, porque tal dilema nos está rondando cada vez más a todos como especie.