Después de semana y pico de hablar del mercurio en atunes y peces espadas, de debates sobre si es conveniente el aviso o no, de escuchar a la industria pesquera y a médicos de la Seguridad Social, de hacer polémica rozando el larguero de las cosas, ¿por qué no ha habido nadie que haya explicado por qué los peces están llenos de mercurio y otros metales pesados? ¿Por qué no en vez de dejar de hablar de las consecuencias de los problemas no hablamos sobre el origen de ellos?
Se ve que a la gente le parece que la boina está pasada de moda salvo la que está causada por la contaminación. Se ve que la culpa es siempre del gobierno y que la responsabilidad es algo que exigimos a nuestros hijos pero no a nosotros mismos. Se ve que es más limpio cagarse en un alcalde que cagarse encima. Se ve que las señales de la gastroenteritis y las gripes, los vómitos, diarreas, mocos y esputos, son combustible para los vehículos ahora que la gasolina está cara. Se ve que nos molesta el humo en los bares pero no en la calle. Se ve que coger el coche es una necesidad de esas primarias, como mear o follar, que hay que hacer todos los días y de forma casi inconsciente. Se ve que ir en bici por la ciudad es muy peligroso porque la ciudad está llena de coches conducidos por gente que piensa que ir en bici es muy peligroso. Se ve que correr fuera del gimnasio es de cobardes y andar, de pobres. Se ve que si los españoles tienen que elegir entre respirar y conducir, lo tienen claro. ¿Se ve? Yo no veo nada más que gente que se queja. Y eso también contamina.
… que todo el tiempo y el papel que están gastando los medios en decir si Cospedal ha dicho tal y Barreda ha dicho cual sobre el almacén nuclear lo invirtiesen en informar de forma seria y responsable sobre la energía nuclear. Sería la polla que el «debate político» fuese realmente un debate y se ocupase de la política y estuviésemos viviendo un diálogo entre nuestros representantes (y, sería de coña, nosotros los representados) sobre la conveniencia y necesidad (o no) de lo nuclear. Sería la hostia que, antes de empezar a hablar de medio ambiente, nos quitasemos de encima toda la contaminación que emiten los intereses de partido, los apriorismos y simplificaciones y la tendencia a informar sólo de lo que dicen los políticos y no de lo que pasa o de lo que debería pasar. Sería la leche pero no sería España.