De todos modos, el primer amor es más como un disco de Neil Young. Una vez que te metes, nada te afecta. Dentro encuentras placeres indescriptibles y sufrimientos apocalípticos. Y no quieres salir. Te sientes seguro, protegido por una voz que te tranquiliza hasta en los momentos más explosivos. Y quieres que nunca acabe. Y estás seguro de que nunca acabará. Los amores que vienen luego ya no son igual. La pérdida de ese primero se mantiene escondida en la memoria dispuesta a aparecer cuando sea necesario. Para recordar lo malo. El sufrimiento, la tristeza, el adiós. Para frenar, sin que uno se dé cuenta, la pasión. Para poner puertas al campo. Y con los sucesivos, es aún peor. Así, hasta que uno no encuentra su propio corazón y ya no se lo puede dar a nadie. En realidad todo esto me lo han contado. Yo sólo tuve uno. Un amor. Discos de Neil Young he tenido muchos. Creo que casi todos. Y puedo asegurar que eso me pasó la primera vez que escuché cada uno de ellos. Y todas las siguientes».
Este texto pertenece a La opción b, novela escrita por un servidor y, de momento, no publicada.
Only Love Can Break Your Heart.
The Needle And The Damage Done (con Crosby, Stills y Nash).
Cortez The Killer (con Crazy Horse).
Hey Hey, My My (también con los Caballo Loco).
Cinnamon Girl (con Los Lobos, nada menos).
Deja una respuesta