All-in. Cuando un jugador pronuncia estas palabras todo se para. La tensión hace un barrido por el tapete a la espera de respuesta. Los rivales resoplan, los espectadores contienen la respiración. Estamos en el Casino Kursaal de San Sebastián, en la mesa final del octavo torneo del Campeonato de España de Póquer. Es la una de la madrugada del domingo al lunes y otra vez oye esa apuesta. All-in. Todas las fichas a una mano. Quedan tres jugadores. Tres maneras de entender el póquer. El más agresivo es el mayor. Gafas Ray-Ban sobre los ojos, Ducados sin encender en los labios y una actitud desafiante que recorre la sala. Jorge Fernández Martínez tiene 61 años y lleva jugando desde los siete. “Me he arruinado cuatro veces –explica en una pausa para fumar–, pero juego cada noche. Soy anticuario y si me quedo seco por una mala racha, vendo unos cuadros y sigo”. A Jorge se le conoce en el ambiente del póquer ibérico como el Doctor Vinagre. “Tengo sangre caliente y eso a veces es malo”. De momento, hoy no le está yendo tan mal. De momento, lanza todos los all-in que puede y ve todos los que le lanzan. De momento, es el que más fichas tiene sobre la mesa. De momento.
Pero Jorge es la excepción. Representa los viejos tiempos del póquer. El lado oscuro. Es un Darth Vader rodeado de jóvenes padawan. El póquer ha cambiado. Ya no hay tahúres tocados con sombrero de ala ancha. No hay whisky de Kentucky. No hay rubias teñidas de tentación. Ahora hay Converse y camisetas. Hay horas de estudio. Hay buen rollo. La cosa ha evolucionado desde que a mediados del XIX se extendiese como una epidemia por las riberas de Mississippi este juego de origen incierto. En el siglo XXI, en la era de Internet, el póquer es el juego de moda. Se calculan más de 100 millones de jugadores en el mundo (en España, unos 30.000). En Estados Unidos, ha desbancado al hockey sobre hielo como el cuarto deporte con más audiencia en televisión. Cada día, el póquer genera ingresos de 150 millones de dólares y buena parte de la culpa es de un tipo cuyo apellido es una señal del destino. Chris Moneymaker se presentó en 2003 a las World Series Of Poker de Las Vegas tras ganar un torneo satélite en la Red. Se había gastado 39 dólares en apuntarse y con su victoria se llevó una inscripción de 10.000 para el campeonato más prestigioso del mundo. Era su primer torneo en vivo. Era un pipiolo de Tennessee que ganó a los mejores y se llevó 2,5 millones de pavos.
Las historia de Cristóbal Ganapasta ha sido un ejemplo para muchos de los que se baten el cobre en el Casino Kursaal. Francisco López Marcos, por ejemplo. Francisco tiene 31 años y lleva dos viviendo del póquer. A Francisco todo el mundo le conoce como Pakito. Pakito es el actual campeón de España aunque en San Sebastián ha caído nada más empezar la mesa final. “Me levanto a la una –cuenta sobre su rutina diaria–, estudio y a las nueve de la noche empiezo a jugar. Las mejores horas son las del amanecer, cuando los jugadores americanos ya empiezan a estar cansados”. Pakito juega para el equipo Everest Poker y en la página de Everest Poker. Reconoce que juega contra novatos para llevarse el jornal más fácilmente. “El que juega sabe lo que hay. De todos modos, no es como en las tragaperras, la gente no se juega la escritura, juega un dinero que no le duele. Lo primero que aprende el buen jugador de póquer es a controlar bien su bankroll”. Del mismo modo que el dólar es la moneda oficial del asunto, el inglés domina las conversaciones y las partidas. Traducimos: bankroll es el dinero que cada jugador dispone para jugar, ya sea para mesas de juego con dinero o para torneos.
“No queremos atraer ludópatas, esto es para divertirse, por eso la casa pone límite de gastos y de ingresos a cada jugador”. El que habla ahora es Camilo Vercesi y la casa de la que habla es EuroSuperPoker, web de póquer española que organiza este Campeonato. EuroSuperPoker cobra una comisión de un 2% por cada mano que se juega en sus mesas online con un máximo de 3 dólares. Su empresa tiene sede en Chipre como otras la tienen en Malta o Gibraltar. En España el juego lo regulan las Comunidades Autónomas y algunas, como Madrid, han abierto la mano para el juego online, pero sólo sería posible para jugadores madrileños. Una incongruencia legal que hace que los españoles acudan a casas de otros países y dejen allí los beneficios. Camilo asegura que hay 7.000 personas jugando constantemente en su web. Muchas participan en los torneos satélite cuyo premio es la inscripción en las pruebas del Campeonato de España. La otra manera de jugarlo es pagar 600 euros. Esa cantidad va íntegramente para los premios a los nueve últimos jugadores de la mesa final salvo un 4% que se guarda para el que acabe primero en el ranking acumulado de las once pruebas que conforman la competición. Con la inscripción, cada participante recibe el mismo número de fichas. En los torneos no se juega con dinero. No hay peligro de perder los ahorros en una mala mano, pues.
A través de una de las pruebas satélite llegó Quinti a San Sebastián. Quinti es de Logroño, trabaja en hostelería y prefiere no decir su nombre real. Lleva casi dos años jugando al póquer de la misma manera que antes jugaba al mus. Como hobby pero dedicándole horas de estudio. Hoy está en la mesa final, entre los tres que se juegan el primer puesto. Lleva una camisa negra con el logo de EuroSuperPoker y dos amuletos. Una gorra que le regalaron en el torneo de Peralada y unas gafas prestadas por un amigo y rival que descansan sobre el tapete. Pero los amuletos han dejado de hacer su trabajo. Nervioso y con pocas fichas sobre la mesa, Quinti propone un pacto. Si los otros dos aceptan, el primero se llevará algo más de 10.000 euros y el tercero, Quinti, 6.000 y pico. Los puntos también se repartirán. 16 para el primero. Pero el primero es Jorge, el Doctor Vinagre. Y dice que no. Que no hay pacto. Son las dos de la mañana y la partida continúa.
Un hombre con traje gris, corbata naranja y sonrisa permanente se ha ocupado de contar las fichas y hacer los porcentajes para establecer los premios en caso de pacto. Se llama Gerard Serra, tiene 30 años y vive en Barcelona. Es el Director del Torneo. Su trabajo es gestionar las inscripciones y supervisar que luego todo se desarrolle correctamente. “Soy como una especie de árbitro –explica–. Si hay algún problema, yo soy la solución”. Gerard es la mano derecha de Thomas Kremser, un austriaco que dirige la empresa TK Poker Events, algo así como la norma ISO 9000 del póquer en todo el mundo. TK tiene una cartera de croupiers y de directores de torneo que viajan a los principales eventos poquerísticos garantizando su calidad. Hoy Gerard está en San Sebastián pero la semana que viene puede estar en Las Vegas, Ámsterdam, Londres o Goa. Gana un buen dinero y se lo pasa pipa porque él también es un aficionado al póquer.
De hecho, cada noche del Campeonato, una vez acabadas las partidas oficiales, se junta en una mesa con amigos a jugar una familiar, como la llaman ellos. En esas partidas hay tanto jugadores profesionales como periodistas de blogs y webs de póquer que cubren el torneo y miembros de la organización. Se juega entre risas, faroles y vaciles. Se demuestra que el póquer de ahora se parece más a una inofensiva quedada de miembros de una comunidad que a una peligrosa trama de cine negro. “El ambiente es fantástico, nos conocemos todos, salimos juntos y eso que unos jugamos para unas casas y otros para otras”. Habla David Cámara, 29 años, camiseta de La naranja mecánica, un iPod para concentrarse con techno durante las partidas y los ojos colorados de tanto poner cara de póquer. La casa de David es la Escuela Española de Póquer. Allí da clases online y en vivo y forma parte de un equipo que viaja a los mejores campeonatos. Este fin de semana ha venido solo pero se ha encontrado con sus colegas de casas rivales como Everest o EuroSuperPoker. David, que participó en un concurso de Antena 3 llamado Unanimous en el que sus aptitudes poquerísticas le llevaron a la final, establece los porcentajes del juego: “Es un 80% de habilidad y un 20% de suerte”. A él le ha faltado ese 20% y ha caído en la ronda del sábado.
Así, imprevisible, es el Texas Hold’em. Porque cuando hablamos de póquer hablamos del Texas, la versión que se ha hecho más popular desde que conquistase los casinos de Las Vegas en 1970. La que se juega en la mayoría de los torneos y mesas de todo el mundo. Dos cartas tapadas para cada jugador y cinco descubiertas encima de la mesa que se muestran en tres fases. Gana el que, jugando con cinco de las siete cartas, tenga la mejor combinación. Imprevisible también está siendo la mesa final. El Doctor Vinagre acaba de perder dos all-in seguidos. Casi todas sus fichas se han movido hacia la derecha del tapete. A manos de Julio Pollán, de Lugo. Finalmente, Quinti acaba rematando a Vinagre. Quedan dos y por fin Quinti tiene su pacto. Él es segundo. El primero, el ganador, es Julio. Ha jugado bien, aprovechando los errores y los piques de los demás. Y ha tenido suerte. No puede evitar la cara de sorpresa por su éxito. Julio es un jugador distinto a todos. “Yo no soy un estudioso, juego por instinto, técnica no tengo, ni siquiera conozco todos los términos”. Julio tiene una fábrica de piensos y juega online por diversión con el nombre de Cobalt135. Lo hace sólo desde febrero. Había ganado algún torneo en la Red pero nunca nada tan importante. Ante él han caído 65 jugadores de España, Francia y Reino Unido. En sus manos, 13.000 euros y una sonrisa. La que le provoca recordar las últimas palabras de su mujer cuando salió de casa. “Sólo falta que ganes, salgas en los periódicos y te vea tu madre”. Aquí lo tiene, señora.
De la niña noruega al matador español.
Se llama Anette Obestrad, tiene cara de niña buena y el pasado 16 de septiembre ganó 1,5 millones de euros jugando al póquer. Era la primera vez que las World Series Of Poker salían a Europa, la primera vez que una mujer se hacía con el torneo y, desde luego, la primera vez que el ganador tenía sólo 18 años. Anette se ha educado jugando online –con el nick Anette_15, por si te la cruzas– y es el ejemplo de la pasión que despierta el póquer entre los escandinavos. En esos países se empieza a enseñar el juego en las escuelas y en Suecia se calcula que el 80% de los varones entre 18 y 30 le dan al Texas, al Omaha y a las demás variantes. Pero Anette es una mujer y las mujeres no son mayoría en los torneos. En el del Casino Kursaal estaba María Maceiras, la ganadora de la prueba anterior en Peralada. Enamorada del póquer desde que vio de pequeña El golpe, María, a sus 26 años, se dedica más al póquer que a su agencia de publicidad y ve así el juego femenino: “Las chicas tenemos intuición, somos más frías e intuitivas, pero el póquer ahora es muy agresivo y nos falta ese grado de testosterona para jugárnoslo todo. Menos a la noruega, que sí que es agresiva”. De momento, los mejores jugadores del mundo son hombres: Phil Ivey, Scotty Nguyen Daniel Negreaunu y, por supuesto, el español residente en Las Vegas Juan Carlos Mortensen, conocido como “el matador” y ganador de las World Series Of Poker de 2001 y del World Poker Tour en abril de este año.
[…] acabó el aperitivo. El reportaje completo se puede, y se debe, leer aquí mismo. Que […]