Ayer cerró Ragazza. Por exceso de años, testosterona y aficiones macarras, no es la revista que me reserva cada mes mi quiosquero. Y, sin embargo, no es cualquier revista. Por esa redacción han pasado (y empezado) un buen puñado de estupendos currantes del papel: Óscar Becerra, Javier Angulo, Diego Areso son los tres primeros de mi lista de ejemplos. Sandra Sanz, su última directora, también vale. Por eso es un cierre bastante simbólico. Además de la gente que se queda en la calle, son 20 años de cabecera enterrados por una decisión venida de Francia y admitida sin mucho chistar en España. Hachette Filipacchi presume en su página web de ser «el grupo líder en difusión anual de ejemplares en España». Presume también de pertenecer a Internacional Lagardere Active, «número uno en edición de revistas en el mundo». Ese grupo líder ha decidido cerrar la revista Ragazza por «la caída de la publicidad a causa de la crisis finanaciera», según se dice en El Mundo.
No sé. Los medios impresos están sufriendo un par de enormes crisis a la vez: la del papel y la de todo quisque. La inversión publicitaria está desplomándose. La cosa está muy mal. Y encima Ragazza se dirige a un público, chicas jovencitas, que ven las revistas como algo del pasado. Aún así, me parece duro acabar con una marca cincelada durante tantos años y que es la referencia en ese segmento. Sospecho que había formas de salvarla, aunque era más cómodo y fácil cerrarla y echar la culpa a la crisis. Pero es que eso tan fácil y tan cómodo es muy peligroso. Los grupos editoriales viven de hacer revistas (y periódicos), de venderlas y de vender publicidad en ellas. Si se dedican a cerrar todas las que no son rentables ahora que nada es rentable, corren el peligro de quedarse sin actividad. De perder la razón de su existencia. De desvanecerse. Se supone que lo que saben hacer los grupos editoriales son revistas (y periódicos). Se supone.
La verdad es que yo no lo tengo tan claro, al menos en lo que respecta a los grupos editoriales en España. De un tiempo a esta parte, desde que llegó esto de Internet, los medios impresos han ido perdiendo (aún más) contenido y calidad. Los editores se han asustado ante la competencia de la Red y han reaccionado de la peor forma posible: aligerando los contenidos y renunciando a lo que diferencia el papel de la pantalla. Las revistas y los periódicos pretenden competir dando temas cada vez más superficiales, aceptando las noticias que ofrecen los gabinetes de comunicación en vez de removiendo la realidad. Al miso tiempo, los departamentos comerciales han ido haciéndose con el mando editorial y las cosas se han hecho más pensando en los anunciantes que en los lectores. Y los anunciantes tienden a preferir lo conservador y lo aburrido. La situación en la Prensa daba ya, por eso, bastantes ganas de bostezar. Y entonces llegó la crisis.
Y con la crisis se han tomado un montón de decisiones precipitadas que no van a ayudar a que la gente acuda de repente a los quioscos. Unos acaban con los viajes de la redacción -viajes de prensa en los que el periodismo se acerca a la publicidad pero viajes en cualquier caso- por ahorrarse los taxis al aeropuerto. Otros acortan la jornada para ahorrarse los tickets-restaurant. La mayoría reduce paginación y todos reducen presupuesto. Se deja de pagar o se paga menos a los colaboradores externos, ésos que muchas veces aportan temas e ideas que desde una redacción no se ven. Y, así, se logra la paradoja de que las revistas y los periódicos utilicen como fuente de información casi única y exclusiva aquélla que es su presunta amenaza. Las revistas y los periódicos ofrecen, cobrando, información que cualquiera puede encontrar, gratis, en Internet. Cada vez menos reportajes, gráficos y escritos, vividos y transmitidos por el periodista. Cada vez menos lectura, reflexión y análisis. Cada vez menos periodismo. Más temitas breves y ligeros. Más productos, ya sean restaurantes, patinetes eléctricos o vacaciones de touroperador. Más de lo mismo. Las revistas, así, se alejan de la información y el entretenimiento y se parecen cada mes más a catálogos promocionales multimarca y multisector. Por no hablar de los regalitos con cada número…
Pero es que en España no se lee. Eso es lo que se ha dicho siempre a modo de excusa convertida en axioma. En España no se lee pero hay gente suscrita al New Yorker, al GQ inglés, al Vanity Fair gringo. En España no se lee pero hay cabeceras que han triunfado (Quo, FHM…) dando lectura, cada una a su modo, arriesgando. En España no se lee pero, qué leer en España.
La foto de la pelu es de Paul Almasy, de Corbis. La otra imagen es la penúltima portada de Ragazza. Una menos.
[…] de Ragazza, y el resto de los cierres, y sobre las empresas editoriales en La Opción B, “Qué leer“. “Los grupos editoriales viven de hacer revistas (y periódicos), de venderlas y de […]
Hola quiero felicitarte por el blog.
En este articulo, desde mi modesta opinion, describes acertadamente lo que esta ocurriendo en el mundo editorial.
Quisiera añadir que mi optica, como profesional de la venta, es parcial y aparte de lo contado, tambien existe por parte de las editoriales un ninguneo y un completo de la red de ventas.
Un saludo.
Gracias por la felicitación, Kioskero. En cuanto a lo de la red de ventas, sospecho que tienes razón. Aquí se cuida poco al último eslabón de la cadena. Te diré, incluso, que dentro de las redacciones hay un (re)sentimiento que pone al Kioskero casi en otro bando. Raro.
Hola Pedro,
Se nota que conoces el sector a la ex empresa editora de Ragazza.
Me ha gustado mucho tu post. Cuentas algo que llevo diciendo desde hace tiempo: la crisis de las revistas empezó mucho antes que la crisis de la que todos hablamos ahora mismo y que en muchos casos como éste está siriviendo para darle la puntilla a muchas publicaciones.
Sólo una cosa, la portada de Ragazza no es la última, sino la penúltima. El número 231 se puede encontrar en los kioscos, corresponde al número de enero de 2009. La 232, capicúa, que correspondería al de febrero nunca existirá. DEP.
Hola Jose, gracias por la correción portadil, tienes toda la razón.
[…] tirarnos bolas de nieve el resto de nuestra vida profesional. Igual es más divertido que hacer las revistas que pretendían que hiciésemos. Qué coño igual, seguro que es más […]
Joder, tío, si hubieras divulgado tan contundente y acertado mensaje hace unos años, si tu predicamento hubiera llegado tan lejos como tu blog, si la fuerza nos hubiera acompañado… en fin, quizá aún quede gente con ganas de hacer buenas revistas. Si conoces a alguno házmelo saber. Me encanta la fuerza con que te has presentado en la red. A por todas, que son muchos pero cobardes. Abrazo fuerte.
Benja, tú tienes parte de culpa de que yo esté escribiendo aquí. Y en cualquier lado. No sé si el resto del mundo te lo agradecerá. Yo, sí. Mucho.
Un abrazo.
[…] un pelín desapercibida: los directivos del diario 20 minutos se han bajado un 10 % el sueldo. Como ya se ha dicho por aquí, el sector editorial está desmoronándose. Hay E.R.E. en Zeta y en ABC, cierra Metro, El País y […]
[…] un pelín desapercibida: los directivos del diario 20 minutos se han bajado un 10 % el sueldo. Como ya se ha dicho por aquí, el sector editorial está desmoronándose. Hay E.R.E. en Zeta y en ABC, cierra Metro, El País y […]
[…] advertorials“. “Si es que el contenido tiene que ser aspiracional”. Ya. Sí. Pero a veces pienso que las verdaderas aspiraciones del lector no pasan por comprarse ese peluco de cienmil sino que […]
[…] un pelín desapercibida: los directivos del diario 20 minutos se han bajado un 10 % el sueldo. Como ya ha dicho en mi otro sitio, el sector editorial está desmoronándose. Hay E.R.E. en Zeta y en ABC, cierra Metro, El País y […]