Las alegres y combativas gentes de Adbusters llaman a la huelga general. A la huelga general mundial. Quieren que sea el próximo 27 de noviembre -bueno, 28 si no eres americano-. La cosa es, pretende ser, una transformación de su campaña Buy Nothing Day, o sea, un día de no comprar nada pero a lo bestia: proponen apagar los móviles y los ordenadores, aparcar los coches y los bonobuses, no consumir abolutamente nada más que lo necesario (no, ese helado de chocolate no es necesario). «Sólo hay una manera -dicen- de evitar el colapso de este experimento nuestro en el Planeta Tierra: tenemos que consumir menos. (…) Hacemos un llamamiento para una abstinencia tipo Ramadán. Desde el amanecer al atardecer, nos abstenemos no sólo de las compras navideñas, sino de todas las tentaciones de nuestros modos de vida en nuestros cinco (¿?) planetas».
Pues nada, aquí dejo esto. ¿Que si sirve para algo? Pues supongo que no para mucho. Pero estoy seguro de que es más útil que no hacer nada o que seguir haciendo lo de siempre.
Adbusters sigue a lo suyo: denunciar la sociedad de consumo y revolucionar actitudes individuales para lograr un cambio colectivo. Este anuncio de arriba es un subvert, que dicen ellos, algo así como un anuncio subversivo. Los muchachos y muchachas de Adbusters están dispuestos a mostrarlo, pagando, en las cadenas de Norteamerica pero parece que las cadenas no están en la misma disposición. MTV ha pasado hasta de contestar y la Fox lo ha rechazado. Ellos quieren colar su Commercial Breakers en las grandes networks gringas y van a pelearlo legalmente como ya hicieron con las canadienses. Para eso, piden donaciones y activismo 2.0. Para el que quiera pensárselo, y con el debido respeto a mi padre que tan bien y tanto me ha dado de comer gracias a la publi, dejo una traducción del porqué de la cosa:
El típico anuncio de TV presenta al consumidor en plena crisis, ya sea de identidad, por hambre, por un suelo sucio o una disfunción eréctil. La crisis es siempre una crisis de elección pero sólo hay una elección: el producto que se anuncia. Cada anuncio expresa la visión de la utopía de cada marca, un mundo perfecto construido alrededor de un mensaje singular: si compras el producto anunciado serás feliz… aunque sea un rato. Esta utopía consumista, metida en nuestra consciencia constantemente, es una distracción de nuestra crisis real, ya sea existencial, espiritual, económica, política o medioambiental. Y, así, más que interpretar los anuncios como una elección entre marcas, buscamos reinterpretarlos como una elección entre lo real y lo artificial. No es Pepsi contra Coca, es Cool Diet Cola contra desastre climático».
Ayer fue el Buy Nothing Day (BND) internacional, el día de no comprar nada, un asunto promovido por diversos movimientos sociales de todo el mundo. En Estados Unidos, el BND fue el viernes. Se llama black friday (viernes negro) al primer viernes tras el día de Acción de Gracias. Aunque no es fiesta, muchos gringos tienen el día libre y salen en manada a hacer patinar sus tarjetas de crédito y celebrar como Rockefeller manda el espíritu de la Navidad. Buen día para protestar y sobrevivir, que diría Discharge. En el resto del planeta, la cosa es el sábado. Se trata, claro, de pasar el día sin comprar, sin consumir. Consiste en dar un descanso a este sitio tan gastado en el que (y del que) vivimos y, de paso, reflexionar sobre en qué nos hemos convertido: ¿somos ciudadanos o somos consumidores? No me contesten ahora, háganlo después de la publicidad…
Uno de los principales promotores del asunto BND es la organización/revista/website/fundación/red de origen canadiense Adbusters. Se trata de un medio de comunicación y agitación esencial para enterarse (de verdad) de lo que pasa y pensar en lo que debería estar pasando para que pasara otra cosa. Una gente muy creativa que utiliza los recursos y el lenguaje publicitario para atacar lo que vende la publicidad. El caso es que llevaba un par de días curioseando por su web y me llamaba la atención que al lado del banner sobre la campaña anticonsumista había otro que te vendía unas zapatillas (muy sostenibles pero a 70$) o una camiseta bien chula (y bien anticorporativa pero a 25$). Supongo que nadie es perfecto (aunque la verdad es que el viernes tuvieron la tienda cerrada por eso de ser coherentes o, al menos, parecerlo).
Pero lo más de chiste del día fue esta noticia aparecida en El Mundo. El viernes negro dejó un martir para la causa del capital: un currito de un Wal Mart de Nueva York murió arrollado por 200 consumidores con hambre de ganga y sed de gasto. Mucha campaña de agitación creativa y por mucha pajilla mental de bloguero plasta pero la civilización occidental sigue su curso y lo hace pisoteando a quien se le ponga por delante. Efectivamente, podemos conseguir casi todo lo que nos propongamos. Lo malo es que lo que nos proponemos conseguir es tan sólo un iPhone rebajado.