Toda la chalada aventura del pastor Oskari Huuskonen y su oso Lucifer por tierras de Finlandia, Rusia y mares e islas diversos, está llena de momentos de lucidez. De hecho, la aventura en sí es es un camino hacia la luz, aunque a otros les parezca una autopista hacia el delirio. Aquí dejo un parlamento de Oskari, luterano hacia el ateísmo, que demuestra que este tío es un ejemplo a seguir:
La conciencia es una voz interna, integrada en la constitución humana, una señal, una sirena que nos impide cometer inquinidades, o avisa de que vamos a cometerlas. Ahí no hace falta la intervención de ninguna divinidad. El sentido del pecado es fruto más de la evolución, como puedan serlo los sentimientos, el sentido común o la tendencia al misticismo. Tú deberías saber -[le dice el pastor a la etóloga de lomo alto a la que se beneficia en la osera durante la hibernación de Lucifer]-, siendo etóloga, que la evolución ha hecho que se desarrollen miles de características refinadísimas que han servido para la protección de las especies y, a raíz de ello, también para la conservación de la vida en general. La conciencia sería la alarma que protege a la humanidad de la autodestrucción».
Todo esto y mucho más en El mejor amigo del oso, de Arto Paasilinna (con una traducción muy cachonda de Dulce Fernández Anguita, por cierto).
Suena Josh Wink, Higher State Of Consciousnes. Y a batir mandíbulas.
La imagen del oso bailarín es de Hugh Magnum, de la Wikimedia. Gracias, madre.
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