Hoy en El País, la defensora del lector, Milagros Pérez Oliva, da la cara ante las cartas de aquéllos a los que ha fastidiado la desaparición del Pequeño País. Y, sin mucha necesidad, aprovecha para meterse en un jardín (de infancia, supongo).
Como saben, la prensa escrita se ha venido financiando hasta ahora a través de dos fuentes principales, la publicidad y la venta en el quiosco. En ausencia de crisis, la publicidad aporta en torno a la mitad de los ingresos. El resto procede de esos 1,20 euros que cada lector paga cada día por su ejemplar, es decir, menos de lo que cuesta un cruasán. Si este equilibrio entre ingresos directos e ingresos por publicidad se altera, no será sin consecuencias.
En el actual modelo, una caída de la publicidad puede afectar a la viabilidad económica de los medios. Luego la publicidad sigue siendo muy importante. Pero el principal capital de un periódico serán siempre sus lectores. Y no sólo en términos metafóricos. Primero, porque sin lectores no hay publicidad. Y segundo, porque el hecho de que haya lectores que pagan por la información es lo que permite al periódico ser independiente, no sólo frente a los poderes, sino también frente a los anunciantes.
La crisis económica ha provocado una caída de las inversiones en publicidad que está afectando a los contenidos, como ha ocurrido con el Pequeño País. Y eso ocurre al tiempo que la cultura de la gratuidad se extiende de la mano de Internet, lo que puede acabar afectando también a la calidad. ¿De verdad puede alguien creer que una información fiable, independiente y veraz no tiene coste? El periodismo de calidad es cada vez más caro, porque exige escribir desde el lugar de los hechos, investigar y no conformarse con las versiones de parte; exige más tiempo, más recursos y mayor cualificación profesional. Si el lector no paga por la información, ¿quién lo hará?, ¿a cambio de qué?
Un modelo de información totalmente gratuita por Internet supondría un cambio de modelo. El periodismo pasaría a depender totalmente de los anunciantes. El actual equilibrio se invertiría. Si la publicidad se convierte en el principal o el único sostén de la información, los medios pueden perder su independencia. Ahora EL PAÍS puede preservar la suya porque hay suficientes lectores dispuestos a pagar por el diario en el quiosco. No defraudarles es, pues, un imperativo de supervivencia del actual modelo».
Leyéndolo, se me han ocurrido unas cuantas cuestiones:
¿Debe ser un medio independiente sólo porque tiene lectores que paguen por acceder a su información o debe serlo (o tratar de parecerlo, no seamos ilusos) por definción?
Si, como se interpreta en el texto, los anunciantes pueden influir en las noticias y El País ha tenido anuncios desde el principio de sus tiempos, ¿cuántas noticias hemos leído teñidas del color del que paga y cuántas hemos dejado de leer?
¿Alguien ha dicho que la información de calidad no tenga coste? (Otra cosa es que ese coste lo paguen otros, no el lector; eso es cuestión de cada modelo de negocio).
Partamos de la base que plantea la defensora: el periodismo de calidad es cada vez más caro. Entiendo que eso significa que El País tiene cada vez mayor calidad y que, por eso, ha subido un 20% de precio en menos de un año. Si es así, ¿por qué en el mismo texto se admite que están bajando la paginación y los recursos?
La defensora menciona, por cierto, el nuevo precio del periódico pero no le da importancia. No sé si espera hacerlo en el futuro o si prefiere pasar, pero es un hecho que han subido 20 céntimos en menos de un año. Cierto es que, como dice, sigue siendo más barato que un cruasán. Pero es que el cruasán no lleva publicidad.
Suena esa cojoversión de Marianne Faithfull del Salvation de Black Rebel Motorcycle Club.
La foto es de aquí, creo.
¿De verdad existen periódicos independientes?
A mí me suena como en las revistas taurinas, se habla de quien paga. ¿O tengo que creerme que si en un periódico Citroen invierte una pasta en publicidad, van a existir noticias que puedan acusar a esta empresa de algo mal hecho en su gestión?
¿Por qué estamos tan cansados de que unos y otros nos cuenten tantas películas?
El rollo es que todo el mundo está muy nervioso con la crisis y tal, pero justificar el cierre del Pequeño País con esos argumentos es innecesario, vamos, digo yo. Y lo digo yo que soy lector del periódico. Por eso creo que tengo derecho a crítica
«¿Alguien ha dicho que la información de calidad no tenga coste? »
Una curiosidad y por abundar en ello… Tom Fiedler ganó dos Pulitzer cuando era reportero del Miami Herald, ahora es decano de la facultad de comunicación de la Universidad de Boston. El otro día le dijo a American Public Radio (que es muy recomendable) que en su caso, su periódico invirtió 800.000 dólares en una de las historias que fue galardonada.
Si, cuesta dinero… y mucho pero me temo que la costumbre de no pagar por la información va a ser difícil de cambiar y los tiempos van a ser difíciles….. Difíciles para los que hacen periódicos y para quienes disfruten leyéndolos.