Lo de Rock in Río tiene casi nada de rock y nosequé de Río. El Rock in Río es un festival business class, como bien dice Goyo, pero ni de coña es un festival musical. Rock in Río es un centro comercial, un parque de atracciones y un negocio redondo pero la música no es más que subtexto y el rock, un pobre prefijo para redondear la marca. Ayer tocaba Neil Young y yo me preguntaba porqué. Supongo que lo mismo se preguntaría él. Y seguro que eso mismo se preguntaba la gente que hacía cola para maquillarse en la carpa L’Oreal, los que esperaban en la fila para comer en Burger King y en Telepizza o los que aguardaban para pillar una bolsa de promoción de El Corte Inglés. Ayer tocó Neil Young en Rock in Río y era como verlo tocar en el centro comercial Plaza Norte. O en el Plenilunio. O en La Vaguada. Delirante. El tío que compuso y cantó This Note’s For You para cagarse en la madre de los que vendieron su alma a los anunciantes estuvo tocando dos horas mientras seres humanos se dejaban caer por una tirolina, hacían snowboard o visitaban los pabellones de las marcas patrocinadoras. A ver, uno quiere y respeta a sus padres aunque se equivoquen y se contradigan. Pero también uno tiene ya una edad como para decírselo a la cara. Neil, machote, te has colado.
Ojito que su concierto fue la pera. Eléctrico casi todo. Ruidoso. Tierno. Crudo. El tío Neil vino con la gente de su última gira, tocó algunos cortes de su reciente Chrome Dreams II y también revisó parte de lo mejorcito de su repertorio. Lo que pasa es que uno tenía la sensación de estar en el momento justo en el sitio inapropiado. Será que uno es muy raro. O será que el lugar es un descaro. Ojito bis: hace mucho que tengo muy claro que el rock ya no genera revoluciones de ningún tipo, ni siquiera hormonales. Hace tiempo que soy consciente de que el Capital se traga todo y lo regurgita para que nos lo comamos, lo vomitemos y se lo vuelva a tragar en forma de beneficios. Hace rato que no soy ingenuo. Pero como que me sigue chocando ver a un hombre de Cromagnon aporreando convencido su Gibson ante un montón de Homo Sapiens que preferirían estar mirando tallas en Zara. El Rock in Río es un festival musical para gente a la que no le gusta la música y eso no es ni bueno ni malo. Es. El Rock in Río también es un bisnes perfecto en el que los números cuadran antes de abrir las puertas por la pasta que se han dejado los sponsors, los favores del ayuntamiento de Arganda del Rey y la labor de los medios que, otra vez, actúan de palmeros del dinero. Y esto tampoco es necesariamente bueno ni obligatoriamente malo. Es, aunque sólo sea asqueroso. Y eso sin entrar a valorar el lema ése de “salvemos el Planeta” ni la sostenibilidad ecológica de la noria o la pista de snowboard en julio, que el listón de comedia sobre conciencia planetaria está muy alto con el anuncio de Repsol animándonos a que protejamos lo que ha dejado de Tierra.
En fin, que yo siempre recomiendo ir a Las Vegas. Las Vegas mola. Es el lugar donde observar lo que puede llegar a hacer el hombre blanco con todo el dinero y el doble de mal gusto. El sitio donde darse una bofetada de realidad consumista. El ejemplo a seguir, aunque duela. Pues bien, si alguien no tiene pasta para ir a Nevada este finde o el siguiente, que se pase por Arganda del Rey y se llevará una sensación parecida. Claro que también puede darse un voltio por el centro comercial Plaza Norte o por el Ikea. Si acompaña el paseo con un iPod y musiquita de fondo, se sentirá como el Rock in Río. Business class.
(Gracias a elmundo.es por prestarme la foto y a Sandra por invitarme).
[…] repente, en medio de la segunda canción, la pantalla del televisor se divide. La mitad la ocupa Neil Young y en la otra aparece una señora vendiendo los milagrosos dones de un depilatorio (¿o era una […]
Qué puta razón tienes, Pedro.
Ya sabes que mi banda favorita son los abueletes Stones, y ver cómo han perdido casi toda su esencia, espontaneidad, (su alma, en resumidas cuentas) da bastante pena. Y «el tío Neil» igual.
Mi padre, que en su día llevó patillas, toco una Fender y se dedicó al «amor libre» -o eso dice él- ahora trabaja para el chupasangres de Emilio Botín en una oficina en… Arganda del Rey, mira tú por donde. Supongo que cuando pase por al lado de este tinglado, con su BMW, se le escapará una pequeña sonrisa. Pues eso. ¿Para cuando aire acondicionado en los Festivales?. Tiempo al tiempo.
Coño, lo del aire les va a parecer una buena idea, fijo que te la copian, Guille
Coincido contigo, aunque yo lo ví en la tele. A mí me ofrecían dos entradas gratis para verle y dije que no. Pagaría 300 euros por verle en otro sitio, pero yo lo paso muy mal con 50.000 personas, teniendo que ir hasta allí y teniendo que tragarme antes a Manolo García si quiero estar en un sitio decente. Digamos que lo que yo entiendo por un concierto de rock tiene poco que ver con estar a 80 metros de un escenario, sin barra cerca y mirando unas pantallas para poder sentirme cerca. Cada uno tiene sus cadaunadas, que decía mi abuelo.
Po cierto, Pedro, mándame un correo para tener tu dirección cuando saques un minuto.
Salud
Eneko 45revoluciones
[…] Neil en el centro comercial […]