Ayer asistí a un acto social que fue todo un retrato de los tiempos que corren. Una marca de ginebra de origen canadiense se presentaba en la ciudad e invitaba a la prensa a una fiestuqui inspirada en los años 50, con gin tonics a tutiplén y mesas de juego: black jack, ruleta y póquer. La gracia del asunto estaba en que los periodistas jugaban al Texas con dólares de mentirijillas pero con un gran premio para el ganador: una página de publicidad para su revista. Muy jevi. Yo llegué allí de rebote y sin saber de qué iba la cosa pero, después de dejarme a cuadros, me contaron algunos compinches que los departamentos comerciales habían obligado a los plumillas a asistir a la cosa y a pelearse a naipe descubierto. Y que, incluso, había quien había contratado los servicios de un tahúr profesional para asegurarse el tesoro. Y aquí es donde me acuerdo, por ejemplo, de esa frase de la jefa de Reporteros Sin Fronteras ya mencionada aquí: «Dejar que la prensa se hunda o se prostituya es permitir que la sociedad pierda un medio esencial para su debida cohesión». También me acuerdo de las empresas periodísticas pidendo ayuda al Gobierno. Y de la APM luchando por mi derecho a un descuento en productos jamoneros. Pero, sobre todo, me acuerdo de esta bonita canción:
Manrique lee un libro y reconoce errores en la industria discográfica. Lo escribo en presente histórico por la importancia del momento y porque queda más chulo. Pero ocurrió ayer en El País y se puede leer pinchando aquí. Debemos estar en la semana de la contradicción.
RT @paistransversal: 🚌"La complejidad [de la movilidad] requiere enfoques ambiciosos en los que hay que incluir a todos los agentes sociale… 2 days ago
RT @eltransito: Me gusta @PedroBravo porque mira las cosas con complejidad y porque gracias a él artículo me he enterado que el gentilicio… 1 week ago