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Archive for the ‘Libros’ Category

madrid

«Madrid:frontera»
David Llorente
Alrevés, 2016.

David Llorente escribe, teatro y novela, y escribe muy bien. Escribe y describe Madrid desde Praga, donde vive, y le sale clavado el retrato aunque tenga pinta de ser una foto deformante de una ciudad negrísima y dividida entre quienes viven en la calle y los que hacen que los otros vivan en la calle. La vida misma, pues.

La novela es este Madrid negro, rodeado por el mar y cubierto por una lluvia permanente, con sirenas, comebasuras y un palacio de El Pardo reocupado pero, también, la novela es una narración que dialoga constantemente con el protagonista y una acción que va devorando a sus propios personajes en forma de capítulos. Muchos hallazgos en la forma, un navajazo en el fondo.

Madrid:frontera es novela social, es ciencia ficción de la posible, es un relato distópico, es realismo mágico y oscuro pero no es novela negra, más allá del color de la ciudad  que pinta. Algún día, por cierto, alguien tendrá que escribir un texto rollo distopía contando cómo en España todas las novelas son calificadas de negras, aunque sean rosas, a ver si así cuela y se meten en las listas. O quizá ésta sea una realidad ya escrita y coleando.

El libro produce malestar, duele, molesta y avisa desde el primer párrafo: «La pérdida de la identidad (no saber quiénes somos) es la madre de todas las desgracias. ¿Entiendes?».

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Por ultimo el corazon_135X220

«Por último, el corazón»
Margaret Atwood
Salamandra, 2016

Dice Margaret Atwood que no le gusta que le digan que hace ciencia ficción porque no escribe sobre naves espaciales y tiene razón. Prefiere llamarlo «ficción especulativa». La canadiense, comprometida y consciente, acostumbra a hacer relatos distópicos que son además denuncias que calan hasta los huesos. Algo le ha debido pasar durante la escritura de este libro, como si la hubiera poseído el espíritu de Homer Simpson.

Con la realidad tan chunga y por eso inspiradora que tenemos, Atwood ha elegido un punto de partida argumental un poco pse: en un contexto de crisis morrocotuda muy parecido a éste, una empresa privada ofrece a la pobre gente una estancia en una ciudad modelo que combina vivir un mes en una casa y un mes en la cárcel. Uno tiene la sensación todo el rato de que con esto Philip K. Dick casi ni se se hacía uno de sus relatos del montón.

De hecho, me quedo con ganas de leer más sobre ese país en crisis por el que pasa a toda leche sin dejar un retrato ni esbozado para entrar en seguida en ese Proyecto Positrón que también se explica regular. En realidad, todo sucede a toda leche, es una de esas novelas en la que pasan muchas cosas pero no pasa gran cosa.

Todo, los personajes, los conflictos, las situaciones, es muy ligerito, como si la autora hubiese dado por buena cada primera ocurrencia sin analizar bien si de verdad valía o no.

He leído por ahí que es «una comedia de enredos con un humor disparatado». Pues yo no la he pillado. Sí me ha parecido una comedia romántica, pero de un romanticismo un poco visto, con unos personajes femeninos sorprendentemente difuminados y que se comportan como si el libro lo hubiese escrito un hombre con un palillo en la boca.

 

 

 

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cocaina

«Cocaína»
Daniel Jiménez
Galaxia Gutenberg, 2016
Premio Dos Passos a la Primera Novela

 

No va tanto sobre la adicción a la cocaína como sobre la adicción a la escritura, creo. No retrata el bajón eterno del que no puede parar de subir sino la frustración del que sabe que no puede llegar tan arriba como los que escribieron antes. Habla sobre literatura, ilusión, miedo y frustraciones. Y lo hace sin ser pretencioso.

Tampoco me parece, como he leído por algún lado, un retrato de una sociedad que se desmorona. Sí retrata a un tipo que se desmorona dentro de una familia que se tambalea pero lo colectivo pasa de puntillas por el relato. Hay ahora muchas ganas de que cualquier historia sea reflejo de lo que nos está pasando pero, por mucho que nos empeñemos, los libros suelen ser reflejo de lo que le pasa a la persona que los escribe.

Hay un momento en que te das cuenta de que el nihilismo y el tormento del protagonista no pinchan tanto como deberían, como si fuese más un ejercicio de estilo que un vómito emocional. Y es que quizá lo sea. El estilo está trabajado con una precisión quirúrgica y eso puede que le reste algo de sudor al texto.

Muy bien trasladado ese proceso que va del cinismo a la introspección y vuelta, el que lleva a tipos que se creen muy listos a hundirse en una mierda de la que no saben salir y que les va apartando de todo y acaba haciéndoles espectadores de las vidas de los demás y de la suya propia, ésa que se hunde en la mierda en un presente continuo —sí, este párrafo lo he escrito en tercera persona pero podría haberlo hecho en primera, igual que Daniel eligió la segunda para su libro—.

Qué difícil es poner fin a una novela tan intensa (y no está mal finiquitada, ojo).

Está de puta madre.

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el-efecto-carmena

No tengo muchas ganas de escribir, la verdad. Es Nochebuena y estoy leyendo con mucha tranquilidad y bastante emoción el  libro de Roberto Bécares, El efecto Carmena, editado por Libros.com. Como lo cuenta él muy bien, no tiene sentido que le dedique yo mucho más tiempo y sí que recomiende su lectura: lo que viene del 15M al 24M, el municipalismo, las ciudades del cambio, Manuela (vibrante el capítulo en el que narra su decisión de presentarse), la campaña ciudadana Madrid con Manuela…

Sólo he vuelto por aquí para recordar(me) que por fin hemos acabado de demostrarnos que la política no es un desastre natural sino la forma de organizar el bien común en la que nosotros es el único sujeto posible. Seguimos.

Suena el Manuela del incomparable Pedro Perles.

 

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Inventarse la verdad

El otro día estaba tomando un helado con mi sobrina Sol y con su madre y mi hermana, Paloma. Sol, que estaba parlanchina, me contaba una historia de una amiga y decía algo sobre «inventarse la verdad». No sé si Sol es consciente, pero creo que en ese momento dio en el clavo sobre el trabajo del escritor, al menos del de ficción.

Escribir una novela es inventarse la verdad.

(Supongo que escribir ensayo será, simplemente, contarla, pero prefiero esperar a que me lo explique Sol).

Suena Parquet Courts, Sunbathing Animal.

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Biciosos, un libro de Pedro Bravo

La vida tiene estas cosas. Un día tomas una decisión de volver a usar la bici para moverte por tu ciudad y (no muchos) años más tarde acabas publicando un libro sobre el asunto. En efecto, desde hace semana y pico está en las librerías Biciosos, ¿por qué vamos en bici? y otras preguntas que te haces cuando vas a pedales, que ha tenido a bien publicar (y ha editado estupendamente) la editorial Debate.

Creo que fue hace más o menos doce meses cuando me sentaba con Miguel para hablar de esto. A él le parecía buena idea hacer un libro sobre el uso urbano de la bici y a mí, que le escuchaba, me lo pareció también. Él es un hombre que va en bici y edita libros y yo un tipo que escribe y va en bici. Así que todo cuadraba perfectamente. Sólo quedaba un pequeño problema, ponerse a ello. Como se puede ver por el caso que le hago a este blog, ando liado con millones de cosas. La vida está cara y ganársela dá mucho trabajo. Así que escribir un libro y tener una fecha de entrega era lo mejor que me podía pasar. Esto, que puede sonar a ironía, no lo ha acabado siendo tanto. Me he divertido, he aprendido y he sufrido también, que eso de tener otra cosa más que hacer da mucho estrés, aunque decidas posponerla. Digamos que he pasado un añito agitado, agitador y agitante (si es que esta palabra existe). Pero gracias a eso no sólo he parido este librito del que ahora estoy orgulloso de narices, sino que me he metido en un proceso de conocimiento interior la mar de interesante. Pero como es interior, se queda aquí dentro. Al lado de mis calzoncillos.

Lo mejor de todo es que la bici me ha dado mucho más que este libro. Una decisión como la de volver a coger la bici, en principio poco relevante para grandes transformaciones personales, a mí sí me ha ayudado a transformarme. O a evolucionar, al menos. Ir en bici te acerca a ti mismo, al yo del que uno se va alejando cuando se mete en coches o metros y deja de moverse por sus propios medios. Ir en bici, creo que ya lo he dicho por aquí, me da buen rollo y, esto lo cuento en el libro, me hizo reencontrarme con Noemí. Ir en bici me ha centrado más en lo que quiero ser y no en lo que tengo que hacer y por eso estoy encantado de compartir un par de centenares de páginas con toda persona que lea el libro. Como hace la torta que no escribbo en el blog, creo que hasta se me ha olvidado cómo se hace y siento que me estoy liando y expresando fatal. Pero en el libro no se me dá tan mal, en serio.

Suena Soul Makossa, de Manu Dibango.

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Portada_El_Proposito

Teclear a navajazos, ajustar cuentas con cada frase, escupir con moco en un párrafo, devolver el sufrimiento y el asco nuestro de cada día en unas líneas, vomitar en forma de libro el vómito que nos hacen tragar con cada titular…

Inspirar, escribir, vivir.

Tengo un colega al que algunos llamamos Chon y me acabo de leer su novela. Una novela buena y honesta que la industria editorial, con perdón, ha dejado pasar mientras se preocupaba de copiar a sus dichosas sombras. Peor para la industria editorial, si es que eso es posible.

El propósito está de puta madre si eres de los que consideras que es mejor estar cabreado y odiar que estar triste y padecer. El propósito es cojonuda si te parece que casi todo es una puta mierda pero te lo tomas con humor y un DYC cola. El propósito está indicada si quieres viajar por Colombia y México sin salir de esta visita guiada a los intestinos de la putrefacción que llamamos vivir en España.

Pero qué coño hago yo hablando de esto si lo explica él mismo dentro de la cosa:

El propósito de El propósito -sin pretensiones, de verdad, el Nobel ya caerá- es llegar a ser para España lo que Roberto Saviano, el autor de Gomorra, es ahora para la Mafia, o lo que Salman Rushdie, el escritor de Los versos satánicos, llegó a ser para los radicales islámicos. El propósito de esta obra es convertirme en el español non grato del año, un ser en busca y captura, un apestado, para no poder volver jamás a poner un pie en esta tierra de miserables y miserias.

Se puede comprar El propósito, de José Luis Corral Moirón por 2,99 euros de nada pinchando aquí.

No seas bobo, dispárate este libro en el paladar.

Suena La broma de Ssatán, Ahógate en el WC.

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Se está liando en Tenerife. La cosa se llama LuchaLibro y se explica como el «primer campeonato de improvisación literaria». Para participar, hay que enviar un relato a luchalibrotenerife@hotmail.com. Los 16 seleccionados se partirán la madre a letrazos en el Café Atlántico de Santa Cruz de Tenerife. Las peleas, improvisadas, van con máscara y todo y prometen ser cosa fina. En juego está la publicación de un libro. Yo no tengo nada que ver con el asunto. Bueno, ahora sí, lo apoyo a saco. Me contactaron para contármelo y me pareció bien chulo. Me puse en sus manos y, a través de Facebook, me propusieron un reto, construir un relato con tres palabras que me proponían: pastilla, armónica y centro comercial. Como soy un tío obediente, sobre todo si las cosas me las piden gente enmascarada, me puse a ello. Lo que pasa es que lo hice en un día nublado y la cosa salió así:

Suena. Un blues que trota sobre el cuatro por cuatro recordándonos que antes también fuimos esclavos. Sabe. Que el asco no lo quitan ni los antidepresivos ni las pastillas con las que engañan los chavales a la realidad durante el fin de semana. Siente. Pero no hace caso y piensa que todo está mal aunque ella está segura de que jamás fue tan feliz. Sueña. Con un mundo en que el ser humano fuera consciente de que pasar el rato en un centro comercial no es ser humano. Soy. El protagonista de un lamento de Lightin Hopkins y el culpable de todo. Sólo. Tengo aire para respirar una vez más y lo voy a gastar soplando un sol en la armónica para que ella se entere de que hay luz al final del túnel. Sí. Hoy tocaba una canción triste pero mañana será otro día aunque yo me lo vaya a perder. Suerte. La vais a necesitar.

Lo dicho, si alguien está leyendo, vive en Canarias y es de escribir y deivertirse, se puede informar en su Facebook y en su web.

 

 

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Hacer cosas y tratar de hacerlas lo mejor posible aunque el tiempo y la autoridad traten de impedirlo. De eso trata la vida. De construir cada uno su realidad a pesar de todo. Esta paja mental viene a cuento de dos cosas. La primera, que hoy ha salido a la venta La opción B, el libro que da nombre a este blog.

Los que me conocen saben la historia de esta novela. No hablo de la que se cuenta en ella, sino la de su publicación. Tampoco eso importa mucho ahora. Lo que importa es que está, o irá estando, en las librerías y que así es no sólo porque en su momento le eché tiempo y ganas para acabarlo sino porque un montón de amigos apoyaron de muchas maneras. Para mí y para todos ellos, hoy es un gran día. El resultado de muchos días que también han sido buenos porque así lo quisimos.

La realidad la construimos cada uno con ayuda de unos cuantos más. De eso va también el segundo motivo por el que hoy es un día estupendo, uno más. Hoy hemos firmado un papel que da inicio a un proyecto que merece la pena ser contado despacio. Será próximamente.

Ahora me voy a tomar unas cañas a la salud de todo esto.

Suena el Today is the Day, de Yo La Tengo.

Para comprar La opción B: aquí.

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Por cierto, y sigo con la excusa de lo de Megaupload para hablar de cosas que van más allá, después de ver todo lo que se está escribiendo por ahí y lo que se ha escrito en los comentarios de por aquí, echo algo de menos en casi todos los casos. Muchos siguen en lo de siempre, defendiendo el blanco o el negro y atacando la opinión contraria, hablando sin escuchar. Tratando de resolver un problema sólo a base de llevar razón.

Pero no sólo. Mi entrada del viernes, por ejemplo, ha dado lugar a un debate bastante majo en el que incluso hay quien ha querido subirse a una silla para proclamar discursos como «somos una generación que aún no ha luchado por nada, con el cuello dolorido de mirar al suelo. Ésta debe ser nuestra lucha, nuestro legado a generaciones venideras». En cualquier caso, después de tragar saliva y ponerme la mano en el pecho al leer esta arenga en favor de la cultura libre y de una revolución tecnológica en la que en el fondo estoy de acuerdo, creo que quizá a veces se confunda cultura con entretenimiento y, como Iago, que puede que también haya un lío entre el significado de «libre» y de «gratis»; pero, sobre todo, creo que para que esta revolución sea efectivamente revolucionaria y pueda triunfar hace falta conocer la visión sobre ella de alguien. Incluir a los otros que, en realidad, somos todos.

Pues sí, los creadores pero también los curritos de las industrias correspondientes deberían tener el derecho a decidir si la cultura/entretenimiento que ellos producen quieren que sea difundida gratuitamente. Cierto, el modelo de las industrias culturales y del entretenimiento está viejuno y hay que cambiarlo aunque esas industrias no quieran. Ese modelo, además, está basado en gran parte en explotar tanto a autores como a trabajadores y, cómo no, a consumidores por medio de royalties y salarios escasos para unos y precios abusivos para otros. Los primeros interesados en el cambio de modelo deberían ser esos creadores y trabajadores, aunque muchas veces no lo sean. Son muy pocos los escritores que viven de sus libros, la mayoría de los músicos sobreviven, la gente del cine, en fin… Seguramente, una nueva forma más justa y moderna de distribuir su trabajo no les cambiaría la vida económica pero quizás les diese algo más de dignidad al recuperar el control sobre su propio trabajo. Eso no es moco de pavo y debería ser el camino a seguir. Pero, ¿tienen que ir obligados? ¿El gratis total por imperativo social afecta sólo a la industria o ataca, también, a sus currantes? ¿Puede una revolución popular prescindir del pueblo? (ejem, la última pregunta tiene respuestas varias, unas enterradas en Moscú, otras en Pyongyang…). Porque, y esto es lo paradójico del caso, todos somos creadores. Parte de todo este cambio es que todos aportamos contenidos propios. Todos podemos acabar haciendo algo que genere interés y que se transmita por la Red, por las redes. Y, digo yo, todos deberíamos tener el derecho a decidir cómo queremos que se transmita, gratis, barato, caro, aunque nos podamos equivocar.

Viva la cultura libre y tal. Pero viva también la libertad de cada uno de decidir sobre su obra. No se pueden poner puertas al campo, no, pero sí se puede intentar respetar las lindes de los campos de los vecinos. De eso se trata, como casi siempre, de respeto. O eso creo yo.

Suena Libertad, Kase O Jazz Magnetism.

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