Se ve que los milagros tampoco existen en fútbol. He gastado algunos créditos de fe en creer en la victoria de mi equipo. Pero no. Tampoco pasa nada. Estoy acostumbrado. Ayer, en el descanso, me preguntaba Guille: «Oye, y tú, ¿por qué eres del Athletic?». No supe contestar. Menos mal. No creo que la afición a un equipo de fútbol tenga que estar sujeta a la razón. De hecho, el fútbol en general es un asunto bastante poco razonable. Y el Athletic, en concreto y en estos tiempos, una locura. No sé por qué me hice de este equipo, pero me va al pelo (en singular, en mi caso). La opción b y tal.
De muy pequeño tenía el uniforme completo del Atleti. Con el 9. El de Gárate. Un día me fui a dormir y me desperté siendo del Athletic. Antes de las dos Ligas y la Copa de Clemente, Zubi, los Salinas y Sarabia. Mi tío Pedro siempre fue del Athletic. Por mi casa circula un ascendente vasco de boquilla porque, en realidad, es más bien navarro. Mi madre me trajo un día, ya aficionado león, autógrafos de mi equipo firmados en el hotel Mindanao: Endika, De Andrés, Gallego… Hechos que no son razones suficientes para creer en San Mamés. Porque la fe, para serlo, ha de ser irracional. Algunos me dicen que lo hice por llevar la contraria, por joder. Puede que tengan razón. Llevar la contraria es ser una especie en peligro de extinción y no extinguirse. Llevar la contraria mola.
Esto no va de fútbol. Después del partido nos quedamos hablando cuatro amigos sobre el mundo. Todos estábamos de acuerdo en que, tal como vamos, vamos muy mal. Todos estábamos de acuerdo en que el sistema económico no puede seguir basándose en la codicia y la rapiña y en que el sistema político no debe seguir dirigido por políticos vampiros de votos. Todos estábamos de acuerdo en casi todo pero algunos decían que no se podía hacer nada para remediarlo, ni siquiera poniendo a otros como nosotros de acuerdo. Otra vez me tocó llevar la contraria. Mola ser una especie en peligro de extinción y no extinguirse.
La razón nos dice que este sistema capitalista y esta democracia no se ocupan de nuestro futuro. Lo razonable, por eso, es cambiarlos. Quizás haya que tener un punto irracional para creer que se puede cambiar de dirección. Pero lo que sería una auténtica locura es no intentarlo. ¿Qué es lo peor que podría suceder? ¿Perder? Tampoco pasa nada. De ahí partimos. Desde la derrota… hasta donde haga falta.
Ah, y… ¡Aúpa Athletic!
Suena Loser, de Beck.
La imagen de Amorebieta después de tragarse una copa de aguarrás es de Marca.
El pésame por un lado y por otro, ¡¡¡¿ni una palabra del corte de la pitada en televisión?!!!! Gasto un trocito de tu espacio para descargar algo de bilis y preocupación. Esto de que se elimine una parte de la realidad vaya a ser que nos enteremos de que hay catalanes y vascos que no quieren ser españoles es indignante. Ya aprendí hace tiempo que los Reyes Magos son los padres. Y empiezo a preocuparme de verdad porque hasta ellos, para los que seré siempre una de las niñas de sus ojos, me tratan como una adulta a la que no se esconde información porque tiene derecho a sacar sus propias conclusiones y tomar sus decisiones. Llevo tiempo sintiéndome como Truman en su show. La línea que separa protección de manipulación es muy fina y hay mucha gente que ni se da cuenta de que la traspasa. Y no me estoy refiriendo a políticos o empresarios, carne de cañón de la crítica facilona y que suelen tomar estas decisiones con plena consciencia, sino a las «bases», a nosotros, los ciudadanos. Me temo que la decisión de eliminar la pitada no fue consultada sino improvisada. ¿Anecdótico o preocupante? He oído demasiadas veces en boca de españoles de todo color y condición que los españoles somos incultos y que tenemos el pais que nos merecemos. No lo admito. El que lo piensa se cree en un plano superior y con derecho a manipular al de al lado. ¿Quien es nadie para manipularme? Informarme, adoctrinarme, discutirme, pero nunca, manipularme. Y mucho ojo ahora a estos comportamientos porque somos vulnerables. Cuando no sabemos donde vamos ni cómo hacerlo hace falta muy poco para cambiar el rumbo.
Pues sí, Verónica, no he dicho nada pero fue muy jevi. Y, en el fondo, muy divertido. Todos estábamos esperando ese momento porque sabíamos lo que iba a pasar, así que la decisión de ocultarlo fue una mamarrachada. Una censura-altavoz. Hay gente muuuuuy tonta.
2009. Democracia. Retransmisión de un partido de fútbol que ven 10 millones de espectadores. Una televisión nacional censura. Y sólo pide perdón. Quizás cuando llegue al fondo me haga gracia. Por el momento, estoy cabreada porque me han llamado imbécil.
Hay otro al que tampoco le va a hacer gracia. Al culpable:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/TVE/destituye/director/Deportes/transmitir/himno/nacional/elpepusoc/20090514elpepusoc_4/Tes