La señal perdida
Jesús Galiana
Cuatro Hojas, 2017
Jesús Galiana es de Murcia y ha sido creativo publicitario sobre todo en Barcelona. Yo lo conocí en Madrid, cuando ya se dedicaba más a la ilustración y a la escritura y hacía el tránsito hasta el lienzo. Hemos trabajado juntos, nos hemos tomado cervezas juntos, hemos ido a exposiciones juntos. Un día, hace cinco años o así, vino a verme a Espíritu23 y me dijo que tenía Parkinson.
En La señal perdida, Jesús cuenta cómo se entera del diagnóstico y cómo va viviendo la enfermedad, escribe sobre lo que le pasa cuando decide dejar la medicación. Lo hace porque se engancha a ella y lo hace a su bola, sin consultar a su médico, sin reparar en que aquello podía matarle o dejarle catatónico. Explica lo que vive y lo que siente; lo explica todo, no se deja nada.
Para mí, éste es el mérito de este libro, lo que engrandece a su autor. No creo que Jesús sea un héroe por tener una enfermedad degenerativa ni que sea un ejemplo de superación por haber dejado a lo bruto la droga ni por haber decidido volver a tomarla cuando pensó que ya tenía suficiente. A mí lo que me admira ahora mismo de Jesús es su desvergüenza, su valentía. Jesús habla a calzón quitado de sus miedos, de sus complejos de sus dudas, de los conflictos escondidos toda una vida con sus padres, de los detalles de su relación, también paralizada de alguna manera por su decisión, con Sadrak, su mujer… Jesús coge de la mano al lector y se lo mete dentro, enciende todas las luces y le deja contemplando una fascinante obra de arte abstracta: el alma de un ser humano.
No hay estilo en el libro. La señal perdida está escrito de forma correcta, sin alardes, con una sinceridad que también se transmite por lo gramatical. Es una narración casi siempre lineal, una descripción constante en la que de vez en cuando se cuelan reflexiones que, tal y como viene la cosa, uno no puede dejar de comprender. Por cierto, aviso a los inquisidores de la ciencia: la lectura de este texto puede producir empatía.
No sé si La señal perdida es un libro de autoayuda —no he leído uno nunca, y no lo digo por subirme un escalón— aunque sospecho que sí habrá ayudado a Jesús a poner en orden todo lo que sintió en ese viaje interior que fue casi un secuestro y, por eso, a ubicarse mejor. Eso es ya una autoayuda de cojones. ¿Sirve al que está al otro lado de la pantalla (de momento el libro está agotado en papel y sólo se encuentra como electrónico) para verse mejor? Pues, la verdad, no tengo ni idea, la gente es muy como es.