Un hombre. Un gorro de natación. Unas gafas de buceo. Una braga náutica. Nada más. Ni aletas. Ni plomos. Ni neopreno. Ni, por supuesto, botellas con aire. Y el tío da una calada de aire y se baja los 55 metros de profundidad que hay hasta la entrada del arco en el Blue Hole, en Dahab, Egipto. Recorre con parsimonia los 30 metros de arco. Y vuelve a subir. El pez se llama William Trubridge, es de Nueva Zelanda y batió en abril de este año en Bahamas el récord de apnea en peso constante sin aletas dejándolo en 86 metros.
He estado buceando este agosto en ese Blue Hole con todo lo que le faltaba a William: traje, plomos, aletas, botella. Es espectacular. Pero no he llegado al arco. Cada año hay unos cuantos que lo intentan, buceadores técnicos bien equipados, con dos botellas y mezclas especiales. Y muchos se quedan en el fondo. He aquí algunas lápidas en recuerdo de los caídos. Glubs.
Deja una respuesta